Ningún niño o niña debería usar o tener acceso a las redes sociales antes de los 13 años, según mencionaron expertos entrevistados por Es Mental, las exigencias o políticas que tienen las redes sociales más populares, al igual que las estipulaciones de la Asociación de Psicología de Estados Unidos (APA por sus siglas en inglés).

A pesar de haber límites generales en cuanto a la edad media, no es tan importante la edad, sino evaluar la madurez del niño o la niña, comentó la psicóloga clínica Idamaris Santiago Castro

“Puede haber un grupo de niños con 10 años y entre ellos existen distintos contextos familiares, características y personalidades que pueden ser de su beneficio o para su desventaja con el manejo de las redes sociales”, expresó al indicar que es responsabilidad de cada madre, padre o encargado examinar la capacidad de su hijo o hija.

No hay un formulario específico para determinar la madurez de un menor, aseguró Santiago Castro. Cada padre debe de conocer las fortalezas y debilidades del menor. 

Asimismo, Santiago Castro ofreció ejemplos de algunas señales de alerta, entre ellos si el menor es muy impulsivo o que ya está mostrando rasgos de cierta dependencia a las aplicaciones o la tecnología y, además, está mostrando un pobre manejo y vulnerabilidad hacia la adicción. Si se esconde para usar la aplicación o las redes sociales y no muestra resistencia a enseñarle a sus padres lo que está viendo, también es una bandera roja. Asimismo, la experta advirtió de velar igualmente por que el menor no descuide sus responsabilidades, estudios y vida social presencial por las redes sociales.

Por su parte, la también psicóloga clínica Michelle Ortiz Peña añadió que hay que evaluar cómo actúa y cuán responsable es el menor con las reglas de la casa y de la escuela, cómo reacciona a las peticiones de los padres, cuán capacitado está para el entendimiento de lo que implica un medio electrónico, cómo maneja las interacciones presenciales con otras personas y cuánto respeto presenta hacia las figuras de autoridad. 

Otros ejemplos de que un menor no está preparado, según la APA, son una tendencia a utilizar las redes sociales a toda costa, a pesar de que está interfiriendo con las tareas más importantes, esforzarse de manera excesiva para tener acceso continuo a las redes sociales y síntomas de ansiedad por usar las redes sociales. Además, otras alarmas pueden ser tener un comportamiento mentiroso o engañoso para retener el acceso al uso de las redes sociales y la pérdida o la interrupción de relaciones significativas u oportunidades educativas debido al uso de los medios

De manera similar, Ortiz Peña comentó que es necesario evaluar cómo el niño o la niña maneja las redes sociales de mamá y papá. Es decir, supervisar con quién habla, cómo se comunica, e ir hablando con él o ella sobre las reglas, funciones y establecer un acuerdo. 

Para determinar madurez, todo depende de cada familia y las expectativas de cada progenitor, dijo Ortiz Peña. Lo primero es irlos exponiendo a responsabilidades en el hogar.

 “Si usted como progenitor le dice a su hijo o hija que tiene que apagar el monitor a esta hora, y no lo respeta, tampoco va a respetarlo cuando se trate de una red social”, afirmó. 

Por este motivo, Santiago Castro destacó que es necesario poder hablarles y explicarles el uso, riesgos y la funcionalidad de la red social. Como padre o encargado, se  debe de pensar en los beneficios y los riesgos para los niños, detalló. 

A muchos padres les preocupa privar a sus hijos de las redes sociales, pues son parte de nuestro diario vivir y cultura. No obstante, esto es así dentro de unos límites específicos”, concluyó. 

En este marco, Ortiz Peña estableció que, de no tener las capacidades de entendimiento para manejar el mundo de las redes sociales, el menor se puede prestar para acoso cibernético, baja autoestima, bullying y el uso de fotos para explotación del menor, entre otras consecuencias. Igualmente, un menor o incluso adolescente que tenga problemas con su autoimagen, va a ser más impactado por los algoritmos, subrayó.

En esta línea, el APA recalcó que las investigaciones demuestran que la exposición de los adolescentes a la discriminación y el odio cibernético provoca un aumento en la ansiedad y síntomas de depresión. Los estudios también indicaron que en comparación con el acoso presencial, el acoso en línea suele ser más grave y, por lo tanto, más perjudicial para el desarrollo psicológico.

La entidad propuso que los adolescentes deben recibir educación y herramientas para reconocer el racismo, discrimen y críticas. Aseguró que el monitoreo de adultos, adiestramiento previo y la discusión activa del contenido virtual pueden reducir los efectos de la exposición al ciberodio en el ajuste psicológico de los adolescentes.

Santiago Castro sostuvo que si el menor aún no ha desarrollado las destrezas de socializar y tiene dificultades en la escritura o en el habla, no debe de integrarse en las redes sociales, pues tanto las sugerencias del teclado como la facilidad de expresarse frente a un monitor en vez de en vivo pueden deteriorar o retrasar su desarrollo

“Pueden crear muletillas o lagunas en su aprendizaje y desarrollo que después son difícilmente recuperables”, dijo.

Santiago Castro dijo que es esencial establecer parámetros, como limitar el tiempo y no darle el celular para que el niño lo use por horas sin pausa. Hay contenido educativo, adecuado y estimulante para el desarrollo de todo menor, pero es importante la supervisión y el uso de control parental, finalizó.