Un lugar cerrado, elevadores o lugares con multitudes, lo que para muchos puede ser seguro, para otros puede detonar miedo y ansiedades.
Experiencias traumáticas como quedarse atascado en algún lugar o en un ascensor, pudiera verse como el origen para padecer de la fobia específica, de los espacios cerrados, también conocida como claustrofobia.
La psicóloga Yashira Brito, especialista en consejería psicológica, explicó a Es Mental que las fobias están dentro de lo que son los trastornos de ansiedad. La claustrofobia es ese miedo intenso e incontrolable a lugares cerrados donde la persona cree que no podrá salir, definió.
Ejemplificó que un lugar cerrado para una persona con claustrofobia puede ser un ascensor, cuevas, túneles o cuando las personas se realizan estudios, como la resonancia magnética o Magnetic Resonance Imaging (MRI).
“La claustrofobia es ese miedo intenso a lugares cerrados donde yo pienso que no voy a poder salir fácilmente y hay dos maneras de pensarlo: restricción y asfixia”, explicó.
Según explicó, hay personas que piensan que no se podrán mover y otras que experimentan el miedo a la asfixia o quedarse sin aire en el lugar que le causa el temor. Según Brito, ella recomienda a sus pacientes que piensen que el espacio cerrado de por si no tiene la capacidad de hacerle daño.
“Si tú eres una persona más propensa a la ansiedad, a los pensamientos anticipatorios o a crearse películas mentales, tienen más facilidad a caer en conductas fóbicas. Así que una vivencia pasada de una experiencia desagradable que pudiste haber tenido en un espacio pequeño, a la larga va a activar reacciones de alerta”, mencionó.
Explicó que el diálogo interpretativo aparece en esos momentos que la persona está sintiendo esa ansiedad y se activa esa vivencia negativa que tal vez pasó.
La especialista sostuvo que la claustrofobia puede ser confundida con ataques de pánico, por ello se puede entender que estos tipos de trastornos de ansiedad son parecidos. Esto porque la persona puede estar en el elevador y no necesariamente ser claustrofóbica, pero sí puede estar pasando por ataques de pánico.
Brito explicó que cuando se trata de los elevadores, ese simple pensamiento de “se va a quedar estancado”, puede desencadenar sudoración, taquicardia, y si la persona es propensa a tener ataques de pánico o ansiedad, la persona no va a querer montarse más y puede ocasionar la fobia.
En concordancia, la especialista en psicología, Irma De Jesús definió la claustrofobia como un miedo intenso e irracional a espacios cerrados, que constituyen uno de los trastornos más comunes de ansiedad.
La especialista de hecho explicó que estudios revelan que de 9 a 13% de las personas van a experimentar algún tipo de fobia específica en algún momento de su vida, Indicó que esta fobia suele desarrollarse en la adultez temprana pero, no limita a la edad. Además sostuvo que la prevalencia es más notoria en mujeres que en hombres.
“Los criterios para diagnosticar la claustrofobia como tal, según el DSM- 5, son parecidos a los que son de ansiedad”, explicó.
Según la especialista, los criterios del diagnóstico a tomarse en consideración incluyen un miedo intenso causado por estar en un espacio cerrado o con la anticipación de estar en uno de estos lugares. Estos espacios confinados le provocan miedo y ansiedad de forma inmediata, agregó.
Básicamente, para que sea un criterio de diagnóstico, la persona debe de experimentar ese miedo o ansiedad y debe catalogarse desproporcionado en cuanto a ese peligro real que implica la situación, indicó.
Entre otros síntomas, destacó que algo muy importante dentro de los criterios son que el temor y la ansiedad a esos lugares debe ser uno que persista y darse durante 6 meses o más, y no confundirse con otros trastornos de ansiedad.
Según De Jesús, la incomodidad en la persona interfiere a tal grado en su vida, actividades diarias, trabajo o situaciones académicas. Indicó que las posibles razones identificadas por las cuales las personas pueden padecer de esta fobia es por experiencias pasadas negativas, siendo ésta el motivo más común. También, puede ser mediante la información que los individuos reciben.
Sostuvo que dos personas pueden experimentar una misma situación, una desarrollar una fobia y la otra no. Por ello, es importante la intervención, pues se debe a motivos multifactoriales o incluso la predisposición genética. Aun así, recalcó que sí hay tratamientos para la claustrofobia y que puede ser mejorada.
Asimismo, la neurocoach Migna Cruz explicó que cuando se habla de espacios cerrados, la persona ya de antemano tiene unos motivos para preocuparse y quizás esas creencias irracionales puede generar pensamientos negativos sobre algo que le pueda pasar o ese miedo intenso a no poder salir de cuál sea el lugar.
“Ese miedo intenso que se da de forma inmediata, es decir, está en un ascensor y, entonces, ya vienen esos pensamientos y se activa todo ese sentido de cómo filtra ese momento, y muchas veces, ese tipo de fobias se debe a un evento traumático o estresante”, expresó Cruz.
