La falta de accesibilidad a servicios de salud mental, el incremento en los casos de depresión y ansiedad entre la población de adultos mayores y niños, así como los efectos emocionales por causa de la crisis climática, que ha dejado récords históricos de calor este año, han detonado una situación crítica en la salud mental de los puertorriqueños.
Desde el 2020 se ha visto un alza significativo en el uso de la Línea PAS de la Administración de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), con llamadas relacionadas a síntomas de depresión, ansiedad, ideación suicida y el uso problemático de sustancias.
El uso de la Línea PAS incrementó de 170,000 llamadas en el 2019 a 920,000 en el 2020. Mientras que en el 2021 se registraron 238,338 llamadas y el año pasado 225,626.
Este 2023, hasta finales de agosto, se habían contabilizado 238,446 llamadas entre las edades de 30 a 65 años en adelante, superando los números del 2021 y reportándose una mayor participación de hombres.
Particularmente, hubo un aumento en la utilización de estos servicios entre la población de adultos mayores en Puerto Rico, precisó la doctora Monserrate Allende Santos, coordinadora de la Línea PAS de ASSMCA en entrevista con este medio.
“Tenemos muchas personas de la tercera edad utilizando la línea ante la situación de la soledad que viven, preocupaciones por su salud y el costo de vida, y también manifestando que han perdido sus cuidadores porque se fueron de Puerto Rico”, comentó Allende Santos.
“Están llamando personas que no tienen historial de salud mental previo, pero han tenido problemas, conflictos y desean dialogar con un profesional de la salud mental”, continuó.
De hecho, el incremento en los casos de ansiedad y depresión entre los envejecientes es un tema de preocupación actual entre muchos profesionales de salud mental, según el doctor Ángel R. Comas Nazario, presidente electo de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.
“Tenemos una creciente población envejecientes que tienen unas carencias y, al existir tantas limitaciones, los niveles de ansiedad, ya sea por la falta de recursos, la pobreza o la falta de apoyo, se desarrollan o se exacerban”, explicó el doctor Comas Nazario.
Por otro lado, el doctor Javier Portalatín Mercado, director del Departamento de Salud Mental y Desórdenes Adictivos del Hospital General Castañer, que ofrece servicios a ciudadanos de Adjuntas, Jayuya, Lares, Maricao y Yauco, indicó que el 2017 el porcentaje de pacientes recibiendo servicios de salud mental aumentó hasta en un 86 por ciento.
Una cuarta parte de los pacientes que acuden a estos profesionales de la salud mental son, precisamente, personas de 60 años en adelante. Es decir, un 25 por ciento de la población que impacta el Departamento de Salud Mental y Desórdenes Adictivos, integrado por psicólogos clínicos, trabajadores sociales, consejeros en rehabilitación, alcance comunitario y un psiquiatra.
“Si miramos una posible población de adultos mayores en los próximos años, y a eso le sumamos las personas que están entre 45 a 59 años, lo elevaría a un 44 por ciento”, enfatizó el doctor Portalatín Mercado.
De otra parte, entre la población de niños y adolescentes cada vez son más los casos de ansiedad y depresión que ven los especialistas en la práctica diaria. Pero, además, el consumo de sustancias, de acuerdo con la encuesta de Consulta Juvenil, realizada entre estudiantes de séptimo a duodécimo grado de escuelas públicas y privadas, y la cual confirma un incremento en el uso de alcohol, cigarrillos electrónicos y marihuana.
Siendo esta última protagonista de los hallazgos de la investigación Uso de cannabis y conductas suicidas entre estudiantes de una muestra representativa en Puerto Rico tras vincularse como factor de riesgo en pensamientos suicidas entre los jóvenes boricuas. Los mismos se dieron a conocer en agosto de este año por el doctor Juan Carlos Reyes, del departamento de Bioestadística y Epidemiología del Recinto de Ciencias Médicas.
