Delegar responsabilidades y tareas a los hijos menores de edad, de acuerdo a su etapa de desarrollo, les ayuda a entender lo que implica vivir en comunidad y, además, estimula su independencia.
Así lo planteó la psicóloga clínica Yolanda Luna Torres en entrevista con Es Mental.
“Es importante resaltar las diversas etapas de desarrollo al hablar sobre las responsabilidades que se deben delegar, debido a que cada una tiene sus fortalezas y necesidades que los padres tienen que desarrollar y trabajar”, sostuvo la experta.
No obstante, a juicio de la doctora Sandra I. Colón Méndez, no existe una “regla mágica” que confirme que a determinados años se tienen que hacer ciertas tareas.
Colón Méndez también remarcó que la selección de tareas está sujeta a la maduración del menor, sus conocimientos, la educación de los padres, el entorno, si es hijo único, el menor entre varios hermanos, entre otros.
Por esto, la psicóloga consejera y escolar Colón Méndez destacó que, al contemplar qué tipo de actividades introducir en la rutina del menor, se debe de favorecer que haga por él mismo lo que es capaz de hacer en cada momento.
De igual manera, Luna Torres especificó que el proceso de integración debe de estar acompañado de una crianza positiva en donde se busca fortalecer la autoestima del joven mediante su etapa de desarrollo.
Colón Méndez sostuvo que incluso los cuidadores principales del menor le deben de ofrecer tiempo, espacio y confianza al exigirles asumir ciertas tareas en la casa.
Responsabilidades según etapas de desarrollo
Según la también evaluadora y terapeuta educativa Luna Torres, previo a que al niño se le asigne la tarea, los padres tienen que haber pasado por el proceso de dejarle saber cómo se hace la tarea y haberlo modelado.
Luna Torres también precisó que cometer errores mediante el proceso de aprendizaje es normal, debido a que son ejercicios nuevos para los menores.
De igual manera, Colón Méndez comentó que, específicamente los adolescentes, necesitan sentir apoyo al recibir una tarea no antes realizada.
Entre los dos y tres años, de acuerdo con ambas profesionales de bienestar emocional, toda tarea de la que se encargue el menor debe de ser supervisada por un adulto.
Colón Méndez describió que cuando son andarines deberían ser tareas muy sencillas y no hay que exigir que las hagan perfectas.
Por su parte, Luna Torres subrayó que en esta etapa se le pudiese pedir al niño o niña que recoja sus juguetes, que le devuelvan el plato al padre o encargado luego de comer e iniciar a vestirse.
Incluso, resaltó que en esta etapa a los niños se les requiere fortalecer sus capacidades a través del juego y tareas cognitivas.
Mientras, Colón Méndez ideó también que pudiesen regar las flores de la casa o el patio y recoger o poner las servilletas de mesa.
A partir de los tres años, Colón Méndez determinó que los niños comienzan a observar la conducta del adulto, a imitarla y actuar en función del premio o castigo que pueda recibir.
Incluso, articuló que el menor va siendo capaz de controlarse; por ende, entiende mejor al orden que se le pide.
“Puede poner algunas cosas fáciles en la mesa como el plato y los cubiertos. Se desnuda solo y se viste con ayuda. Aprende a compartir las cosas y a esperar su turno. Muestra interés por jugar con otros niños”, recomendó Colón Méndez.
Entre los cuatro a cinco años, Colón Méndez comentó que los niños se vuelven más autónomos en la comida y en su cuidado personal. Inician a ponerse zapatos, lavarse e ir al baño.
En esta etapa, la psicóloga escolar resaltó que al menor se le debe matizar el aceptar los turnos en el juego, debido a que se entablan las primeras amistades.
De acuerdo con Colón Méndez, ya se le puede asignar responsabilidades como poner la mesa, control de algún animal, hacer algún recado dentro del entorno familiar. Puede cuidar a hermanos más pequeños durante breves tiempos y con la presencia cercana del adulto. Debe dejar ordenados los objetos que usa.
Luego, entre los cinco a seis años, a pesar de aún necesitar a un adulto que los guíen entre lo que pueden y no pueden hacer, Colón Méndez proyectó que se les pudiesen proponer tareas domésticas sencillas.
Limpiar el polvo, recoger la mesa, preparar su ropa para vestirse y buscar lo que necesita para una actividad concreta figuraron entre los ejemplos ofrecidos por Colón Méndez.
Colón Méndez explicó que es sugerible darles para elegir entre dos opciones.
Advirtió que las intencionalidades empiezan a introducirse y se asimilan algunas normas de comportamiento, en desacuerdo con ellas.
De los seis a ocho años se puede iniciar a dar la responsabilidad de controlar dinero semanal. Asimismo, de administrarlo de manera incorrecta, deberá esperar a la semana siguiente para recibir una nueva mesada.
Incluso, la doctora articuló que se le pueden dar responsabilidades diarias tales como preparar su desayuno y bañarse.
Por su parte, la terapeuta Luna Torres mencionó que de los nueve a doce años a los niños se les puede enseñar a preparar una merienda o receta simple de cocina.
De igual manera, Colón Méndez sostuvo que, a esta edad intermedia, suelen tener una organización propia para sus materiales, ropas, ahorros, entre otros. Por esto, puede encargarse de la tarea doméstica y, a su vez, los padres exigir mayor perfección.
Entonces, entre los 13 a 18 años, Colón Méndez apuntó que las responsabilidades comunes deben incluir la limpieza de su habitación, hacer sus tareas escolares, trabajar a tiempo parcial, tener cuidado de sus pertenencias, entre otros.
“Es necesario que los adolescentes entiendan que sus responsabilidades son necesarias para poder tener su independencia, que no todo es salir con los amigos”, especificó Colón Méndez.
Igualmente, Colón Méndez recordó que es importante añadir las responsabilidades de forma gradual, para que no se sientan demasiado sobrecargados de tareas.
La experta en psicología escolar estableció que en esta etapa de desarrollo pueden poner su ropa sucia en cestas separadas la blanca y la de color. Después, se les puede enseñar a doblarla y guardar su ropa limpia cuando luego de lavarla.
Con el tiempo, Colón Méndez proyectó que se les pudiese enseñar a lavar la ropa y tenderla.
Tareas para todos en el hogar
Por otra parte, el escrito titulado Reparto de responsabilidades y tareas en el entorno de un hogar, escrito por Elizabeth Ferreras Blanco, Julia Pérez Cervera y Lourdes Victoria Medina, subraya que el tipo de tareas que se le asigna a cada miembro de la familia también afecta el desarrollo de los niños.
“Si siempre se le pide a la niña que ayude en la cocina, su hermano no sólo no aprenderá a hacerlo, sino que terminará viéndolo como una obligación propia de las mujeres y, por tanto, de la que él está excluido”, puntualizó la publicación.
El texto también indicó que, desde la infancia, hay que fomentar la colaboración y el sentido de la obligación junto con la responsabilidad, independencia, autoestima, adaptación social, valoración del trabajo y la cooperación.
A su vez, Colón Méndez especificó que no delegarles tareas a los hijos durante las etapas más tempranas de desarrollo provoca que los niños y adolescentes desconozcan su nivel de autoeficacia, destrezas y habilidades.
“Necesitan ser guiados y orientados en todo momento, aunque ellos digan que no es así”, concluyó Colón Méndez.