Ante la secuela que ha dejado en Puerto Rico el embate del huracán Fiona, no es de extrañar que la ansiedad se esté apoderando de muchos.
Actividades tan cotidianas como bañarse, comer, trabajar y cuidar de niños y adultos mayores se han visto afectadas por la falta de energía eléctrica y agua para una gran parte de la población, mientras otros sufren la pérdida de pertenencias o incluso su techo.
A esta situación se suma que continuamos en época de huracanes sin que se pueda confiar en que el gobierno tenga un plan coherente para atender las necesidades de miles que todavía se encuentran vulnerables por causa de otros eventos naturales relativamente recientes como el huracán María (2017) y los sismos en la zona suroeste (2020). Incluso, los más afortunados también pueden experimentar ansiedad al simplemente observar el panorama actual y todas las necesidades que enfrenta el País.
La doctora Keyla Rivera explicó que la ansiedad es una “preocupación anticipatoria” que a menudo va acompañada de estrés.
“En el contexto de lo que estamos viviendo pudiera presentarse por no tener un sitio seguro donde estar o no tener lo necesario para sentirse protegido, también porque la respuesta gubernamental no me hace tener esperanza. Todo esto puede despertar temor, miedo, inquietud, respuestas corpóreas como palpitaciones, tensión, problemas con la respiración o para dormir. También son comunes los problemas gastrointestinales”, detalló la psicóloga.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) enumera entre los síntomas de un trastorno de ansiedad generalizada la preocupación excesiva por las cosas diarias, los problemas para controlar preocupaciones o el nerviosismo, tener conciencia de que te preocupas más de lo que deberías y problemas de concentración o sudar excesivamente.
Rivera destacó que, al considerar el impacto de Fiona, es preciso reconocer que “los eventos naturales no nos han dado tregua”, lo que complica la atención adecuada de la salud mental. Encima de esta situación, hay fallas en diferentes aspectos de la respuesta gubernamental que todavía, a cinco años de María, persisten. Como ejemplo, sostuvo que las personas que comparten un mismo buzón en comunidades del interior de Puerto Rico enfrentan problemas para recibir asistencia económica porque comparten una misma dirección, a pesar de que ya se ha aclarado a las agencias federales que existe esta particularidad en muchos lugares de la Isla. Así lo ha atestiguado personal de la Red de Respuesta en Salud Mental para Emergencias y Desastres (RRSMED) de la Asociación de Psicología de Puerto Rico (APPR).
La RRSMED fue fundada en 2017 por la Dra. Zahira González, precisamente con el objetivo de reunir a psicólogos licenciados que apoyen al pueblo a manejar el impacto emocional de emergencias y desastres. Los profesionales de la salud mental reconocen que estos eventos presentan retos particulares que hay que atender.
“Cuando ocurre un desastre natural las condiciones de salud mental existentes -depresión y ansiedad son las más comunes en la Isla- se pueden exacerbar, pero también puede ser que una persona que no tenga un diagnóstico pueda tener una serie de reacciones ante la situación de estrés tan grande que representa un terremoto, un huracán, un tsunami o un fuego. Tú puedes tener mucha fortaleza y aún así experimentar una situación de pérdida de control”, apuntó la doctora Mariveliz Cabán, actual coordinadora de la RRSMED.
Por su parte, Rivera indicó que cuando alguien ha sido afectado por traumas es más cuesta arriba recuperar la esperanza.
Para hacer frente a la ansiedad en momentos como el que atraviesa la Isla, la APPR enumeró una serie de estrategias, entre las que se encuentran.
- Activar sus redes de apoyo y comunidad para la ayuda mutua – Estas pueden incluir limpiezas comunitarias o llevar a cabo labor voluntaria, a pesar de estar entre el grupo de afectados. Rivera sostiene que estas actividades contribuyen a aliviar la ansiedad porque disminuyen la rumiación, que son pensamientos de preocupación constante. “Los problemas hay que pensarlos y trabajarlos. No sirve de nada quedarse en la preocupación”.
- Mantenerse en contacto con familiares, vecinos, compañeros de trabajo y organizaciones sociales de la comunidad –Aunque no sientas deseo de compartir con los demás, intenta evitar el aislamiento.También pueden participar en iniciativas de ayuda a la comunidad o de los planes de contingencia en el hogar.
- Dialogar con otras personas sobre cómo nos sentimos – “Si logras apalabrar lo que sientes no se queda metido entre el esófago y la garganta. De hecho, la ansiedad y el estrés tienen mucho que ver con las condiciones gastrointestinales”, sostuvo Rivera.
- Intentar mantener las rutinas de familia – La rutina se ha trastocado para muchos, pero en la medida que puedas, procura regular al menos el horario de las comidas y el descanso o cualquier otro ritual o actividad de tu cotidianidad que te ayude a sentir seguridad.
- Hablar con los niños sobre el evento e involucrarlos en las actividades diarias- Pueden hablar sobre lo que pasó, ofreciéndole el espacio para hacer preguntas y aclarar información errónea.
- Atender las necesidades de los adultos mayores y personas con diversidad funcional- Estas poblaciones se encuentran más vulnerables y necesitan del apoyo de amigos y familiares.
- Pedir ayuda profesional de psicólogos o trabajadores sociales- No temas recurrir a un profesional de la salud mental para dialogar sobre tus emociones y preocupaciones. También puedes practicar tu espiritualidad, de acuerdo con tus creencias.
- En caso de emergencias, comunícate con el 9-1-1, la Línea PAS al 1-800-981-0023 o la línea de crisis 9-8-8 – Estos servicios son un buen recurso para lograr calma en un momento de crisis o cuando sientas que la situación te abruma.
Cabán exhortó a que -aún en medio de las dificultades- te esfuerces en “tomar un día a la vez”. Mientras, ambas psicólogas aconsejaron procurar el descanso adecuado, que además de ser necesario y reparador, ayuda a evitar otros problemas de salud, tanto física como mental.Un ejercicio de respiración sencillo que Rivera enseña a sus pacientes es inhalar contando lentamente hasta el tres y repetir la misma acción al exhalar, con los ojos cerrados y las manos colocadas en la barriga para mantener la atención en el movimiento pausado. Sugiere llevarlo a cabo varias veces al día, como si se tratara de un antibiótico para atender una dolencia física.