El impacto emocional por los cambios constantes en la rutina escolar que ha provocado el COVID-19 ha sido fuerte, tanto para los menores como para las y los que están a cargo de su cuido.

El miércoles el gobernador Pedro Pierluisi anunció el más reciente disloque, un retraso de dos semanas en el inicio de clases presenciales en el sistema público y la misma recomendación para las escuelas privadas debido a la alta tasa de positividad en Puerto Rico que supera el 36%. La ansiedad y la incertidumbre ante el futuro del semestre escolar, y la posibilidad de que haya que volver a la modalidad en línea invadió los hogares donde hay niños y jóvenes en edad escolar por las duras experiencias vividas en lo que va de pandemia.

Leira Pagán Otero, madre de tres hijos, ha tenido que cambiar a su hija Leryelis de 11 años, tres veces de escuela durante este año académico por la modalidad de los estudios en línea. 

Mencionó que, algunas escuelas trabajaban en módulo, mientras, en otras los maestros no se conectaban a la clase y únicamente publicaban trabajos semanales, lo que imposibilitó el proceso de aprendizaje de su hija.

Su hijo mayor Luis, alumno de undécimo grado, le ha reconocido que, muchas veces no logra aclarar sus dudas en clase o retener bien el material a través de la modalidad en línea, pues en el hogar hay mayores distracciones y el tener que estar todo el día conectado le genera problemas de concentración. Por esto, de las clases este semestre no ser presenciales, Luis le solicitó tomar exámenes para pasar de grado y culminar sus estudios de escuela superior, en lugar de tomar clases virtuales. 

Asimismo, Dorcas Rodríguez Cardona, madre soltera de dos hijos, narró que, en el caso de su hija menor, Camila, casi perdió su primer semestre académico de este año escolar, pues las plataformas donde proveían las clases en línea se caían o no servían correctamente y, al igual que Pagán Otero, se lamentó de que los maestros no se conectaban.

Explicó que muchos de los profesores son mayores de edad; por ende, no saben manejar bien el sistema en línea, presentar los exámenes, discutir las correcciones, ni recibir los correos electrónicos. 

Rodríguez Cardona recordó que, en el caso de su hijo mayor, alumno de educación especial que se graduó el año escolar pasado de duodécimo grado, muchos de sus compañeros de clase no lograron culminar el grado porque no pudieron lidiar con la educación en línea. 

Los estudiantes de educación especial han sido los más afectados por los disloques de la pandemia.

Finalmente están las madres y los padres profesionales, con niños pequeños y sin ayuda que han tenido que recurrir a malabares para poder cumplir con sus responsabilidades laborales y de crianza durante los disloques. 

Tal es el caso de la periodista televisiva y radial Milly Mendez Román, madre de Milena, niña de 4 años, quien tuvo que recurrir a contratar una maestra para ayudar a su hija con los estudios. Relató que se le ha hecho difícil balancear su trabajo con la supervisión de la menor al no contar con alternativas de estudios a distancia por la edad de su hija, ni con la ayuda de los abuelos ya que tanto sus padres como los de su esposo, el también periodista Julio Rivera Saniel, viven fuera del área metropolitana. Describió al periodo como uno “drenante”.

Todas las madres entrevistadas afirmaron haber notado un impacto emocional en sus hijos por los cambios en las modalidades de educación y la incertidumbre que ha traído la pandemia. Asimismo, Pagán Otero y Rodríguez Cardona admitieron haber visto un empeoramiento del aprovechamiento académico y las calificaciones de sus hijos a través de los semestres a partir del surgimiento de la pandemia.

Consecuencias de la modalidad de estudios en línea

En consonancia con lo relatado por Pagán Otero y Rodríguez Cardona, el presidente de la Asociación de Psicología Escolar de Puerto Rico, Héctor Hernández Loubriel,  que la modalidad en línea no es una metodología efectiva para el aprendizaje de todos los niños. Hernández Loubriel indicó que, si se alarga el uso de los estudios en línea surgirá una mayor deserción académica en la universidad por los alumnos no estar igualmente preparados, y un rezago académico.

Identificó como posibles consecuencias de los estudios en línea un peor desarrollo de la inteligencia emocional, la madurez y las dinámicas sociales de los menores. Agregó que las clases en línea también han marcado aún más la diferenciación entre clases sociales y ha provocado una brecha de problemas académicos.

Arremetió contra el gobierno al señalar que está siendo reactivo en lugar de proactivo con las medidas de protección y seguridad establecidas para la pandemia. 

“Si el centro comercial Plaza las Américas está abierto y existen lugares donde los niños como quiera se exponen, ¿por qué las escuelas no pueden ser un lugar seguro de seguir todos los protocolos de seguridad necesarios?”, cuestionó.

Entretanto, la psicóloga clínica y presidenta saliente de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, Kevia Calderón Jorge, sostuvo que aunque reconoce la importancia de la educación escolar presencial, por sus beneficios en la interacción social, no se puede ignorar la realidad del alza en contagios, razón por la que se deben de continuar los estudios en línea. Señaló que el gobierno debe realizar modificaciones a esta modalidad y lamentó la falta de un task force para atender las necesidades de salud mental de los estudiantes. 

Indicó que se debe de investigar lo que está pasando en los hogares, cómo las familias están lidiando con estos cambios, cómo están los niños emocionalmente, y qué impacto ha tenido estas modificaciones constantes en el estado de ánimo de los menores para atender mejor a esta comunidad.

Por su parte, la experta en salud mental Calderón Jorge, explicó que tanto el enviar a los estudiantes nuevamente a clases presenciales como la posibilidad de que sus clases sean en línea son “armas de doble filo”.

Hernández Loubriel coincidió que aún en la modalidad presencial los cambios causados por la pandemia han tenido un impacto emocional en los estudiantes.

“Decirle a un niño en preescolar que no toque a los otros niños, que no comparta sus juguetes, que se cuide del virus da un mensaje distinto al que se acostumbraba en las escuelas antes de la pandemia”, detalló.

Advirtió que hay menores que pudieron haber desarrollado algún tipo de sintomatología de ansiedad o depresión a consecuencia de estos cambios. En otros casos, como el de niños con distorsiones ya existentes, especificó que la gravedad de su trastorno pudiese aumentar.

El comienzo del segundo semestre de las escuelas del sistema de educación pública, pautado para el 12 de enero, fue  pospuesto por el gobernador Pierluisi esta semana hasta el 24 de enero. Según el secretario de Salud Carlos Mellado López, estas dos semanas de retraso servirán para poder culminar el proceso de vacunación de los estudiantes y brindarle la tercera dosis de la vacuna a todo empleado de las escuelas o alumno a quien le aplique.

La inmunóloga, Marieli González Cotto, había indicado la semana anterior en entrevista con Es Mental que el porcentaje de positividad, en aquel  momento cerca de 26%, no era apropiado para retomar actividades en espacios cerrados como la escuela. El jueves la positividad superaba el 36% y las hospitalizaciones por COVID-19 estaban en 648, el cuarto día mayor de toda la pandemia. 

Especificó que el porcentaje de positividad límite para retomar la escuela a modalidad presencial debía de estar entre 15% a 10%. Sin embargo, enfatizó que estas guías fueron realizadas en base a las variantes anteriores y no se han reevaluado desde que surgió ómicron. Mellado anunció el miércoles que están reevaluando las guías y que hará públicas las nuevas pautas la semana próxima, pero adelantó que entre los posibles cambios será la definición de las personas totalmente vacunadas para que incluya la dosis de refuerzo y aumentar la ventilación en los salones de clases con aire fresco, reportó Sin Comillas.