A los 28 años la madre primeriza Paola Arroyo Guzmán perdió control sobre los nervios del lado izquierdo de su rostro luego de 35 semanas de gestar su embarazo.

Lo que  inicialmente sintió como una quemada en la lengua, concluyó en no poder sonreír, cerrar la boca y el ojo, ni poder hacer expresiones faciales.

“Pensé que la presión me había subido. Me comuniqué con mi doula y me dijo que me grabase para que yo misma me percatase de las expresiones que yo no podía hacer y que me comunicase con mi médico”, detalló en entrevista con Es Mental al aclarar que, debido a que los síntomas podían estar relacionados a un derrame, fue atendida ese mismo día por profesionales de salud.

Su doctor le indicó que tenía parálisis facial, también conocida en inglés  como Bell’s palsy, y le explicó que posiblemente era solo el comienzo de su inmovilidad.

Arroyo Guzmán inició su proceso de terapia con un grupo de fisiatras ese mismo día.

A pesar de que nadie le advirtió de que le pudiese dar este desorden neurológico, su cuidador de salud sí le mencionó que las mujeres embarazadas son más susceptibles a la parálisis facial, debido a que su presión sanguínea aumenta y por esto, el nervio que controla su cara se podía inflamar.

“Jamás me hubiese imaginado que yo estaría sufriendo una parálisis facial. Primero, porque pensaba que no cumplía con los requisitos. Segundo porque yo no había sufrido ningún evento traumático y tampoco estaba pasando por estrés ni tensión”, sostuvo la joven.

Su primera preocupación fue que la parálisis afectase la placenta, el cordón umbilical o que obstruyera el embarazo y que fuese un efecto secundario de algo que pudiese estar sufriendo dentro de su vientre.

Otra posibilidad que le causó inquietud e incertidumbre fue que las terapias pudiesen afectar al bebe.

Misterioso el origen de la parálisis facial

Según el artículo de la revista médica UpToDate titulado Bell’s palsy: Pathogenesis, clinical features, and diagnosis in adults, la parálisis facial que experimentó Arroyo Guzmán durante su embarazo puede ser provocada por herpes, diabetes, o una predisposición genética.

La ginecóloga Yari Vale Moreno expresó que el Bell’s palsy es bien común, no obstante, no necesariamente está relacionado a un embarazo. Incluso, detalló que la parálisis pudiese ser causada por una infección viral, esparcias o dolor gliopático o neuropático.

“A veces no se sabe que vino primero el huevo o la gallina, respecto a qué lo causa”, recalcó la también directora de planificación familiar del Departamento de Ginecología y Obstetricia en el Recinto de Ciencias Médicas.

Los autores del escrito Michael Ronthal y Patricia Greenstein también denominaron a la Bell’s palsy como una parálisis idiopática, lo que significa que no se puede diagnosticar una causa y no se sabe por qué surge.

De igual manera, la revista especializada en salud aclaró que, a pesar de que no es de mayor recurrencia en un género, raza ni ubicación geográfica, las mujeres embarazadas son tres veces más propensas a generar parálisis facial durante su gestación. Específicamente, podría suceder en la primera semana luego del parto o en tercer trimestre previo.

Arroyo Guzmán recordó haber pensado previo al diagnóstico que, debido a presión alta, había tenido un episodio de preeclampsia. Su hipótesis de Arroyo Guzmán está sustentada en el artículo de la revista médica que precisó que algunos expertos explican que Bell’s palsy está asociada a la preeclampsia.

Incluso, recordó que cuando comenzó a dialogar con su terapista, se le indicó que su parálisis podía deberse a la forma en la que dormía.

“Durante toda mi gestación dormí del lado izquierdo con la mano en el rostro. Con el rostro encima de la mano izquierda y esa presión del puño pudo haber inflamado ese nervio y provocado que la circulación no llegase correctamente al área”, puntualizó Arroyo Guzmán.

Por otro lado, de acuerdo con el escrito de UpToDate, Bell’s palsy puede provocar pérdida de sabor, no poder cerrar el ojo, y lagrimar y cejas o boca caídas por el lado afectado.

En su caso, Arroyo Guzmán describió que no podía tomar agua ni comer, debido a que no podía cerrar la boca ni el ojo izquierdo y le dolía el área del cuello.

La ginecóloga Vale Moreno subrayó que el padecimiento puede ser temporero o permanente. Con la terapia hay veces que vuelve otra vez el nervio a regenerar, pero hay otras veces que no vuelve 100%.

La joven, periodista de profesión,  sostuvo que logró recuperar completamente la movilidad luego de tres semanas  a través de sus terapias, su círculo de ayuda, de comer papaya y otros antiinflamatorios y seguir las instrucciones de los profesionales que la aconsejaron.

“Siempre me propuse recuperar antes de dar a luz. ‘Mi bebé me tenía que ver sonreír cuando nazca. Mi felicidad se tiene que notar plenamente cuando yo la tenga en mis brazos’. Eso me ayudó bastante, cuando parí tenía ya toda la movilidad”, concluyó Arroyo Guzmán. Y así fue, agraciadamente en su caso.

Contó que la difícil experiencia no le quitó a su vida, sino que le añadió porque tuvo la oportunidad de conectar con otras mujeres en Latinoamérica que fueron también pacientes de Bell’s palsy durante su gestación de embarazo. 

También, pudo conocer a otras madres con su misma situación, educar a mujeres y promover el cuidarse durante el embarazo a través de la página de Facebook denominada Parálisis facial, parálisis Bell.

Arroyo Guzmán también acentuó cómo su gestación le cambió su perspectiva sobre el embarazo.

“Debido a que cuando una está embarazada la mujer debe de estar más bella que nunca y debe de ser un rayo, entre otros, encontrar a otras mujeres que habían experimentado lo mismo me ayudó. Ayudó a mi percepción sobre el embarazo porque a veces uno piensa que es más fácil, pero uno necesita su grupo de apoyo”, concluyó.