La neurocoach aclaró que cada persona puede abordar y manejar la fobia de distintas maneras.
Indicó que existe tratamiento para esta fobia, pero que la claustrofobia suele ser una de las más complicadas de trabajar, porque la persona debe identificar y reconocer que es lo que quizá le ha provocado la fobia.
“Cuando ya llega a una percepción que es de amenaza, que sobrepasa quizás los límites convirtiéndose en una reacción desadaptada, pues, entonces, hay que buscar ayuda profesional”, sostuvo.
Cómo manejarlo
Cruz, quien también es consejera profesional, recomendó la terapia cognitivo conductual para así poder trabajar con la persona y conocer qué pensamientos llegan a su mente, con el fin de abordar completamente esa fobia. También, explicó que con esta terapia el paciente puede exponer esas situaciones a las que teme y poco a poco pueden aprender cómo actuar ante esa fobia.
Otra manera o recomendación que mencionó es la meditación. Explicó que ésta se apoya en profundizar más allá en la mente y en el posible origen de la fobia, o sea trabajar de adentro hacia afuera para ver qué es lo que le está generando la misma.
Sostuvo que a muchas personas este tipo de fobia les impide que realicen muchas de sus labores, por lo que puede afectar sus relaciones y ámbitos laborales.
Según Brito, esta fobia interfiere en la vida de las personas y pueden sufrir mucho. Aun así, las personas logran crear ciertos mecanismos de defensa como, por ejemplo, no utilizar más nunca un elevador y optar por las escaleras.
Brito también recomendó la terapia cognitivo conductual.
“Dentro de lo que es la terapia cognitivo conductual están las exposiciones graduales, o sea que la persona vaya poco a poco exponiéndose a lo que es el evento que le genera la fobia, que viene siendo el espacio cerrado”, dijo.
Recomendó optar por la reestructuración del pensamiento, lo cual es parte de dicha terapia, y cambiar la programación. Es decir, hacer entender al paciente y a su mente de que ese espacio cerrado no tiene la oportunidad de hacerle daño.
Sostuvo que hay personas que necesitan medicación dentro de una fobia específica, pues es ya algo que está deteriorando su calidad de vida. Así como ayuda psicológica y las terapias alternativas, como la hipnosis o una terapia designada para trabajar con traumas.
“Cada caso de un trastorno de ansiedad hay que pasar por varias secciones iníciales y evaluaciones para poder determinar si es una fobia”, explicó.
Sobre ello sostuvo que cada individuo procesa las situaciones de maneras diferentes, por lo que una fobia o un trauma se crea y se aumenta o fortalece dependiendo de la importancia que la persona le dé al evento, por lo que el tratamiento ha de ser bien específico.
Recomendó a las personas a cambiar su mente de imaginación a una mente racional. “Yo interpreto, yo reacciono, y eso se trabaja en lo que es la terapia cognitivo conductual”.
Lo importante es que la persona acepte su realidad, basado en una evaluación clínica, y que tenga el deseo de la ayuda y del cambio y modificación de la conducta, para poder tener una mejor calidad de vida, indicó.
Asimismo, De Jesús explicó que hay terapias dirigidas y utilizadas para el manejo de este tipo de fobia, por lo que hay tratamientos efectivos para que los pacientes se vean beneficiados y puedan tener y lograr una vida funcional.
Entre ellos, según la literatura, está la terapia de la exposición. “Se basa en exponer al paciente a situaciones que le provoquen cierta ansiedad, pero estas aproximaciones van a ser de una forma gradual, un paso a la vez, estas pueden ser, ya sea de forma virtual, mediante ejercicios de visualización o exposiciones en persona”, explicó.
La psicóloga sostuvo que la persona comenzaría de forma gradual, exponiéndose a situaciones relacionadas a dichas fobias, se va a avanzando a medida que el paciente se siente cómodo y se intenta también cosas más desafiantes, pero siempre a medida que el paciente se sienta cómodo.
Indicó que, según su experiencia, abunda mucho la reflexión en la terapia de la situación actual, pero también se exploran otras situaciones en las cuales el paciente solía tener y que ya no le teme, para que pueda hacer una introspección.
Agregó que estos ejercicios deben hacerse sin forzar a la persona, y explicó que, en su práctica, utiliza el ejercicio de la compasión para con sí mismo.
Recomendó, además, grupos de apoyo, ya que éstos ayudan en el proceso de entender que no están solos en los procesos. También trae otros beneficios, como la psicoeducación, comparten experiencias y estrategias de mejoras y se refieren a otros profesionales de salud mental para evaluaciones de fármacos que quizás pueden ayudar a la reducción de síntomas.
También aconsejó practicar mindfulness, técnicas de respiración profunda y grounding.
Recomendó además el identificar un plan de tratamiento individualizado. “Estos procesos no son lineales y toman su tiempo, vean que es una alternativa para el manejo y la reducción de dichos síntomas, y que claro podemos tener una vida funcional con cualquier tipo de diagnóstico de esta índole”, sintetizó.