UTUADO – Como Wildairy Bermúdez González y Rafael Juarbe Pagán son muchos los agricultores puertorriqueños que con sacrificio y mucha paciencia se levantan a diario a trabajar en la tierra para que su producción rinda frutos y con esto sacar sus familias adelante.
Pero, ¿qué sucede cuando un evento atmosférico llega y cambia todos sus planes y trastoca, asimismo, la salud emocional de quienes se dedican a la práctica agrícola?
Tras el embate de huracán Fiona por Puerto Rico, el Departamento de Agricultura dio a conocer, a través de su secretario Ramón González Beiró, que las pérdidas en el sector agrícola podrían ser multimillonarias y que por causa del evento natural la mayoría de los cultivos de plátanos y guineos quedaron destrozados, así como efectos directos en la producción de café, cítricos, papayas, ganado, en otros, precisó de forma escrita.
Según Vanessa Piñeiro Solano,de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico, en la historia de Puerto Rico nunca se había visto una crisis agrícola como la que Fiona ha dejado a su paso.
“Esto ha sido más que María, porque después de María pasaron los temblores, vino la pandemia. Son factores que simultáneamente se han mezclado con un evento como este’’, sostuvo.
Sin embargo, lo ocurrido no solo tiene implicaciones al bienestar físico y económico de los integrantes de este sector, pues abarca también el impacto emocional que constantemente experimentan, y cuya situación no puede continuar dejándose pasar por desapercibida, según el psicólogo clínico comunitario Eduardo A Lugo Hernández.
“Son un sector bastante olvidado y que a nivel económico pasan muchas necesidades y son pocas las iniciativas de parte del gobierno de Puerto Rico para apoyar las gestiones que están haciendo, particularmente agricultores que están trabajando con conocimiento de los peligros que tenemos en términos de sustentabilidad alimenticia del país. Evidentemente los desastres naturales afectan a todas y todos, pero a ellos les añade una presión por lo que implica la pérdida de sus cosechas, su sustento y el impacto a sus vidas’’, aseguró Lugo Hernández.
Como si se tratara de los “David que siempre están enfrentando a Goliat’’ e intentan mantenerse a flote a raíz de una suma de factores sociales, económicos y ambientales, los agricultores anímicamente se exponen a sentimientos de tristeza, miedo y desamparo por eventos como estos, dijo el profesor Javier Pérez Lafont, director del Proyecto Génesis AgroEmpresarial del Departamento de Tecnología Agrícola de Universidad de Puerto Rico en Utuado.
“Estamos hablando de trabajo acumulado de años que se va en un día. A esto le sumamos que los agricultores en Puerto Rico son de las clases más desprotegidas, y no porque no existan políticas públicas que fomenten la agricultura o que no haya unos incentivos y subsidios para la práctica agrícola, sino porque la gente tiene como perspectiva de que la agricultura es algo sencillo, pero la realidad del caso es que la agricultura es unas de las actividades económicas y culturales más complicadas porque depende de múltiples factores para el éxito de la empresa’’, sostuvo.
‘’La gente dirá: ‘Bueno del Huracán María a este huracán se supone que la agricultura se hubiera repuesto’. Pero la realidad es que es una actividad que cualquier situación atípica trae problemas en el proceso de producción”, agregó.
Piñeiro Solano mencionó, asimismo, que los agricultores están tristes y desesperanzados y que, por el hecho de que algunos están asimilando la situación, olvidan que solo tienen un plazo de cinco días para reclamar en la Corporación de Seguros Agrícolas de Puerto Rico.
La activación de cubierta, como es reconocida, debe además completarse con la Declaración Post Pérdida (CSA-PR-122) y mediante correo postal certificado, según las instrucciones del reglamento.
“Mi llamado es a las personas, que nos apoyen, a que apoyen la agricultura. Si ustedes nos apoyan, nosotros no sufrimos tanto, porque no perdemos’’, puntualizó.
El psicólogo clínico comunitario, Lugo Hernández, junto a otros colegas próximamente darán a conocer detalles de una iniciativa de apoyo de salud mental y acompañamiento a los agricultores de la Isla.
“Llevamos tiempo pensando y viendo las necesidades de nuestros agricultores en términos de salud mental y los diferentes estresores con esto de la crisis climática, nos movemos a la necesidad de poder apoyarles y brindarles herramientas para poder manejar los estresores que están enfrentando’’, adelantó a Es Mental.
Duro el panorama, pero no pierden sus esperanzas
Con 21 años comenzó su sueño de ser agricultura y tras varios años “en la lucha’’ Bermúdez González hizo posible la Finca Anacagüita en Utuado; su principal sustento económico dedicado a la producción de cilantrillo, lechuga y recao, que además brinda empleo a tres personas más, y el cual domingo pasado fue afectado significativamente por Fiona.
“El cultivo de recao, lamentablemente, lo perdí completo. Se perdieron dos estructuras y casi 1,200 plantas de recao. Las estructuras son pérdida total’’, contó la profesional.
Estas cosechas, en particular, se tardaron dos años en dar sus mejores resultados, por lo que estima que sus pérdidas económicas pueden comenzar en 4 mil dólares para la inversión de las estructuras afectadas y el sistema de riego, destrozado por el embate.
“En el huracán María no nos pasó absolutamente nada y las estructuras resistieron completamente y, pues siendo te sincera, he llorado y me he sentido bastante frustrada, pero lo importante aquí es en seguir aportando un grano de arena a Puerto Rico y la agricultura’’, afirmó la mujer de 34 años.
“Yo llevo desde mis 21 años haciendo esto y por mi mente nunca ha pasado quitarme. Una se limpia las lágrimas y sigue adelante’’, añadió.
En otro rincón de Utuado, un pueblo visiblemente afectado por el ciclón Fiona, se encuentra la Finca Viernes, del agricultor Rafael Juarbe Pagán y en cuyo relato destaca la valentía y la esperanza de seguir adelante pese a las adversidades, pues tras el paso del también huracán María, en septiembre del 2017, también se vio muy afectada.
Esta vez el 90 por ciento de su cosecha de plátanos tuvo efectos considerables, lo que se traduce a sobre cinco mil matas del producto.
“Duele ver tanto esfuerzo, sin embargo, me hace sentir con esperanza de que en nueve meses voy a verla igual (la finca) o mejor’’, compartió Juarbe Pagán.
Añadió que de las situaciones, positivas o negativas, siempre hay un aprendizaje y en los próximos días sumará toda su energía y empeño para continuar trabajando con la tierra y ver los resultados de esta.
“El riesgo que vivimos en estos días es uno del cual hay que prepararse mentalmente y saber de antemano que esto puede pasar; hay que estar listos para el día después’’, concluyó.