Suicidio, palabra que para muchos aún representa una dimensión prohibida. Por su parte, para otros, es la alternativa más viable para solucionar sus problemas.
La Organización Mundial de la Salud estima que más de 700,000 personas se suicidan cada año, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos. Puerto Rico no es la excepción, ya que anualmente se reportan cientos de suicidios, alcanzando más de 1,700 suicidios desde el 2016 hasta inicios del 2023. Este fenómeno es considerado un problema de salud pública a nivel mundial.
El suicidio no sólo impacta a quien realiza el acto, sino que deja a su paso familiares y amigos afectados de por vida. Particularmente, los jóvenes y los adultos mayores son las poblaciones más vulnerables. Por otro lado, el suicidio consumado es más común en hombres, sin embargo, el intento de suicidio es más común en mujeres. Probablemente, ésto se debe a que los hombres recurren a métodos más letales en sus intentos.
No obstante, el intento de suicidio previo es el principal factor de riesgo, ya que demuestra que la persona no tiene reparos en considerar esta alternativa, a pesar de sus consecuencias. A su vez, algunos trastornos de salud mental, como los trastornos del estado de ánimo, representan un factor de riesgo, debido a sus síntomas y características. Por otra parte, aunque los trastornos de salud mental no son hereditarios, existe una predisposición para aquellas personas con familiares con historial de condiciones de salud mental. De igual forma, algunas características biológicas, como los desniveles en ciertos neurotransmisores, pueden incidir en el desarrollo de la conducta suicida. Además, algunos rasgos de la personalidad como la impulsividad y la agresividad, se consideran factores de riesgo. Tampoco se pueden perder de perspectiva los factores psicosociales como los problemas familiares, el divorcio, la pérdida de empleo, los problemas económicos, entre otros. Incluso, los eventos naturales como los huracanes y los terremotos, se consideran factores de riesgo, ya que éstos traen consigo un sinnúmero de problemas psicosociales.
Ahora bien, existen factores protectores que pueden ayudar ante casos de riesgo suicida. El apoyo de familiares o allegados es vital en este tipo de situaciones. También, las destrezas para solucionar problemas como el autocontrol, la asertividad y el manejo de emociones, son herramientas que ayudan a enfrentar situaciones difíciles y, por ende, a prevenir los pensamientos suicidas. Asimismo, el acceso a servicios de salud y la asistencia financiera para alimentos, vivienda, entre otros, suponen factores protectores que contribuyen al alivio de la carga física y mental del diario vivir. Además, elementos personales como la sana autoestima, el autocuidado y las habilidades sociales, representan características que ayudan a disminuir el riesgo de pensamientos suicidas.
Evidentemente, existen diversos factores que pueden ayudar a predecir una persona en riesgo suicida. De igual modo, existen varios elementos que contribuyen a disminuir el riesgo de suicidio. A su vez, la mayoría de las personas en riesgo suicida, presentan señales de alerta, las cuales no siempre se detectan o se relacionan con riesgo suicida. Algunas de estas señales son cambios repentinos en el comportamiento, expresiones que demuestran pocas ganas de vivir o falta de propósito en la vida y conductas autodestructivas, como el alto consumo de drogas y alcohol.
Cabe resaltar, que no toda persona que haya presentado conducta suicida se cataloga como una persona en riesgo alto de suicidio. Es de suma importancia evaluar todo el contexto y el panorama que rodea a la persona en riesgo, para determinar el nivel de peligrosidad. Para ello, es importante que un profesional de salud mental evalúe el caso, de modo tal, que se puedan tomar las medidas necesarias para salvaguardar la vida de la persona en riesgo. Por consiguiente, ante la sospecha de una persona en riesgo suicida, se recomienda dejar a un lado el temor y preguntar de forma clara y directa si la persona considera suicidarse. Es un completo tabú considerar que, al hacer la pregunta de forma directa, se incita a la persona a suicidarse. Por el contrario, preguntar salva vidas, ya que promueve la búsqueda de recursos de ayuda.
Es casi un hecho que todos o la mayoría de los profesionales de ayuda se toparán, a lo largo de sus carreras, con al menos, un caso de riesgo suicida. Por tal motivo, es de vital importancia conocer cómo manejar adecuadamente este tipo de casos. Por otro lado, debido a la gran cantidad de factores psicosociales que afectan la sociedad actual, es común, en algún momento, encontrar un familiar, amigo o conocido en riesgo suicida. En consecuencia, se recomienda conocer recursos de ayuda para manejar este tipo de situaciones. En Puerto Rico, existe la Línea PAS (Primera Ayuda Psicosocial), a través del 1-800-981-0023. A su vez, el 988 es la línea directa para el manejo de suicidio y crisis. También, existen múltiples recursos de ayuda, como grupos de apoyo, centros de terapia y profesionales capacitados para trabajar con este fenómeno.
El suicidio no es un mero acto producto de tristeza o malestar, es un fenómeno complejo que amerita un análisis y comprensión profunda. Por tanto, se debe promover la educación en torno a este fenómeno, de modo tal, que el conocimiento contribuya a la erradicación del estigma y el tabú hacia el mismo. De esta forma, será más probable que se detecten y canalicen correctamente los casos de riesgo suicida.
Aquí la Guía para el Manejo de Casos de Riesgo Suicida
*La autora es consejera profesional licenciada.