La epidemia de la obesidad es un tema que preocupa a nivel global y, aunque diversos son los factores que pueden llevar a esta enfermedad, en algunas ocasiones se piensa como causa exclusiva los pobres hábitos alimentarios y de aptitud física. Sin embargo, los riesgos psicosociales también están vinculados significativamente a la obesidad, sobre todo en personas con condiciones de salud mental.
Tal como la presenta el filme The Whale, con el que recientemente el actor Brendan Fraser ganó el Oscar a mejor actor, una condición de salud mental (en el caso de la película, depresión crónica que detonó complicaciones asociadas a obesidad mórbida) puede llevar a una persona al deterioro emocional y físico, y con ello se desencadenan situaciones, como lo podría ser la obesidad.
La psicóloga Karla Alverio, especialista en trastornos alimentarios del grupo psicológico MindMap, explicó que diversos elementos psicosociales pueden aumentar la probabilidad de que una persona con una afección de salud mental desarrolle una condición coexistente.
Según indicó, quienes experimentan los síntomas vinculados a una situación de salud mental pueden tener alteraciones de su ciclo emocional y del sueño, vivir con los efectos secundarios de sus medicamentos (como lo es el aumento de peso), vulnerabilidad a una serie de afecciones físicas, disminución de los niveles de energía, entre otros, que pueden llevar al sobrepeso y, en casos más extremos, a obesidad.
“Los estudios recientes han demostrado que lo mental y lo físico van de la mano y se ha visto que las enfermedades físicas aumentan significativamente nuestro riesgo de desarrollar condiciones de salud mental y viceversa. Casi 1 de 3 personas con un problema de salud físico a largo plazo también tiene una situación de salud mental, como depresión y ansiedad, según los estudios”, sentenció Alverio.
Sobre este tema, las mujeres podrían ser las más afectadas, sugiere la investigación Obesity and Mental Disorders in the General Population: Results from the World Mental Health Surveys, en la que se analizaron encuestas globales de 13 países y se determinó que la obesidad y las enfermedades de salud mental, como la depresión, están estrechamente vinculadas, y aunque ambos géneros pueden estar en riesgo, fue más visible en mujeres.
“Cuando vemos a una persona con un cuerpo grande lo primero que decimos es que es una persona sedentaria, vaga, que no se cuida, pero ni siquiera nos tomamos el tiempo de investigar los hábitos, su vida social, su estado financiero y los traumas”, expuso por su parte la nutricionista y dietista, la licenciada Laida F. Cotto.
De acuerdo con la dietista licenciada, individuos con historial de salud mental suelen vivir en estado de supervivencia, lo que mantiene al cuerpo con elevados niveles de cortisol.
“El cortisol provoca que se almacene mayor cantidad de grasa, específicamente en el área abdominal”, explicó.
“Muchas personas viven trauma, que los desconecta de sus señales básicas, entre ellos las señales de hambre y saciedad. Estas personas no saben distinguir cuándo es momento de comer o parar de comer y esto los lleva a un patrón desorganizado, que también provoca atracones, porque no sabe cuándo fue suficiente”, continuó.
En términos nutricionales, las emociones tienen mucho que ver con las decisiones alimentarias. Cotto habló sobre el hambre emocional, que sucede a raíz de alteraciones a la salud emocional y en la cual se come para “aliviar” sentimientos vinculados a la ansiedad, estrés, miedo, soledad, rechazo, entre otros.
“Los alimentos pueden provocan emociones, es una realidad, lo que hace que también aparezca el deseo o lo que conocemos como antojos, y esto va afectar la elección de alimentos que vamos a estar consumiendo”, sostuvo.
“Por ejemplo, en una situación de angustia vamos a sentir confort al comer un alimento que en el pasado nos generó esa sensación de placer, como un chocolate. Entonces, el cerebro va a querer llevarnos a ese punto de felicidad y quizá desconectarnos del sentimiento de angustia”, describió.
Por su parte, la psicóloga Elba Monroig, fundadora de la clínica de servicios integrales Bienestar Holístico, mencionó que otros procesos como pérdidas o problemas económicos pueden incidir en la obesidad, y al no trabajarlos, pasan a convertirse en hábitos y dependencias.
“La persona va a empezar ese proceso de compensar esas emociones y esos pensamientos”, recordó.
Otros trastornos y casos de trauma complejo, como la exposición a abuso sexual, pueden llevar a una persona a ganar un peso significativo y posteriormente enfrentar obesidad, recalcó la psicóloga clínica, la doctora Beatriz Casellas.
Las profesionales de la salud mental, así como la licenciada en nutrición y dietética, coincidieron en que la idea prejuiciada de que “las personas viven con obesidad por vagancia” continúa provocando que haya una falta de abordaje del tema desde la salud integral, donde son importantes no solo los médicos y especialistas, también los profesionales de la nutrición, la aptitud física y sobre todo de la salud mental.
“Es importante trabajarlo en un espacio multidisciplinario. Es importante que, si se ven banderitas rojas con la información que el paciente provee, se proceda a indagar lo suficiente, para ver si hay que referir o trabajar de la mano de otro profesional”, aconsejó Casellas.
Mientras que Cotto finalizó haciendo un llamado también a la empatía y al respeto desde la profesión, particularmente para dejar a un lado estigmas, regaños o juicios hacia los pacientes o participantes, ya que esto puede ocasionar que no acudan a los servicios que necesitan por miedo y/o incomodidad.
Recomendaciones
“El equipo de salud debe reconocer el estigma asociado a la obesidad y su sesgo implícito. Reconocerlo y aplicar métodos para disminuir los estigmas, mejorará la atención de los pacientes con obesidad y cualquier otra condición médica”, abordó la psicóloga Alverio a modo de cierre.
Concluyó mencionando diversas estrategias para implementarse en los espacios y oficinas de servicio al paciente.
- Implementar políticas de cero tolerancia para el uso del lenguaje estereotipado, imágenes o humor que describa a los pacientes con sobrepeso u obesidad como “vagos”.
- Hablar de la obesidad como una enfermedad y no como un tema meramente superficial, para promover espacios seguros.
- Disponer de equipo médico adecuado, para evitar discrimen hacia la población y/o provocar sentido de vergüenza e incomodidad.