Pese a los reclamos de sectores amplios de la sociedad de atención urgente al problema de la violencia contra la mujer, la tendencia sigue en aumento en Puerto Rico.

Así lo reconoce el propio Departamento de Salud mientras que expertos atribuyen la nefasta tendencia a la inacción del Estado en los asuntos medulares que inciden en las agresiones y matanzas de género en la Isla, tales como las terapias a los agresores y la falta de educación dirigida a un cambio de cultura desde temprana edad. 

Han sido 15 mujeres en lo que va de año las víctimas fatales de la violencia de género, de acuerdo con el mapa publicado por el medio feminista Todas. La más reciente mujer asesinada fue una joven de 30 años acuchillada en una residencia en Vega Baja. 

Es un mal sin fin que se ha agudizado en los últimos tiempos confirmó la doctora en psicología y directora del Centro de Ayuda a Víctimas de Violencia Sexual del Departamento de Salud, Rebeca Ward. 

“El asunto de la violencia contra la mujer está peor que en años anteriores. Nos damos cuenta cada vez que se hace una encuesta epidemiológica del estimado poblacional de la incidencia real de casos en el país. Tanto en Puerto Rico como en otros estados, revelan que la violencia contra la mujer, los números cada vez son más altos”, dijo.  

En el renglón de violencia sexual, la encuesta de 2016 demostró una prevalencia de 5,938 de agresión sexual en adultas en los últimos 12 meses. Ward informó que los resultados de la encuesta de 2019 están en etapa de verificación de datos y deberán salir publicados en el mes de abril de 2020.

 “Entendemos que este número pudiese aumentar”, subrayó. 

Desde la óptica de la psicología social, la experta Mercedes Rodríguez, la Isla vive en un “estado de emergencia”. 

Y este se debe a la desatención, el descuido y la falta de prioridad para atender los problemas de la violencia de género en general, el hostigamiento sexual en el empleo y en la educación, la violencia sexual, el incesto, y la violación de mujeres. 

“Las mujeres no somos importantes,  las víctimas de violencia no son importantes. Vemos que los albergues, los centros de servicios a mujeres, los centros de investigación, la Asociación de Psicología, los trabajadores sociales mueven el tema, pero en el brazo del estado es casi ausente el tema en la discusión pública y de la política pública responsable ni se diga”, argumentó Rodríguez, quien fungió como directora del Centro de Ayuda a Víctimas de Violación (CAVV) y de la Comisión de Asuntos Para la Mujer, en la década de los setenta. 

¿Cuál es la solución?

“La solución a largo plazo y que no acabamos de atender es la educación”, aseguró. 

Esa educación debe promover el apoyo a la víctima de violencia, impulsar el respeto entre los miembros de la sociedad, fomentar la perspectiva de género, de equidad y de derechos humanos. Esta educación debe enfatizar que la violencia no debe ser tolerada y que no es opción para la comunicación interpersonal. 

Un agravante, advirtió Rodríguez, es que en Puerto Rico el tema de la violencia de género y las medidas para atajarla se han convertido en balón político. 

“Vimos, al principio de la administración de Ricardo Rosselló, que este había negociado con unos sectores religiosos eliminar la carta circular de educación de género en las escuelas, para lo que había materiales y currículos preparados”, precisó. 

Rodríguez opinó que el mundo está enfrentando una ola de conservadorismo y toca a las sociedades volver a luchar o continuar batallando por los derechos humanos.

La psicóloga forense Eunice Alvarado, quien trabaja con agresores y víctimas, en las regiones de Ponce y Guayama, coincidió en que hace falta educación. 

“Desde el hogar debemos atender lo que es la diversidad, la igualdad entre el hombre y la mujer, reforzar lo que es la comunicación efectiva y el manejo de emociones. Tenemos que enviar un mensaje para que las personas no oculten sus emociones, sus corajes, tristezas, frustraciones, que las hablen y no mantengan la sociedad de patriarcado, de machismo”, dijo.  

El agresor

“Esto no era para tanto”. “Solamente tuve un coraje”. “Todas las parejas discuten”. “Esto sucede hasta en las mejores familias”. 

Así los agresores que le han sido referidos a la práctica de Alvarado, como parte del programa de desvío, inicialmente describen la situación de violencia de género que protagonizaron.

“En un inicio no ven necesariamente que la situación haya sido tan grande. Hay personas que en tres intervenciones o cuatro reconocen que tienen un problema”, explicó. 

Los agresores referidos por programa de desvío solo acuden a la terapia una vez al mes lo que prolonga el tiempo de posible rehabilitación, mientras que si el agresor va a la terapia por vía privada, dos veces al mes, se puede dar una mejoría más rápido. 

EM – ¿Y mientras el agresor se enfrenta al proceso terapéutico sigue la violencia en el hogar porque la víctima sigue allí?

“Es preocupante, porque se siguen las dinámicas de violencia y mientras la pareja siga en el hogar se seguirá dando el ciclo de violencia se acumula la tensión, se detona, viene la separación, viene la reconciliación, se unen hay una mejoría y luego vuelve la situación. Para muchos no es una posibilidad que la familia se separe temporeramente en lo que éste  pueda salir a buscar los servicios. Como sabemos, a veces hasta habiendo una orden de protección, que se supone que no se vean, ocurren cosas”, dijo Alvarado. 

La experta sugirió que aunque hay unas características a grandes rasgos generalizadas para el agresor, estas no aplican a todos los potenciales agresores. 

Se entiende que el uso y abuso de alcohol, drogas, y sustancias puede detonar la violencia. Y puede darse el caso de que sin estas sustancias la pareja pueda funcionar pero al entrar en los efectos se genera el evento violento. 

También, los agresores en muchas ocasiones muestran celos obsesivos, culpan a otros de sus problemas, pueden ser crueles, utilizan la fuerza física verbal  y sexual, experimentar cambios repentinos de humor, pobre autocontrol y más en su interior pueden padecer de baja autoestima y falta de introspección. Por esto último se entiende que es la capacidad de uno detenerse reflexionar analizar es como verse hacia adentro, evaluar lo que se hizo bien o lo que se hizo mal. 

Alvarado aseguró que muchos agresores justifican su comportamiento basados en su crianza. Piensan que actúan bien y que ser hombres les permite actuar de esa forma para “darse a respetar”. 

Sobre este particular la doctora Ward coincidió al decir que “hay una socialización que valida la violencia en los hombres y los estereotipos del rol sexual, que incluyen vincular la masculinidad con la fuerza y la inteligencia mientras que la femineidad con la  debilidad y la sutileza. Cuando promovemos la dicotomía mujer débil- hombre fuerte, eso es caldo de cultivo para la violencia”. 

El próximo 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de No Más Violencia Contra las Mujeres, según decretado por la Organización de las Naciones Unidas. En Puerto Rico se conmemora desde 1987 y en esta ocasión es imperioso recordar que cada ocho días una mujer muere a manos de su pareja o ex pareja como informó hace varios días la jueza presidenta del Tribunal Supremo, Maite D. Oronoz, durante un conversatorio en el que anunció la apertura de la octava sala especializada en violencia de género.