Cada vez que los puertorriqueños se quedan sin el servicio de energía eléctrica, sienten estrés y ansiedad, sobre todo al tener el recuerdo de experiencias pasadas, donde estuvieron meses sin electricidad como ocurrió tras el paso del huracán María.

Esta semana, antes de que pasara la tormenta Isaías por la Isla, 500 mil abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) se quedaron sin servicio. Esto provocó que las redes sociales se inundaran de comentarios sobre el apagón, los que se combinaron con el suspenso de  la llegada de Isaías.

En el ínterin, Vianny Rivera Rivera, del barrio Santa Olaya, en Bayamón, recordó los nueve meses en los que estuvo sin el servicio eléctrico luego del huracán María, prácticamente tras destruirse la red de transmisión en 2017 – que aún no ha logrado recuperarse del todo.

En esos nueve meses, subió empinadas cuestas con baldes de agua en mano, junto a sus dos hijos, porque tampoco contaban con el servicio de agua potable de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA). 

Los recuerdos que conserva cuando hervía el agua de manantial y de lluvia, la cual recogía para cocinar el almuerzo, el desayuno y la cena, cambió su vida por completo.

Cada vez que la luz se va, a su cabeza llegan nuevos recuerdos. Su cuerpo se tensa a medida que el estrés recorre sus venas. La ansiedad toma lugar en su conciencia porque todavía no entiende cómo a tres años del huracán María su rutina no ha cambiado del todo.

“Ahora, con el paso de la tormenta esta, no dormí nada”, expresó. 

“Para decirte más, aquí hasta porque un perro estornude se va la luz. Es una situación que viene no tan solo desde el huracán María, sino todo el tiempo. Para que los servicios se den, es bien difícil”, agregó.

La falta de electricidad —de acuerdo con la psicóloga clínica y profesora en la Universidad de Medicina de Carolina del Sur, Rosaura Orengo Aguayo— se ha convertido en un recuerdo del paso del ciclón, debido a todas las necesidades básicas que se trastocaron. Fueron miles los que no tuvieron agua potable, electricidad, internet o cobertura telefónica durante meses.

La precariedad que vivieron los puertorriqueños, a su juicio, es un reflejo del abandono que sintieron los meses subsiguientes al huracán María de parte del gobierno.

En términos psicológicos, Orengo Aguayo explicó que la ausencia del servicio eléctrico puede ser un detonante para el trauma que miles vivieron tras el huracán María. 

Cuando se va la luz, igual se reabren las heridas que aún no han sanado, esbozó. 

“El puertorriqueño está sintiendo una palpitación en estos momentos y pensamientos negativos y ansiedad porque ha sufrido muchos atropellos, falta de recursos básicos y se siente que nadie lo viene a rescatar”, expresó.

La reexperimentación de eventos adversos adicionales al huracán ha complicado para los boricuas sanar todas esas heridas. El enjambre sísmico en el sur de Puerto Rico, la pandemia de COVID-19, la desestabilidad política, eléctrica y económica, por ejemplo. 

La psicóloga clínica igual acotó que, si la recuperación de la Isla tras el huracán hubiese sido más rápida, esos golpes hubieran sanado con mayor rapidez.

“Lamentablemente, atropello tras atropello, es bien común que entonces María continúe teniendo un impacto en la psiquis de los puertorriqueños”, esbozó Orengo Aguayo. 

La psicóloga clínica lideró el estudio Disaster Exposure and Mental Health Among Puerto Rican Youths After Hurricane Maria de la institución académica en la que trabaja como profesora. El estudio consistió de una encuesta en la que participaron 96,108 estudiantes puertorriqueños entre cinco a nueve meses después del ocurrido el ciclón.

Los resultados arrojaron que el huracán María expuso a miles de jóvenes en Puerto Rico a altísimos estresores luego del fenómeno atmosférico. Esto desembocó tanto en el Síndrome de Estrés Post Traumático (PTSD) como en síntomas de depresión.

El estudio también encontró que cerca del 16.7% de los jóvenes que respondieron no tenían servicio eléctrico en sus hogares entre cinco a nueve meses después del huracán.

La psicóloga clínica y presidenta del Grupo de Servicios Especializados en Psicología e Integrativos (mejor conocido como “Grupo SEPI”), Amarilis Ramos Rivera, recordó cómo durante sus talleres luego del desastre se topó con personas angustiadas por la falta de electricidad. 

Las personas con quienes conversó que tenían una mayor preocupación en torno a la energía eléctrica eran las que tenían un familiar que dependían de una máquina para sobrevivir, mencionó.

No obstante, aclaró que, por lo general, las personas estaban estresadas y ansiosas por multiplicidad de factores.

“Como nos hemos creado una costumbre con eso (la electricidad), nos duele más que otra cosa no tenerla”, opinó.

Para la psicóloga clínica, es “normal” que a las personas les conmocione cuando pierden el servicio eléctrico, por lo que no es usual que surjan patologías psicológicas. No obstante, la falta del servicio puede acentuar condiciones o trastornos preexistentes, aclaró.

Las necesidades que se han formado según el transcurso del tiempo en torno a la electricidad, explicó que ha hecho más perentorio su rol en la vida del ser humano.

Las dos psicólogas clínicas —tanto Ramos Rivera como Orengo Aguayo— estuvieron de acuerdo en el rol del gobierno en la manera en la que el ser humano percibe el servicio eléctrico. Los eventos pasados igual han incidido en que, según la desconfianza incrementa, los niveles de ansiedad y estrés incrementen en los puertorriqueños.