Hace siete años, la vida de Yariana Figueroa cambió. Contaba con 32 años y su vida giraba y sigue girando sobre su hijo, Gabriel Alfonso, que en aquel momento tenía tres añitos. 

Yariana siempre ha estado rodeada de buenos amigos y tiene la dicha de ser parte de una familia muy unida. Un fin de semana se fue para Cabo Rojo con unos amigos, uno de estos en silla de ruedas. Este, como broma, se tiró a una piscina y ella se lanzó a rescatarlo. Esa noche y los días posteriores comenzó a sentir un dolor en el seno izquierdo. Precisamente, la semana siguiente tenía que dar seguimiento a sus resultados del papanicolau en el ginecólogo y de paso se hizo una sonografía y mamografía. En la mamografía apareció un quiste complejo. 

“En ningún momento yo pensé que tenía algo malo, pero con la manipulación del seno en los estudios el dolor comenzó a incrementar. Fui a un médico que me dijo que me tomara acetaminofén y que estaría bien, pero algo me decía que debía revisarme más profundo y llamé a mi prima, la ginecóloga Gladys María Figueroa. Alcé los brazos, me examinó y me dijo con honestidad ´no me gusta lo que estoy sintiendo´, te voy a referir a un cirujano oncólogo especialista en seno”, narró a Es Mental. 

Recuerda con claridad, como si fuese ayer, la aguja larga de la biopsia y las palabras del médico que le notificó que hablarían sobre los resultados, «el viernes de arriba». Pasaron varios días y la llamaron. Fueron enfáticos en que tenía que buscar los resultados. Yariana lo iba a hacer y después se iría a “hanguear” con sus amigas. 

Llegó al médico y este le dijo con seriedad: “la biopsia salió positiva”, cuatro palabras que la paralizaron. Minutos después comenzó a gritar. Le gritó al médico que no iba a hablar con él, que tenía que ir a buscar a su hijo. Se tapó los oídos. Lloró. Se desesperó. Así comenzó el camino de lucha contra un ductal carcinoma estadío 3. 

Al consultorio llegó su prima ginecóloga que activó todo un plan para atacar rápido el cáncer detectado en Yariana. Un MRI confirmó la malignidad y puso su cuidado en las manos del oncólogo, Roberto Velázquez, en Ponce. 

Del shock inicial a las reacciones de la gente 

Ese primer día después de recibir el diagnóstico de cáncer de seno fue sumamente difícil para Yariana. Todo el mundo le decía lo que iba a hacer con su vida. 

“Querían que me mudara, mi papá estaba destruyendo cuartos para hacer una sala de emergencia, me dijeron que le diera el nene en adopción mi papa, que no me podía poner desodorante. ¿Qué no me dijeron en tres días? Estaba abrumada. A mí lo único que me importaba era que si algo me pasaba, se hicieran cargo de mi nene, por causa de un padre ausente”, recordó. 

Yariana anotó todo lo que le dijeron en una lista y se la llevó a su doctor, y este desde el primer momento se volvió en una mano amiga. 

“El oncólogo me dijo que iba a intentar que mi vida siguiera. Me dijo que me iba a quedar en mi apartamento, ir al cine, a los cumpleaños, a las tiendas, que iba a seguir trabajando y en el camino veríamos. Recuerdo sus palabras ‘aquí no ha pasado nada’. Me mandó a hacer muchísimos estudios, empezar material radioactivo. Fue claro conmigo. Me dijo que era joven y eso es bueno para aguantar las quimios, pero que mientras más joven el cáncer suele ser más agresivo y rápido”, narró. 

Algo positivo fue que el PET Scan arrojó que el cáncer estaba sólo en el seno izquierdo. 

Pocos días después comenzó con “la quimioterapia roja”, que es la más fuerte. Entró a la sala donde la mayoría eran personas mayores que le echaron su bendición. Pero, también recuerda que hubo gente cruel que la miraba mal. 

Después de la segunda quimio, su cuero cabelludo comenzó a dolerle. Se recortó el pelo igual que la peluca que había comprado para ese momento. 

“Le dije a mi nene. Mamá se va a poner una peluca por la medicina para atender la bolita y el nene entendió”, dijo. Después de la segunda quimio, el tumor se había hecho más grande, así que con valentía aceptó que le removieran el seno completo. 

“Ya había llorado lo que tenía que llorar, y yo tenía al nene”, comentó. 

A lo largo de las quimios se bañaba y se vestía como podía. Trabajaba. Pocos días después de que le removieron el seno, su mamá murió, pero ella siguió hacia adelante. Con drenajes y sin poder aceptar un abrazo de consuelo pidió que la llevaran a la funeraria. 

