La combinación de la psicología y la espiritualidad puede ser de gran beneficio para pacientes con condiciones tanto de salud mental como físicas, según expertos entrevistados por Es Mental y estudios publicados sobre el tema. 

Además, puede ser útil como método de afrontamiento y de relajación.

Sin embargo, no debe de ser una práctica impuesta por un profesional de salud mental, sino que sea solicitada por el paciente.

El doctor en psicología social y comunitaria, Carlos Rubén Carrasquillo Ríos, sostuvo que la espiritualidad ha sido parte de la práctica de la psicología desde que surgió la disciplina.

“La espiritualidad impacta la manera en que las personas quieren vivir y en la que interactúan. Contesta la pregunta quién soy y a dónde voy”, explicó Carrasquillo Ríos.

Según la Alianza Nacional de Trastornos Mentales (NAMI, por sus siglas en inglés),  la espiritualidad incorpora prácticas de la salud mental y bienestar emocional que ayudan a una persona con su identidad y a empoderarse. 

La combinación de la espiritualidad dentro de la psicología facilita el que la persona se enfoque en su crecimiento personal, de acuerdo con NAMI.

Por su parte, el psicólogo clínico Orlando M. Pagán Torres recordó que ambas prácticas no han sido siempre aceptadas por profesionales de la salud, pues la espiritualidad no es medible.

Carrasquillo Ríos añadió que con el surgimiento del conductismo en el siglo XX los expertos en bienestar emocional rechazaron el uso de la espiritualidad dentro de la ciencia porque la utilidad de ella no cumple el modelo empírico que requieren.

No obstante, Pagán Torres estableció que no fue hasta que en el 2009, con los estudios del doctor en psiquiatría Harolg G Koenig, que se reconocieron los beneficios de la espiritualidad en la salud mental.

Uso de la espiritualidad en la salud mental

De acuerdo con los hallazgos de la investigación de Koenig titulada Religión, espiritualidad y salud mental, la espiritualidad puede ayudar a las personas como método de afrontamiento.

Incluso, según el también profesor del Centro Médico de la Universidad de Duke, la espiritualidad está relacionada con menos depresión, suicidios, ansiedad, abuso de sustancias y mejores capacidades para lidiar con emociones.

A su vez, Pagán Torres subrayó que la espiritualidad asiste específicamente a personas que sufren de estrés postraumático y enfermedades crónicas.

De manera similar, Carrasquillo Ríos determinó que la espiritualidad ayuda con la autoestima, autoconfianza y produce un aumento en el altruismo.

Incluso, describió que promueve el perdón, la paz, la solidaridad y la empatía.

“Lleva a la persona a comprometerse, no solo con su bienestar, sino con el de los demás”, señaló al idear el uso de ejercicios de relajación.

Puntualizó que, dependiendo de la importancia de la espiritualidad en la vida personal del paciente, métodos como el yoga pudiesen resultar sumamente útiles.

Por su parte, la NAMI establece que la combinación de ambas disciplinas promueve darle significado a la vida, ser agradecido y sentirse conectado con otros, la naturaleza y el arte. Incluso, fomenta la libre expresión en cualquier modalidad como el arte, la poesía, escribir, entre otros.

Mientras, Pagán Torres coincidió con el argumento del experto en bienestar emocional y aclaró que un especialista en el campo nunca debe proponer la utilización de tal práctica.

“La espiritualidad se debe de usar como método de afrontamiento para personas si así lo sugiere. Si no es importante en la vida del paciente no se debe utilizar ni mencionar”, advirtió.

Solo se debe de usar la espiritualidad en la psicoterapia si es con propósitos clínicos y si se sabe que va a promover la sanidad de la persona, pero no se debe de usar como imposiciones de ideas espirituales o religiosas, estableció el también profesor en la Universidad Albizu.

Mitos de su utilidad

Carrasquillo Ríos sostuvo que es un mito pensar que la espiritualidad no aporta a la salud mental dado a que no se puede cuantificar.

“Es un mito pensar que porque no se pueda probar no tiene un impacto en las personas”, estableció.

Sin embargo, aceptó que recientemente las personas han podido apreciar el impacto de la espiritualidad en el bienestar emocional y físico.

A su vez, Pagán Torres identificó como otra falacia que integrar la espiritualidad dentro del contexto de psicoterapia involucra atentar contra los estándares de la ética de la profesión, pues lo que se prohíbe es que las personas lo impongan o que discrimen basado en el trasfondo espiritual de las personas.

“Por esto mismo es que el profesional nunca debe traer a la luz el tema, sino que el paciente mismo. De hecho, según el DSM-5, a pesar de no ser considerado como un trastorno, sí admite que las personas pueden acudir a ayudas psicológicas por asuntos espirituales”, concluyó al matizar que depende de cómo surja el tema.

Incluso, añadió como mito el que las personas piensen que incorporar a la espiritualidad en terapias equivale a convertir el espacio en uno de educación espiritual.

“La espiritualidad se usa para fomentar introspección, crear conductas adaptativas, trabajar con pensamientos no saludables, entre otros… fuera de eso no tiene espacio en la psicología”, detalló.