A menos de dos meses para que culmine el año, el 2023 ya ocupa el segundo lugar entre los años con más feminicidios íntimos en Puerto Rico desde el 2019, con un incremento visible en muertes violentas hacia la mujer. 

Los feminicidios más recientes ocurrieron con menos de 24 horas de diferencia en Bayamón y Lares, y fueron los familiares de las víctimas los testigos principales de los hechos. En este primero, dos menores de 11 y 14 años presenciaron la muerte de su madre luego de que su progenitor irrumpiera en el cuarto en donde dormían en la mañana del sábado. 

Estos asesinatos elevaron la cifra de feminicidios íntimos a 19, cuatro más que el año 2022 y 2021, en los que se reportaron 15. Hasta la fecha, en total, son 63 las muertes violentas de mujeres, incluyendo los feminicidios íntimos, que son definidos como “la muerte de una mujer cometida por un hombre con quien la víctima tenía o había tenido una relación o vínculo íntimo”, destaca el Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico. 

“Este es un tema que no se puede soltar, tenemos que estar hablando constantemente de las diferentes manifestaciones de violencia. Muchas veces la gente piensa que la violencia es solo el golpe físico, pero el control, el acecho, el acoso, el control económico, entre otros, también son manifestaciones de violencia”, reiteró la doctora Irma Lugo Nazario, coordinadora del Observatorio de Equidad de Género. 

Y es que la violencia de género afecta a todos y a todas, y en ocasiones se olvidan los daños emocionales que tienen sobre los niños y adolescentes testigos del ciclo de violencia o del asesinato de su propia madre. 

La doctora Irma Torres Rivera, psicóloga clínica, recordó que las investigaciones confirman el impacto que tienen los niveles de estrés crónico en el cerebro de un menor. 

“Muchas veces hay unos patrones de violencia que se van extendiendo durante bastante tiempo y hay unos cambios neurobiológicos”, dijo.

La regulación emocional y las etapas de desarrollo de los menores también se afectan.

En otros casos, explicó la doctora Jennifer Rodríguez Soto, psicóloga clínica, son visibles conductas problemáticas en la escuela, las que pueden ser vistas por la sociedad como un mal comportamiento por la crianza del hogar, pero en realidad esconden la violencia que experimentan en el entorno doméstico.

Podemos ver niños reactivos o todo lo contrario, que no hablen. También niños agresivos, inseguros y consecuencias académicas y sociales. Todas las dimensiones pueden verse afectadas cuando un niño es expuesto a este tipo de violencia”, expuso la psicóloga clínica.

Cuando este menor experimenta un evento adverso, como lo es la exposición al asesinato de su madre por causa de la violencia de género, su sistema físico y emocional se ven afectados significativamente y, en algunos casos, pueden vivir en estado de alerta. 

“Es bien importante que este menor pueda recibir ayuda específica en el área de trauma, para poder, entonces, procesar el evento y que de alguna forma pueda trabajar con el manejo del dolor y el procesamiento de lo ocurrido”, sostuvo. 

Lugo Nazario reiteró que es terrible que los niños y niñas estén expuestos a situaciones como estas, en las que no solo pierden a sus madres, sino que también se enfrentan al rol de un padre ausente. 

La coordinadora del Observatorio de Equidad de Género mencionó también que las abuelas son otras de las personas afectadas por la ola de violencia de género, pues algunas tienen que vivir el proceso de duelo por el asesinato de sus hijas, mientras, también, se convierten en cuidadoras de los nietos. 

Cuando existen los feminicidios, hay muchas víctimas”, puntualizó la psicóloga Torres Rivera y recalcó que, en casos como los mencionados anteriormente, se trata de duelos complicados, en los que pueden existir muchos sentimientos de culpa por parte de quienes ahora deben acompañar a esta niñez, como lo podría ser una abuela.

“Hay unas etapas de desarrollo diferente, unos niveles de energía diferente, más el impacto del duelo y los sentimientos de culpa que se pudiera dar. Podría ser un reto”, dijo la psicóloga Torres Rivera.

Las profesionales coincidieron en que el estado tiene la responsabilidad de reconocer la violencia de género como un problema de salud pública y que la intervención de salud mental debe ser accesible. 

“Todos nosotros somos afectados por la violencia de género y somos responsables de comenzar a deconstruirnos de todo lo que implica violencia de género y lo que la sostiene. Nos corresponde a todos podernos informar y tener conversaciones sobre el tema”, mencionó Rodríguez Soto. 

Torres Rivera hizo un llamado a tomar posturas y entender que esto es un problema colectivo, que ante la falta de acción ya ha cobrado la vida de muchas mujeres e impactado la vida de muchas niñas y niños. 

Asimismo, dijo que la protección a la niñez y los que viven estos eventos, debe ser también por parte de la prensa, pues la cobertura mediática debe tener como prioridad la responsabilidad y sensibilidad.