El estigma social, la falta de sensibilidad y comprensión hacia una enfermedad crónica, como lo es el trastorno por consumo de alcohol o conocido popularmente como alcoholismo, provoca que en Puerto Rico, aún en el 2023, predomine la mofa, los chistes y la deshumanización hacia los pacientes que batallan contra esta enfermedad.
Para muestra de ello basta con retroceder el calendario y recordar lo que aconteció hace unas semanas en la Isla con el cantante Cruz Manuel Hernández o mejor conocido como Manny Manuel y la respuesta de la sociedad puertorriqueña.
Y es que luego de que se diera a conocer públicamente la razón por la cual alegadamente se canceló su participación artística en un festival de Naranjito, muchos individuos se desbordaron en críticas y prejuicios hacia el cantante.
Pidiendo disculpas al público desde un escenario en Quebradillas, el artista aseguró que en los pasados días se le había “crucificado sin piedad”, por lo que ha sido su proceso de recuperación.
Manny Manuel, como tantos otros boricuas, es testimonio de que el trayecto a lograr superar el trastorno no es un proceso fácil ni lineal y que son múltiples los altibajos físicos y emocionales a toparse en el camino.
De acuerdo con el doctor Javier Cancel, consejero en adicciones, el estigma hacia la enfermedad es tanto que se ha normalizado creer que una persona que experimenta periodos de inestabilidad o de recurrencias de consumo, es una que sencillamente “no tiene fuerza voluntad”, “le falta a Dios” o tiene “fallas” en el carácter.
“Empezamos a buscar un montón de defectos y nos desligamos totalmente de lo que esto es: una enfermedad crónica y tratable, que de no ser tratada, puede ser mortal”, enfatizó el doctor Cancel.
Dijo también que, ante los ojos de la sociedad, a una persona con otra afección crónica, como la diabetes, por ejemplo, no se le condena igual que aquella vinculada a un trastorno por consumo de alcohol.
“Pensamos que el paciente que padece un trastorno por consumo de alcohol es una persona que siempre está con una botella en la mano, que se levanta y acuesta dándose un palo de ron o aquella que siempre está tenido problemas legales. Pero, la realidad es que eso no sucede en todos los casos”, expuso.
Esto podría complicar el proceso de recuperación y trae consigo otras consecuencias al bienestar emocional de los pacientes, como sentimientos de vergüenza, desvalorización social, exclusión, respuestas emocionales inadecuadas y baja autoestima, expone una publicación investigativa de varios psicólogos españoles.
Cuando se señala y juzga desde la falta de educación y el entendimiento, se está dando “un golpe serio” a la salud emocional y física de la persona en recuperación, señaló el doctor.
“La persona que está consumiendo alcohol no lo hace con la intención de perder a su familia, su trabajo, perder su carrera, lo hace porque sencillamente hay ciertos elementos a nivel fisiológico y psiquiátricos que lo llevan a eso”, recordó.
La estigmatización también representa un problema para aquellos pacientes que necesitan ayuda, pero no la buscan, aseguró por su parte el doctor Andrés Calvo Díaz, médico internista y especialista en Medicina de Adicción.
Según el doctor, desde los años setenta, particularmente en Estados Unidos, las enfermedades vinculadas a las adicciones pasaron a tener un contexto criminal y punitivo por campañas políticas vinculadas a figuras como el expresidente, Richard Nixon.
“Toda la parte pública, política y social se ha ido hacia este estigma. Hemos crecido percibiendo que la persona que tiene una adicción es aquella que no tiene fuerza de voluntad para quitarse, control o no le da la gana. Pero la ciencia ha explicado que es una enfermedad crónica”, enfatizó el médico.
A raíz de esto, el trastorno por consumo de alcohol se sigue viendo como un problema social e individual. Por consiguiente, no se maneja como se hace con otras enfermedades crónicas, sostuvo.
A nivel mundial y según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, 283 millones de personas (mayores de 14 años) viven con trastornos por consumo de alcohol, lo que representa el 5 por ciento de la población adulta. De estos, 237 millones son hombres y 46 millones son mujeres.
Si alguien conoce cómo es vivir en los zapatos de quienes batallan con una situación como esta lo es Miguel Coll, presidente de la Puerto Rico Addiction Research Foundation y que este mes celebra sus 31 años de sobriedad.
“A los 29 años yo estaba listo para aceptar que necesitaba ayuda. Físicamente me veía bien, pero internamente había un problema y acepté asistir a grupos de apoyo e incorporar muchísimos otros recursos de conocimiento y recuperación”, contó a Es Mental.
Coll aseguró que el prejuicio recae también sobre los medios de comunicación y la industria del cine, que en muchas ocasiones utilizan algunos casos para crear sensacionalismo y reproducir ideas estereotipadas sobre los pacientes.
Como consecuencia, algunas personas optan por experimentar su adicción en silencio, mientras otras llegan a creer que ni siquiera existe un problema que haya que trabajar.
De igual forma, el profesional de la banca mencionó que la búsqueda de apoyo profesional no debe limitarse exclusivamente al paciente, también a su círculo cercano, para que haya un mejor entendimiento de lo que ocurre y cómo estos roles son importantes para el proceso.
“Nosotros tenemos que educar a los medios y a los mismos profesionales de la salud, quienes muchas veces reproducen el estigma”, dijo.
Sobre esto, el doctor Cancel abordó que, para derribar ese estigma y la desinformación, una herramienta clave es la educación. Con la misma se podría tener un pueblo educado y que conozca cómo atender la enfermedad y lo que vive un individuo.
“El entendimiento es importante para, por ejemplo, un caso como el de Manny, que no se resuelve simplemente tomándose un medicamento. Va a haber momentos buenos y no tan buenos. Lo importante es que dentro de ese caminar la persona se mantenga firme hacia su recuperación, hacia su sobriedad”, estableció Cancel.
Agregó que: “la recuperación es posible” y que aquellos que han logrado la recuperación pueden ser gran ejemplo para quienes comienzan el trayecto a la sobriedad.