Ante la carencia de accesibilidad a servicios de cuidado tanto para personas con trastornos de salud mental como para adultos mayores con condiciones neurodegenerativas, el número de puertorriqueños que tienen que abandonar sus responsabilidades por cuidar de la salud de un familiar ha incrementado, afirmó el psicólogo geriátrico Gerardo Rivera Torres.

Según explicó el experto a Es Mental, a parte de los hospitales psiquiátricos, existe una carencia de lugares que cuiden personas con condiciones de salud mental, lo que compromete más a la familia.

“En Puerto Rico no se está atendiendo el envejecimiento de la población”, se lamentó al afirmar que no hay preparación para cuidar de los habitantes del país. 

Por su parte, la psicóloga Brenda Ríos Avilés coincidió con Rivera Torres al afirmar que el tener que buscar ayuda externa para cuidar de un familiar que enfrente una condición mental puede acarrear costos altísimos. 

Hay muy poca ayuda y servicios disponibles para asistir a las personas con esa necesidad económica y hacer estos servicios más accesibles, criticó.

Por esto, ambos expertos hicieron un listado de recomendaciones para los cuidadores de pacientes con condiciones de salud mental. 

A continuación los detallamos:

  • Capacitarse e informarse

Según Ríos Avilés, conocer a fondo cuál es la condición mental que la persona está enfrentando es esencial para asumir su cuidado. 

Destacó que mientras más información tenga, mejor va a ser la adaptación en cuanto a los efectos y poder anticiparlos.

  • Apoyar al paciente

La psicóloga precisó que la persona encargada del cuidado debe de apoyar al paciente para mantener su tratamiento y poder controlar el impacto de la condición.

Alertó que es esencial no asumir responsabilidad total. Comentó que la persona debe entender que, mientras el paciente sea capaz de hacerlo, se debe de responsabilizar por una gran parte de sus cuidados y tratamiento, bajo supervisión de ser necesario.

  • Establecer límites

“Tome tiempo para sí mismo”, afirmaron ambos expertos de salud mental.

Rivera Torres, por su parte, abundó que es necesario realizar actividades de autocuidado, distracción y desalojo sin sentirse culpable. 

Propuso identificar posibles fuentes de apoyo para distribuir los días de cuidado durante la semana y no tener que uno mismo encargarse de todos los días. Comentó que es importante distribuir su tiempo y organizar las horas de cuidado que va a ofrecerle a su familiar.  

  • Buscar ayuda psicológica

Rivera Torres sugirió hacer una autoevaluación para intentar saber cómo y cuánto le está afectando el tener que encargarse de este familiar. 

Alertó que no se debe de sentir vergüenza por buscar o admitir que necesita ayuda emocional. 

El impacto emocional del cuidador 

Tener que cuidar de un paciente de salud mental va a tener un impacto directo en el cuidador, pues, posiblemente, su vida cambia, afirmó la Ríos Avilés. 

Indicó que el impacto emocional suele empezar al recibir el diagnóstico al traer pensamientos de negación y problemas en el proceso de adaptación. A su vez, hay un efecto directo en su rutina diaria.

Ríos Avilés aseguró que el impacto del cuidador depende de la severidad de la condición o el estado del paciente. Comentó que cuidar de una persona requiere empatía y capacitación, pero en condiciones más crónicas o severas, donde va a haber un deterioro marcado, el impacto va a ser mayor y a largo plazo. 

Mientras, Rivera Torres añadió que el cuidador puede sufrir por estar cuidando de una persona con cambios emocionales, que se les hace difícil seguir instrucciones o cooperar con su propio tratamiento. Incluso, apuntó al impacto emocional que viene con el deterioro del familiar que está cuidando o cuando la persona no tiene red de apoyo.

Lo más común según la opinión de ambos expertos es el síndrome de quemazón o “burnout”, que Ríos Avilés definió como un estado agotamiento físico y emocional que sufren los cuidadores que se encargan de familiares de forma continua o durante largos plazos de tiempo. 

De acuerdo con la Revista Clínica de Medicina Familiar en Barcelona, los síntomas más comunes suelen ser el estrés, ansiedad, depresión, cansancio, falta de energía, imposibilidad de relajarse, palpitaciones, cambios frecuentes de humor, apatía constante, tensión emocional, desesperanza, no se encarga de satisfacer sus propias necesidades por falta de tiempo, deja de lado amistades, el ocio, impaciente, resentimiento y aislamiento familiar y social.

Rivera Torres añadió otros síntomas como cambios en el ánimo, problemas para dormir, cansancio extremo, episodios de coraje, irritabilidad, tristeza, ansiedad, ira, entre otros.

El patrón alimenticio también puede cambiar en el cuidador, ya sea que come más o menos.

El síndrome de quemazón, si no se atiende cuando la persona empieza a mostrar síntomas, es el comienzo de desarrollar un posible trastorno emocional, advirtió Rivera Torres al afirmar que puede desencadenar en distorsiones de ansiedad o depresivos.

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