En una entrevista que realizó el doctor Joe Kort a la neurocientífica Nicole Prause para Psychology Today, Prause indicó que su investigación acerca del comportamiento sexual humano reflejó que el cerebro de aquellos que ven mucha pornografía no reacciona igual al de un drogadicto cuando se exponen a fotografías de la droga a la que son adictos. 

Esto indica que, a pesar de que el consumo excesivo de pornografía puede acarrear problemas, no provoca adicción como pasa con las drogas.

Como parte de la investigación, la neurocientífica invitó a varias personas a pasar a su laboratorio para que interactuaran con fotografías, mientras los investigadores monitoreaban sus cerebros para tratar de comprender las respuestas que este emitía. 

 Uno de los primeros grandes hallazgos fue la falta de actividad Curie, a veces llamada el biomarcador de la adicción y que se encuentra comúnmente en la adicción a sustancias controladas.

Por lo tanto, a las personas adictas a la pornografía, le mostraron imágenes pornográficas esperando que su cerebro respondiera con fuerza a esas imágenes. Como variable control, le mostraron las mismas imágenes a personas no adictas a la pornografía para comparar. Para su sorpresa encontraron lo contrario. Probaron que la actividad Curie temprana (300 milisegundos) que necesita estar allí para una adicción no existe con respecto a la pornografía.

 La pornografía, más allá del exceso

Prause indicó que muchos piensan que las personas que se pasan viendo pornografía todo el día tienen que ser adictos a algo o que ver pornografía de manera habitual interfiere con las actividades cotidianas, que es un hábito en su vida diaria, pero ese no es el caso. Una persona que ve mucho porno puede ser alguien que esté deprimido y utiliza la pornografía como un mecanismo de defensa.

Es aquí donde entra la terapia. Los individuos que consumen mucha la pornografía podrían beneficiarse de terapias para ayudarles a enfrentar sus problemas reales.

Otro tema que Prause tocó en la entrevista fue el efecto de las campañas anti-porno. Muchas de estas campañas aseguran que la pornografía afecta la salud mental nacional o que arruinan matrimonios. Lo cierto es que el efecto de la pornografía en las parejas dependerá del significado o la importancia que le den. En un caso extremo, una mujer en una relación heterosexual puede sentir que la pornografía es un signo de infidelidad. Si ese es su valor, será difícil combatir esa creencia. En ese caso, la pareja necesita tener una conversación acerca de los valores importantes dentro de la relación.

Otra de las cosas que las campañas aseguran es que la pornografía de hoy día afecta de manera diferente a los que veían la pornografía de antes. Sin embargo, no hay evidencia de que la pornografía de hoy sea algo diferente en su cerebro a las personas que lo veían en cintas de VHS. Ciertamente, es más accesible y hay una mayor amplitud. Pero, los patrones de excitación sexual siguen siendo la misma en el cerebro.

Para finalizar, la neurocientífica destacó que muchos padres no les hablan a sus hijos sobre el porno o el sexo. Los padres a menudo temen que sus hijos sean influenciados por sus amigos para mirar porno pero la realidad es que los valores sexuales de los niños se alinean fuertemente con sus padres, no con sus compañeros. Es importante que los hijos sepan cuáles son los valores sexuales de sus padres para entender no tan solo su sexualidad, sino que sientan confianza cuando experimentan esta en su adolescencia.