Sobre el uso problemático de sustancias ilícitas existe, asimismo, la preocupación por las muertes por sobredosis de opioides en la Isla. Aunque la crisis no es similar a la que experimenta Estados Unidos, es una situación que ASSMCA monitorea de cerca, según indicó la agencia a Es Mental.
Especialmente, porque la mayoría de los fallecimientos hoy se asocian al consumo de fentanilo, un opiáceo sintético que resulta 100 veces más potente que la morfina y que en Estados Unidos mata diariamente a más de 150 personas, coinciden los profesionales entrevistados por Es Mental.
Los estresores constantes, que incluyen factores económicos, sociales y ambientales y que en el archipiélago se vienen experimentando desde el embate del huracán María en el 2017, el verano del 2019, los terremotos del 2020 y la pandemia por COVID-19, exponen a los puertorriqueños a lo que podría ser el uso problemático de sustancias.
“El consumo de fármacos, como los opioides, es una problemática que está costando vidas y Puerto Rico no queda exento. El incremento está ahí y lo vemos”, señaló el doctor Comas Nazario.
Reiteró que, aunque parece normalizado, los excesos en el consumo de alcohol también tienen repercusiones sobre la vida física y emocional de las personas. Empero, no se ve una merma en la utilización.
Dijo que la peligrosidad del alcohol radica en lo versátil que suele ser el uso, ya que se hace presente en celebraciones, a la hora de mitigar cómo se siente una persona por una pérdida o porque está triste, para dejar de un lado el estrés del trabajo, entre otros y con esto los excesos, accidentes de tránsito, la violencia intrafamiliar y mucho más.
Pese a todo esto, más alarmante es lo difícil que se le hace a los ciudadanos buscar ayuda, dijo la doctora Karen Martínez, directora del Programa de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
Martínez aseguró que muchas son las personas que siguen topándose con obstáculos para recibir los servicios que tanto necesitan.
En el caso de las zonas rurales, existe una inequidad sanitaria, que pone en juego el bienestar físico y emocional de los puertorriqueños que residen en estos pueblos.
“Dentro de la ruralía no se cuenta con todos esos servicios de especialistas necesarios, incluyendo a especialistas en salud mental. Para hospitalizaciones por ideación suicida, nos vemos en la necesidad de referir a pueblos lejanos; muchos pacientes no tienen los recursos, la transportación e incluso la disposición de viajar a otro pueblo para poder recibir este tipo de servicio que es sumamente necesario para prevenir y reducir la tasa de suicidio”, mencionó por su parte la doctora Faviola León Torres, psicóloga clínica del Departamento de Salud Mental y Desórdenes Adictivos del Hospital General Castañer.
La Asociación de Psicología sigue siendo vocal en que la prevención debe ir de la mano del acceso a servicios y es hora de que el tema se trabaje con celeridad.
“De nada vale decirle a la gente visita tu psicólogo y quítate el tabú, ya que la gente llama y las citas están para seis meses. Hay condiciones de salud mental que tú tienes que ver el paciente semanal. El acceso al servicio tiene que ser de las mayores preocupaciones como asociación y profesionales de la salud mental”, recordó la presidenta de la Asociación, la doctora Patricia Landers Santiago.
Otra situación en el panorama actual de salud mental actual es la crisis climática, que ha estado presente en estos últimos meses del 2023 con registros históricos de calor en la Isla.
Este junio, por primera vez en la historia del archipiélago, se emitió una vigilancia de calor extremo para toda la isla, con índices de calor entre los 102 a 115 grados Fahrenheit.
Por mucho tiempo los especialistas han advertido sobre las repercusiones que tienen las altas temperaturas sobre la salud mental de la población, que incluyen la exacerbación de trastornos de salud mental y un impacto en el efecto de los medicamentos en personas con condiciones clínicas, como esquizofrenia y psicosis, señaló Comas Nazario.
“La ola de calor está afectando el efecto que tenga el medicamento en el organismo. Así que una persona que esté tratándose por alguna situación, quizá el medicamento no le esté funcionando de la manera que se espera, debido a las condiciones ambientales”, concluyó el psicólogo.