Los fetiches sexuales son considerados parafilias o patrones de comportamiento sexual considerados “poco habituales”, en donde la fuente de placer puede ser a través de un objeto inanimado, una situación concreta o un tipo de persona específica.
Así lo explicó la sexóloga Alicia Fernández Villanueva al hacer referencia a un estudio realizado por la Universidad Estatal de Tennessee del Este, donde también se establece que en las relaciones y fantasías sexuales de adultos sanos es frecuente que exista “cierto grado de variedad”.
Fernández Villanueva, expresidenta del Instituto Sexológico, Educativo y Psicológico de Puerto Rico, aseguró que los fetiches sirven de ayuda en la intimidad, ya que este tipo de preferencias aumentan el placer y pueden aumentar el gozo de las personas involucradas.
Asimismo, la co-coordinadora del Comité para la Promoción de la Salud Sexual de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, María Rodríguez Vidal, describió un fetiche como un objeto o figura al que se le atribuye intención y/o carga sexual, énfasis y cuyo destino otorgado es la estimulación a partes específicas del cuerpo humano.
Existen diversos tipos de fetiches, entre estos están: los relacionados con prendas de vestir, zapatos, partes del cuerpo, ejemplificó Rodríguez Vidal.
Mientras, Fernández Villanueva precisó como fetiches a la atracción a ser cierto tipo de vestuario como lencería, el calzado en general (retifismo), los zapatos de tacón alto (altocalcifilia) o partes del cuerpo como los pies (podofilia). Aclaró que los objetos destinados a la estimulación física, como los vibradores, no son considerados fetiches sexuales.
“En pocas palabras, el fetiche puede ser prácticamente cualquier cosa”, argumentó.
Expuso que existen algunos fetiches que son más comunes como la podofilia, la atracción por los pies; froteurismo, atracción sexual al tocar o frotar; el retifismo, la atracción hacia los zapatos; la zoofilia, atracción hacia los animales; y la misofilia, atracción hacia la ropa interior. Agregó la atracción a los tatuajes y las perforaciones.
A su vez, Rodríguez Vidal añadió los fetiches relacionados con prendas de ropa y tipos de alimentos.
Explicó que los fetiches pueden surgir a base de los gustos o preferencias de las personas en respecto a cómo disfrutar la interacción sexual. Incluso, dijo que en muchas ocasiones surgen en base a la exposición recurrente a material de contenido sexual explícito. En otros casos, sostuvo que pueden nacer de relaciones objetales que el individuo haya desarrollado a través de diversas vivencias.
Asimismo, enfatizó que el fetiche puede también manifestarse por la curiosidad por explorar diversas actividades sexuales y del descubrimiento de la propia sexualidad, expectativas y deseos.
Ambas expertas acertaron que los fetiches pueden surgir de comportamientos aprendidos. Por su parte, Fernández Villanueva añadió como causa a las experiencias de infancia.
¿Cuándo el fetiche se puede considerar como un trastorno?
Según Fernández Villanueva, en principio, el fetiche no se trata de un trastorno, sino de una simple manifestación de la sexualidad de la persona.
Especificó que la mayoría de las personas con fetiches no cumplen los criterios para considerar que sufren de un trastorno.
Detalló que para que el fetichismo sea considerado como un trastorno debe de cumplir con algunas condiciones. Por ejemplo, mencionó que las fantasías o impulsos deben provocarle malestar a la persona, existe un deterioro funcional del individuo, el fetiche se convierte en algo compulsivo y obligatorio, incide muy negativamente en las relaciones de la persona o se convierte en un pensamiento obsesivo. Indicó que las condiciones deben presentarse durante, al menos, seis meses.
¿Por qué los fetiches han adquirido tanto estigma social?
“Una de las razones por las que los fetiches pueden estar dentro de un estigma social es en definitiva la falta de educación sexual”, comentó Rodríguez Vidal.
Mientras, Fernández Villanueva coincidió con la también psicóloga clínica y justificó el rechazo hacia los fetiches con que es un comportamiento sexual cuyo placer no se obtiene de la manera convencional, por ende, incluye actos atípicos. Por esto, comunicó que las personas con fetiches son consideradas pervertidas e, incluso, peligrosas.
A la hora de explorar el fetiche, Rodríguez Vidal recomendó educación sexual y honestidad para consigo mismo y/o con su pareja. Que se permita la oportunidad de ser educado/a con información basada en la evidencia y que se brinden el espacio para conocer su propia sexualidad y la diversidad que tiene en sí misma
A su vez, explicó que, al proponérselo a la pareja sexual, debe de haber un espacio de seguridad y confianza en donde las partes puedan expresar sus deseos, pensamientos y emociones sin el temor de ser juzgados/as, rechazados/as y/o ridiculizados/as.
Por su parte, Fernández Villanueva coincidió con lo propuesto y añadió que es importante que la pareja desarrolle comunicación sexual abierta y sincera donde se sientan libres de dialogar sobre todo aquello que le excita, que le gusta, que le ayuda a alcanzar placer y lo que no.