Los pensamientos son los responsables de un 95% del deseo sexual en los seres humanos y el 5% restante depende de las sensaciones que se sienten en el cuerpo.  

Así describió la sexóloga Carmita Laboy Llorens el rol del pensamiento en la pérdida del deseo sexual.

“Todo empieza con un pensamiento y termina con un pensamiento”, indicó Laboy Llorens en entrevista con Es Mental.

En un artículo publicado por la Agencia EFE, en 2018, el deseo sexual es definido como el “apetito” que surge antes de la excitación. En otras palabras, es una etapa o fase en la que la excitación comienza por medio de estímulos internos y externos. 

La sexóloga explicó que, en su caso, antes de tratar la pérdida del deseo sexual en sus pacientes, siempre trata de descubrir “cuáles son esos pensamientos incongruentes o mal construidos que se deben desechar de inmediato”. 

“Yo siempre le recomiendo a mis participantes la búsqueda de esos pensamientos que les provocan problemas sexuales”, indicó.

La autora y psicóloga, Barbara Markway, escribió para el portal especializado “Psychologhy Today” que existen cuatro tipo de detonantes para la pérdida del deseo sexual en las mujeres: fisiológicos, psicológicos, de cansancio y de imagen corporal.

El detonante corporal surge porque a la mujer se le exige estar bella físicamente para despertar el interés de la otra parte. Mientras, los de cansancio son por la gran cantidad de tareas que se les imponen a las mujeres en la sociedad; los fisiológicos, porque tienen hasta 10 veces menos testosterona que los hombres.  

Esto último surge porque la testosterona es “el principal inductor interno que activa el deseo” tanto en hombres como en mujeres, según el blog especializado “Salud y Terapia”. 

El portal divide los inductores en internos y en externos. Los internos pueden ser las hormonas, los neurotransmisores, las fantasías, los deseos, los sueños eróticos y las estructuras neuromusculares. Los externos, estímulos que pueden sentirse por medio del tacto, el gusto, el olfato y la audición.

Precisamente, esas experiencias sensoriales y esas reacciones que ocurren en el cuerpo humano son inductores que “activan el deseo sexual”, explicó el psicólogo clínico José R. Pando Fundora. “Las hormonas son la gasolina del deseo”.

El deseo sexual es una de las áreas más complicadas de estudiar en el campo de la psicología, explicó, pues su complejidad varía según el paciente. Por ejemplo, lo que despierta el deseo sexual en los hombres cambia de acuerdo a su contexto sociocultural.

Sin embargo, el deseo sexual es un impulso que surge en los seres vivos como parte de su naturaleza, por lo que “hay unos inductores en la naturaleza que excitan”. Por lo tanto, Pando Fundora precisó que sin deseo no se puede esperar una buena respuesta sexual. 

 Los estereotipos también afectan el deseo

Los estereotipos que la sociedad ha construido entorno a los géneros impacta negativamente el deseo sexual, opinó la sexologa Laboy Llorens, debido a que “ese pensamiento depende totalmente de cómo me educo”. 

La sexóloga ejemplificó que muchas de las mujeres a las que ha atendido carecen de educación sexual científica, lo que atribuye a que los prejuicios que existen y que recaen sobre la mujer cada vez que decide educarse acerca del tema. 

Laboy Llorens indicó que no educarse acerca del sexo puede causar que no se cumplan con las expectativas durante la relación sexual y que esto provoque pérdida del deseo.

Según un estudio publicado por la revista académica “Archives of Sexual Behaviour”, solo el 65% de las mujeres heterosexuales alcanzan el orgasmo durante el acto sexual. Mientras, un 95% de los hombres respondieron “sí” haberlo alcanzado.

La presidenta de la Asociación Puertorriqueña de Educación, Consejería y Terapia Sexual, Sheni Martínez Correa, explicó que “por la cuestión cultural machista en donde se espera que la mujer asuma un rol pasivo, si ejerce uno activo, se piensa que ha tenido experiencias sexuales previas”. 

“Si algo tiene que comunicar, no lo hace por temor a ser juzgada”, añadió la trabajadora social clínica y educadora sexual. 

Martínez Correa mencionó que inhibirse de comunicar lo que gusta o disgusta durante el acto sexual a causa de los prejuicios, a la larga, puede afectar toda relación de pareja.

Y que la falta de diálogo, puntualizó, puede provocar pérdida del deseo sexual en el ser humano.