Con la llegada del mes octubre, particularmente el 31 de octubre, muchos niños y adultos eligen un personaje, cosa o motivo favorito para recrearlo en un disfraz y asistir a fiestas, eventos o hacer rutas de trick or treat por el vecindario.

El conocido día de Halloween, cuyos orígenes se remontan a hace más de 3 mil años y muchas son las versiones de su historia, se ha convertido para muchos en una divertida razón para dejar fluir la imaginación y la creatividad en una sola época del año. Pero, ¿hay una psicología detrás del hecho de que las personas se disfracen o interpreten a otras? 

Desde un punto de vista psicológico, según la psicóloga Milca Felipe, la acción de disfrazarse (independiente sea Halloween o no) es un vínculo de expresión para el ser humano y su personalidad. 

“El disfrazarse se puede utilizar como un vehículo de disfrutar de algo que puede parecer un tabú y nos da la oportunidad de fantasear y adoptar la personalidad que llevamos adentro, sin ser juzgados y buscando liberarse de los tabúes”, explicó Felipe a Es Mental.

Con esto coincidió la psicóloga Marilyn López, y señaló que ante una sociedad con prejuicios, disfrazarse da la oportunidad de que las personas puedan ser lo que quizá no se atreven a ser en su cotidianidad.

“Esa oportunidad mezcla lo que son pensamientos, sentimientos y conductas y ahí la psicología entra del todo, porque una persona que se esté disfrazando de ‘x’ o ‘y’ manera y que vaya a hacer como si fuera de lo se disfrazó, tiene que envolver pensamientos y sentir para poder actuar o convertirlo en una actuación”, compartió. 

Felipe recordó que disfrazarse es una característica común y que no puede ser un tabú para algunos, pues sigue estando presente en tribus de América del Sur y en las tradiciones de diferentes culturas, como lo es México y su Día de Muertos. 

“Cuando ellos quieren practicar algún tipo de expresión usan el disfraz, se maquillan, utilizan máscaras o plumas y esto trasciende mucho más allá que el rito de Halloween y el aspecto negativo que la religión le otorga”, expuso. 

Social y culturalmente puede ser un vehículo para que las personas puedan expresar ciertas cosas que llevan dentro” agregó.

Por su parte, López argumentó que las fiestas o eventos de disfraces son espacios en los que nadie tiene la preocupación de ser juzgado y “es enteramente libre de críticas”.

“Se preparan más bien para impresionar, no para ser criticados. Y eso es agradable y da un sentido de confianza, porque participan de un evento en donde no son los únicos y el juzgar no existe”, sostuvo. 

La psicóloga recordó que la seguridad y la confianza que da el estar disfrazado permite que una persona pueda sentirse bien, en confianza y disfrutar la ocasión. 

También, hizo un llamado a los padres a considerar la importancia de la imaginación y creatividad de los niños y el disfrute que algunos podrían tener al interpretar a su personaje o superhéroe favorito.

“Controlado por un adulto no es nada negativo. Es una actuación que envuelve, en un ratito, la oportunidad de que ellos participen de algo sano y divertido”, expresó. 

Esa etapa (la niñez) pasa tan rápido que cuando obviamos eso, en algún momento ese niño va a ser adulto y va a pensar que no le dieron esa oportunidad”, concluyó. 

Finalmente, la psicóloga Felipe recomendó a las familias a comenzar a analizar el significado que le dan a la acción de disfrazarse. 

“Depende del contexto que cada familia le dé, el que ellos entiendan que sea el correcto, cada familia tiene una manera particular de manejarse”, puntualizó.