Pese a que los cuidadores de personas con autismo están expuestos a situaciones de salud mental como depresión y ansiedad, el tema suele pasar desapercibido a raíz de las demandas impuestas culturalmente a quienes ocupan este rol.
Según el psicólogo Héctor M. Gómez Martínez, las exigencias impuestas a padres y cuidadores contribuyen a una mayor incidencia de depresión y ansiedad, y afecta, además, negativamente a todo el entorno familiar.
“Esto, a menudo, puede producir lo que es una fatiga, sensación de fracaso, insomnio, pérdida del sentido de prioridad, estado depresivo, aislamiento social, irritabilidad, entre otros”, explicó Gómez Martínez durante su conferencia Estrés y bienestar psicológico en cuidadores de personas con autismo, en la 69na edición de la convención anual de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.
“Esto es horrible y tenemos casi un 50 por ciento de las personas que no tienen ningún tipo de apoyo, que están sufriendo esto solos”, agregó.
Dijo que los estereotipos de la sociedad sobre el ser padres perfectos, al cuidado de un menor con autismo, provoca que estas personas lleguen a minimizar lo que están sintiendo, “así que en muchas ocasiones pasa por desapercibido”, dijo.
Ante la falta de estadísticas relacionadas a la situación, el psicólogo y la estudiante doctoral, Natalia V. Tristani, recopilaron datos que arrojan luz sobre las situaciones de salud mental que enfrentan los cuidadores de personas con autismo.
Sin embargo, un dato que preocupó a los profesionales es que de los 120 participantes del cuestionario, un 19 por ciento coincidió en haber pensado en la muerte en algún momento durante las últimas dos semanas.
“Para mí eso es sumamente preocupante, que la necesidad de este cuidador sea tanta y que haya pensado en la muerte como una solución a su posible problema”, sostuvo.
De manera similar, el doctor discutió que el tema necesita una mayor visibilidad, pues ni el propio cuidador conoce cuáles recursos puede utilizar a favor de su bienestar físico y mental y cuáles leyes tiene a su disposición.
“No saben dónde comenzar a buscar la información y lamentablemente no se encuentran con personas que puedan ayudarlos”, comentó.
Otros datos recopilados apuntan a que son las personas identificadas por el género femenino y entre las edades de 40 a 50 años quienes principalmente ocupan el rol de cuidadoras en la Isla. Un 30 por ciento de las entrevistadas contaba con estudios universitarios y su estado civil era casada.
Un 47 por ciento respondió que como cuidadoras no tienen apoyo de otras personas que les ayude en sus tareas habituales.
Y es precisamente lo que Gómez Martínez señaló en su presentación, que las exigencias sociales no solo apuntan a que el cuidador debe ejecutar diferentes tareas relacionadas a su rol, sino que “tiene que seguir también con su vida profesional”.
“Esa es la realidad, ¡y claro que causa malestar y estrés! Si no tienen tiempo para ellos como individuos”, concluyó.