La mayoría de la población de Puerto Rico, en todos los demográficos, se vacunará contra el COVID-19, pese a los temores que se expresan a diario en la opinión pública en torno a los efectos secundarios de la novel vacuna.

Esto según arrojó un sondeo hecho por Es Mental donde el 83% de los residentes de Puerto Rico que respondieron dijeron que se vacunarán inmediatamente al llegar su turno. Aún así, un 17% de la muestra de 380 personas dijo que no se vacunará. La mayoría de de los participantes que se resisten a la vacuna fueron personas entre los 21-25 años y de los 41-50. Dos personas mayores de 65 años, segmento demográfico con mayor riesgo de muerte por COVID, dijeron que no se vacunarían.

La doctora Roberta Lugo Robles, experta en epidemiología, indicó en una entrevista con Es Mental que le sorprendieron los resultados del sondeo.

Lugo Robles describió como una preocupación que muchos ven a la vacuna de la COVID-19 como si vacunarse fuese algo nuevo y desconocido, sin embargo, un gran porcentaje de la población recibe vacunas de todo tipo desde temprana edad.

De igual manera, la epidemióloga articuló que ha visto mucha resistencia de parte de los jóvenes al hablar sobre el tema de la vacunación y que entendía que se debía al componente social.

“Culturalmente, a veces, los jóvenes puertorriqueños piensan que son saludables pues no se pueden contagiar y ciertamente no los culpo. Si es una persona que se deja llevar por los datos puede asumir que los que se mueren en su mayoría son viejos; por ende, ¿para qué me tengo que vacunar? No obstante, hay que pensar en los demás. Si yo me vacuno voy a estar contribuyendo a lo que es la inmunidad de rebaño”, sostuvo Lugo Robles.

En cuanto al grupo de 41 a 50 años quienes optaron por no vacunarse, Lugo Robles afirmó que, al ser la edad que forma la mayor parte de la fuerza laboral en Puerto Rico, posiblemente se consideran personas saludables.

Por otro lado, analizó que si no se vacunan los adultos de 41 a 50 años ni los jóvenes la pandemia nunca culminará.

“Lamentablemente, por ahora, vacunarse es la única manera de salir de esto”, dijo Lugo Robles.

Vacunas aprobadas a escala mundial y en Puerto Rico

Desde el surgimiento del primer caso de COVID-19, que se estima haber sido en Hubei, China en noviembre  de 2019, la cotidianidad se ha visto trastocada mundialmente.

No obstante, no fue hasta enero del año 2020 que se inició a gestar el desarrollo de las primeras vacunas para detener el esparcimiento de la pandemia que ha arropado al mundo.

Países como Rusia e Inglaterra han aprobado vacunas tales como la AstraZeneca y la Gam-Covid-Vac, mejor conocida como Sputnik V.

Mientras, respecto a Puerto Rico y los Estados Unidos, se han hecho alrededor de 200 vacunas para combatir el virus y su impacto, y 41 han llegado a la fase 3 y esperan aprobación. Entre ellas figura la de la compañía Johnson and Johnson denominada  JNJ-7843673.

Sin embargo, dos vacunas sí han obtenido la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) que son: la manufacturada por Pfizer junto a la compañía alemana BioNTech y la de Moderna.

Según el informe de la FDA sobre las vacunas aprobadas para COVID-19, la vacuna desarrollada por Pfizer-BioNtech fue aprobada el 11 de diciembre de 2020 y la desarrollada por Moderna fue permitida para distribución pública a partir del 18 de diciembre de 2020.

Lugo Robles precisó que las dos vacunas que se han aprobado han sido permitidas bajo un Emergency Use Authorization (EUA), lo que significa que, en cualquier momento, si se encuentra que las mismas no son efectivas o presentan problemas se retiran del mercado.

La FDA también indicó que el EUA también garantiza más acceso al producto médico, pruebas de diagnóstico y otros dispositivos que sean necesarios para distribuir la vacuna o el medicamento.

Los retos detrás de la vacunación

La especialista en epidemiología añadió que en términos de efectividad las dos vacunas son muy similares y aseguró que respecto a la seguridad ambas vacunas son confiables.

Por otro lado, Lugo Robles determinó que la distribución de la vacuna recae dentro de sus mayores preocupaciones.

“Como salubrista debo decir que la distribución de la vacunación ha sido poco organizada. Hay personas que no han respetado las fases de vacunación. Tienen que entender que se establecieron porque las dosis son limitadas. Por esto, debemos iniciar con las personas de mayor riesgo y exposición”, concluyó la profesional de salud.

Lugo Robles incluso sugirió que la vacunación fuese monitoreada por la Guardia Nacional o por los centros de vacunación con el fin de tener un mayor control de las personas que se están vacunando.

De igual manera, la epidemióloga afirmó que se han vacunado más de 60,000 profesionales de salud y exaltó que todavía se debe de alcanzar la vacunación de alrededor de 60% de los puertorriqueños.

“Estamos todavía en pañales en términos de lo que es la cantidad de puertorriqueños vacunados”, explicó Lugo Robles.

Otro factor presente dentro de los problemas principales que mencionó Lugo Robles fue que las personas, luego de vacunarse, abandonen las medidas de seguridad impuestas para evitar el contagio.

La doctora también dijo que hay muchas interrogantes sobre la efectividad de las vacunas aceptadas que aún quedan sin contestar.

“Aún estamos intentando entender cuánto dura la inmunidad que ofrece la vacuna y si estar vacunado impide la posibilidad de contagiar a otros, tal como una persona asintomática”, expresó Lugo Robles al indicar que no hay espacio para cometer errores en cuanto a desinformación.

También, como método de prevención de otro brote, Lugo Robles ideó crear campañas de educación masiva para el beneficio de la población.

Respecto a los síntomas adversos que se han reportado como resultado de vacunarse, la experta en salud expuso que todas las vacunas tienen efectos adversos y que la mayoría de los efectos que han salido a luz son normales y posibles con cualquier otra vacuna.

“Son anécdotas que impiden que todos se decidan vacunarse e impone desconfianza. Cuando dijeron que se notificaron las 5 muertes de personas vacunadas, 3 de las 5 personas estaban en el grupo placebo, lo que quiere decir que no habían recibido la vacuna y las otras 2 eran mayores de 65 años que tenían condiciones crónicas y murieron por las complicaciones de estas”, argumentó Lugo Robles.

A su vez, la doctora en biología molecular, Marieli González Cotto, resaltó la importancia de divulgar la información de los efectos secundarios. Sin embargo, declaró que las historias deben de incluir mayor contexto y detalle.

González Lugo puntualizó que las anécdotas de efectos secundarios son mínimas en comparación a la cantidad de personas a quienes se les fue suministrada la vacuna previo a su aprobación.

De manera similar, la también inmunóloga subrayó que, a pesar de que muchos cuestionan el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 describiendolo como “prematuro”, la tecnología que se utilizó para generarla no es nueva. Por esto, no debe haber ningún tipo de sensación de alarma respecto a vacunarse.

“Hay que reconocer y saber que todas estas opiniones vienen de la falta de información. La tecnología y el conocimiento para formular la vacuna ya existían. No es algo nuevo. Igualmente, el proceso de estudios por el que pasa la vacuna antes de vacunarse es uno que se ha probado como efectivo con mucho tiempo de antelación”, detalló González Cotto.