En las últimas generaciones se ha visto una ola de jóvenes, en sus 20 a 29 años, aplazando decisiones importantes como el casarse, tener hijos, elegir una carrera profesional, entre otros pasos representativos de la adultez. Este retraso de la toma de medidas tan relevantes puede provocar que las personas se sientan presionadas socialmente a tomarlas a sus 30 años, de manera repentina y sin tener en cuenta sus metas a largo plazo

Sin embargo, la doctora en psicología clínica, Meg Jay, habla en su TedTalk sobre “Por qué los 30 no son los nuevos 20”, y asegura que existe un peligro al retrasar la autoexploración y, por ende, la toma de grandes decisiones en la vida. Por este motivo, recomienda que los jóvenes inicien un proceso de autoconocimiento durante sus 20 y tomen pequeños pasos para iniciar a construir el futuro que quieren ver a sus 30. 

Jay invitó a la audiencia a tomar pequeños pasos que aseguren frutos en o antes de cumplir los 30, todos los anteriores dirigidos hacia una meta específica a corto plazo. Todo esto para evitar que los 20 años se conviertan en un punto dulce del desarrollo, o mejor dicho “developmental sweetspot”. Es decir, cuando una persona no reclama su edad y todas las responsabilidades de crecimiento que implica.

Sin embargo, ¿son los jóvenes quienes eligen aplazar su adultez hacia los 30? Según el psicólogo escolar, Andrés Santos Cruz, hay teóricos que indican que las etapas de desarrollo varían según los aspectos sociales y culturales que rodean a la persona. A nivel de madurez, sí hay unas expectativas que van alrededor del concepto “adulto”, pero a nivel social, no se puede expresar con exactitud ningún marco según la edad. 

Asimismo, Santos Cruz explicó que la presión social que las personas cercanas a sus 30 años pueden estar sintiendo al no verse cumpliendo las metas esperadas es significativa, lo que representa un impacto psicológico y fisiológico. 

“Si nos dejamos llevar por las últimas tendencias del trabajo y los estudios, hace 20 años las personas jóvenes tenían ciertas oportunidades porque el sistema lo permitía”, destacó el psicólogo al explicar que hace 20 años una persona a los 25 años podía comprarse una casa, un carro y tener un trabajo estable. 

De manera similar, la psicóloga Roxana Calderón Salas añadió que, según su experiencia, hay muchos pacientes que tienen entre 25 y 30 años y tardan más en llegar a ciertas metas que antes otros jóvenes tenían cumplidas a los 23 y 24 años. Coincidió con Santos Cruz al justificar esta nueva tendencia con la falta de acceso a un salario estable, casa, carro e independencia para muchos jóvenes. 

“No se puede negar a la economía”, exaltó Calderón Salas al subrayar que muchos jóvenes están estancados trabajando en tiendas, restaurantes y profesiones poco centradas en su  carrera o meta profesional por la escasez de oferta. De hecho, indicó que en su experiencia profesional más reciente, muchos jóvenes se ven desmotivados, no quieren continuar sus estudios y necesitan una pausa, entre otros detalles.

Explicó que muchos se quedan en este periodo de limbo hasta que la vida, de momento, les hace tomar una decisión que les desvía permanentemente de su destino final, razón por la que puede entender el planteamiento de Meg Jay. 

No obstante, explicó que hay muchos factores, como la situación social, que pueden impactar la toma de estas decisiones, como la crianza. Destacó que muchos padres establecen dinámicas más autoritarias y se aseguran de que sus hijos vayan según un librito y una serie de expectativas, pero en ese plan aplastan muchos sueños. Por otro lado, indicó que, como a los 20 años están en una etapa de desarrollo en la que son tan moldeables, si no toman decisiones dirigidas a metas, pueden tomar malas decisiones.

“Es difícil exigirle a un joven que se comporte como un adulto y sea independiente cuando la sociedad solo le puede ofrecer oportunidades de niños. Les ofrecen trabajos con bajos sueldos, las hipotecas están cada vez más caras, la renta, la luz y el agua están convirtiéndose en impagables, te exigen cada vez más para ser adulto”, explicó Calderón Salas. 

Ambos expertos entrevistados explicaron que el incremento de exigencias para ser “adulto” va a tener repercusiones en la natalidad. De manera similar, Calderón Salas indicó que las consecuencias ya se hacen palpables al evaluar a la generación Millenial o Gen Y, nacidos entre 1981 y 1996. Ejemplificó que los nacidos en más cercanos al 1981 están mayormente teniendo hijos y casándose a los 35 o 40 años. Mientras, estimó que aquellos más cercanos al 1996 se van a casar cada vez más tarde. 

Cada vez hay menos estudiantes graduados, menos niños, más personas envejecidas, entre otros factores. Mientras estas ‘exigencias para la adultez’ sigan subiendo puede ser que hayan personas que se sigan yendo del país, que decidan no tener hijos, que abandonen metas o pasiones, etc.”, puntualizó  Calderón Salas.