Yariana fue diagnosticada en junio de 2012. Llegó a la remisión el 1 de marzo de 2013. Anualmente se hace su chequeo y está bien. La enfermedad la llevó a ser voluntaria de la Sociedad Americana del Cáncer y participar en eventos relacionados. 

Vivir a plenitud aunque exista miedo

“Mi cáncer es de un tipo que puede regresar. Siempre ese miedo está. Pero, yo aprendí que no puedo buscar en Internet, que son solo los médicos los que saben y deben leer los resultados. Siempre estuvo el miedo de que me pasara algo y el nene se quedara solo. También, están las noches tormentosas en las que cruza por la cabeza que me pueda volver, cualquier dolor o molestia en el cuerpo uno rápido te tocas y estás con esa tensión de que pueda ser algo”, advirtió. 

Otra de las situaciones difíciles para ella durante el procesos fue ver cómo ella sobrevivía pero otras no lo lograban. 

En el camino, el doctor Velázquez fue su apoyo. Le dijo que disfrutara la vida a plenitud y que hiciera de todo con moderación. 

“Vivo feliz. Hago lo mismo que hacía antes. Salgo, estoy con el nene para arriba o para abajo. Lo único que cambié fue que aprendí a vivir. Yo suelto todo lo que estoy haciendo si me llaman para disfrutar. Mi familia es bien unida y lo disfruto, pasamos mucho tiempo juntos. Celebro la vida de mi nene que ahora cumplirá 11 años”, dijo.  

Difícil manejar el cáncer del seno, pero posible desde el punto de vista psicológico

Al igual que otros tipos de cáncer, el cáncer de mama provoca miedo en la persona. No obstante, un efecto diferenciador es que, en el caso de la mujer, les arrebata elementos físicos del cuerpo que se relacionan con la femineidad. 

Según explicó la psicóloga clínica, Jenniffer Morales, profesora de la Ponce Health Science University y de la Universidad Carlos Albizu, el cáncer es la primera causa de muerte en las mujeres, pero, ha pasado de ser una enfermedad mortal a una enfermedad crónica.  

El cáncer de seno representa el 18.9 por ciento de muertes por cáncer, en mujeres. Algo positivo es que en Puerto Rico es el cáncer con mayores sobrevivientes, de acuerdo con datos publicados por el Central Cancer Registry of Puerto Rico. 

Desde la psicología, los retos que enfrentan estos pacientes comienzan con el miedo ante un diagnóstico no esperado y los cambios que podrían representar en la vida de la persona. 

“En particular las pacientes de cáncer del seno enfrentan procesos médicos bien invasivos. Muchas de ellas son sometidas a mastectomías unilateral y bilateral y, aunque puedan tener un apoyo del médico y su familia, no necesariamente están preparadas. Cuando uno habla con ellas, son muchas las que definen su vida antes y después del diagnóstico”, explicó la profesional.  

El cáncer de mama afecta la concepción de la belleza, en algunas mujeres, más que en otras, por la pérdida de pelo, piel y los senos que son símbolo de la sexualidad. 

“Vemos, por esta razón, consecuencias emocionales, depresión, ansiedad, trae una pérdida del control, te genera ansiedad, fatiga física o emocional y posibles secuelas de estrés postraumático”, explicó. 

De acuerdo con Morales, dos de cada tres sobrevivientes vuelven a su vida normal. No obstante, al menos una tercera parte, aunque haya terminado el proceso de diagnóstico y tratamiento, tiene después del proceso de remisión consecuencias psicológicas, entre ellas el estrés postraumático. Estos datos los sostiene el Instituto Nacional del Cáncer. 

La importancia de tener un apoyo psicológico  

Morales recomienda a las pacientes de cáncer del seno asistirse de recursos en psicooncología. También, se debe incluir a la pareja y a la familia en el proceso de la psicoterapia. Además, el apoyo social es importante.

Las familias y amigos de la paciente no deben infundir el miedo a la muerte ni asumir conductas fatalistas. Tampoco se recomienda minimizar el diagnóstico de cáncer de seno. La familia debe preguntar al paciente qué necesita. 

“También, la literatura dice que los grupos de apoyo, además del apoyo psicológico y de pareja, han probado tener un efecto positivo en la recuperación y durante el tratamiento. La literatura dice que los movimientos tienen que ser liderados por profesionales, pero también por pares para que funcionen”, dijo.

Desde la psicología, la reestructuración cognitiva ayuda a la mujer a cambiar sus pensamientos destructivos que pudiera desarrollar. Se le valida como mujer.