El mutismo selectivo es un tipo de trastorno de ansiedad que afecta a los niños e impacta su vida social y escolar.
En este caso, el menor es capaz de hablar, comunicándose en escenarios específicos donde se siente más cómodo, mientras se muestra imposibilitado de hacerlo en otras situaciones, y de allí viene el término de “selectivo”, explicó el trabajador social clínico Jonathan Meier.
Especificó que suele darse en contextos donde el menor siente mucha presión, teme las expectativas de otras personas, en familias que tienen altos niveles de conflictos o en escenarios donde puede sentirse coartado, explicó el también experto en familias con altos niveles de conflicto.
Puede surgir en los divorcios por el sentido de pertenencia, las dinámicas conflictivas, la adaptación, entre otros detalles que vienen con el proceso de separación, agregó.
Por su parte, la psicóloga clínica María Victoria García Cingolani añadió que es un diagnóstico que se utiliza en particular con los niños cuando tienen una imposibilidad de hablar en situaciones puntuales y también se asocia a la fobia social. Indicó que, según su experiencia, se suele diagnosticar a los cinco años.
Según el también supervisor de estudiantes de trabajo social clínico en el Hospital del Niño, entre los síntomas están habilidades sociales limitadas. Es decir, a menudo pueden tener habilidades sociales restringidas y dificultades en hacer amistades por destrezas de socialización, aislamiento o un rezago en las habilidades prosociales. A veces muestran rasgos de perfeccionismo. Esto implica que, si no lo van a hacer tan bien como quieren, evitan intentarlo, pues buscan una perfección que es idealizada. También, pueden tener problemas para responder a preguntas. Asimismo, pueden parecer inexpresivos o tener una expresión facial inmutable.
Añadió que el niño o niña puede presentar nerviosismo o puede verse retraído en contextos donde el funcionamiento social esperado no va de acorde a la etapa de desarrollo donde se encuentra. Puede presentar pensamientos anticipatorios, sentir previo a llegar al evento que no va a cumplir con las expectativas, explicó Meier. Indicó que cuando los niños presentan estos síntomas iniciales se pudiese confundir con distintas condiciones por su similitud, como el trastorno del espectro autista (TEA).
“No es que no tenga las capacidades para expresarse, es que esta es una manera de expresar que le ocurre algo”, describió.
Según la Clínica Mayo, el mutismo selectivo puede afectar a un menor en su desempeño académico y vida social. Asimismo, según la entidad, igual que los demás trastornos de ansiedad, el mutismo selectivo se puede manifestar a través de la sensación de nerviosismo, agitación o tensión, sentido de peligro inminente, pánico o catástrofe, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada o hiperventilación, sudoración, temblores sensación de debilidad o cansancio. Otros síntomas que pudiesen surgir en este tipo de trastornos son problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual, tener problemas para conciliar el sueño, padecer problemas gastrointestinales, tener dificultades para controlar las preocupaciones o tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.
Por su parte, García Cingolani destacó que la repetición de las experiencias de no hablar es una de las primeras señales y suele ser señalada por otras personas que le dan las voces de aviso a los padres como los maestros, padres de amistades, abuelos, entre otros familiares o adultos en la vida del menor.
Apuntó la importancia de analizar con qué personas en particular no se puede expresar y cuál es la dinámica. Resaltó que otro factor que puede afectar la situación es cuál es la dinámica familiar o en el hogar. Asimismo, el mutismo selectivo, según García Cingaloni, suele surgir después de la pérdida de un embarazo o de un hermano, un duelo o situaciones de migración extrema. También, cuando tienen cambios abruptos culturales o lingüísticos al mudarse de manera voluntaria o forzosa, puntualizó.
Por su parte, Meier sugirió no presionar a los niños y trabajar poco a poco en el manejo de esas situaciones de estrés y en detectar los escenarios en donde se siente con más ansiedad. Indicó que la terapia cognitiva conductual también puede ayudar a cambiar esos patrones de pensamiento o técnicas de desensibilización.
Igualmente, aconsejó reforzar al menor cuando haga pequeños pasos de progreso, puede tratarse de premios hasta elogios. De elegir esta técnica, destacó que lo ideal es que se le aplauda o otorgue el regalo inmediatamente después del paso para que asocie una cosa con la otra. También, destacó a la comunicación alternativa como escribir, dibujar, haciendo un proceso gradual para que se sienta seguro y segura y poco a poco hasta que pueda hablar.
A su vez, García Cingolani sostuvo que evitaría la medicación. “Hoy en día hay una mirada muy medicada hacia la salud mental de los menores”. Opinó que, de no ser indispensable, se debería de trabajar el mutismo selectivo a través de distintos tipos de terapia, pues se desconoce como pudiese impactar al menor.