Los retos y cambios que experimentan los adultos mayores durante la vejez podrían desencadenar en el abuso de sustancias, expuso el profesor Juan Nazario Serrano en la presentación Lo que nadie habla: Adultos mayores consumidores de sustancias y los retos en la evaluación e intersección clínica.
En la conferencia, llevada a cabo durante el Simposio Temático 2022 de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, Nazario Serrano apuntó a la importancia de hablar sobre el tema, ya sea por lo desafiante que resultan las evaluaciones y el cernimiento sobre el abuso de sustancias en esta etapa de vida, pero además por tratarse de una población que predomina en la Isla.
“Claramente tenemos una pirámide invertida en términos sociodemográficos, en donde tenemos una población que cada vez es más vieja y es importante dar esa mirada de consumo de sustancias en adultos mayores, porque lo estamos viviendo y vamos a tener que trabajar con eso», dijo el catedrático asociado de la Universidad Carlos Albizu en San Juan.
Según Nazario Serrano, durante la etapa de desarrollo de la adultez mayor es poco predecible que los adultos puedan identificar señales de ansiedad por consumo de alguna sustancia y, en todo caso, llega a percibirse como una necesidad para calmar o tratar otra situación.
“Como especialistas sabemos que se empiezan a usar sustancias como respuesta a los dolores crónicos y eso puede llevar a desarrollar un uso problemático de sustancia en este adulto mayor”, aseguró.
Entre los factores de riesgo está el haber tenido un historial previo de consumo excesivo, los cambios fisiológicos que conlleva la etapa de desarrollo de la adultez mayor, metabolización de las sustancias (hígado y riñones se tardan en procesar los medicamentos), la aparición de dolor crónico y el uso de medicamentos.
“Hay otros factores que ponen a nuestros viejas y viejas en esta situación de mayor vulnerabilidad, como el retiro, pérdidas y factores económicos que los llevan a niveles, inclusive, de pobreza”, agregó.
De igual manera, el doctor compartió que se estima que, a nivel mundial, un 4 por ciento de los adultos mayores tienen un problema de abuso de sustancias, siendo los opioides, alcohol y cannabis los más utilizados. Y que, además, hubo un aumento (de un 35 por ciento) en la prescripción de medicamentos para esta población y las hospitalizaciones por el mal uso.
“Cuando vemos medicamentos prescritos vemos que, al menos cinco, son usados por adultos mayores. Ya sabemos lo que significa esto en términos de riesgos”, sostuvo.
Por otra parte, aunque el consumo de alcohol en los adultos mayores es menor, en comparación con otras poblaciones, representa un 10.7 por ciento en atracones por alcohol.
“1.4 millones de adultos mayores en los Estados Unidos cumplen criterios diagnósticos para un trastorno por uso de alcohol y 68 por ciento de ellos toman alcohol con sus medicamentos prescritos”, manifestó.
El profesor concluyó su turno al compartir algunas de las implicaciones que derivan del abuso de sustancias, entre ellas los síntomas de retirada (que se presentan cuando una persona deja de consumir la sustancia drásticamente), situaciones emocionales y físicas, como mayor aumento de mortalidad, malnutrición, riesgo de caídas, enfermedades del corazón, desórdenes del sueño; problemas de memoria y otros.
“Hay mucha dificultad en la identificación porque hay situaciones médicas que tienen síntomas similares y hay deterioro cognitivo en el paciente y se le hace difícil poder identificar el problema o en términos de memoria. Es importante ser sensibles y sensitivos a estos signos”, explicó.
Otro reto para los profesionales, insistió, es el consumo tradicional de medicamentos por parte del paciente.
“Si estamos hablando de casi cinco medicamentos que están utilizando nuestros adultos, sabemos la implicación que esto tiene y la interacción que está teniendo. Y la realidad es que, en una sobredosis, la persona no percibe lo que está ocurriendo’’, dijo.
Finalizó al puntualizar que todos los profesionales de la conducta humana deben recopilar el historial médico del participante, saber detalladamente cómo está usando sus medicamentos y estar al tanto de los hallazgos emocionales y los compartimientos que están llevando al abuso de sustancias.