El uso excesivo o desproporcionado de la pornografía tiene un impacto en el cerebro, que puede provocar problemas de memoria, control de los impulsos y en la toma de decisiones, entre otros múltiples efectos.

Según David Alcalá Pérez, si la pornografía es usada de manera inadecuada, excesiva o compulsiva puede ser dañina no solo a niveles sociales, cognitivos y de salud mental, sino que fisiológica y neurológicamente.

Apuntó que se ha estudiado que el uso desmedido de la pornografía altera la composición cerebral, desgastando la corteza prefrontal. Este vicio puede provocar alejamiento y retraimiento social, ansiedad, depresión, trastornos sexuales y problemas con relaciones interpersonales o relaciones de parejas.

Explicó que lo que se esta encontrando en estudios es que el constante consumo de este contenido afecta el área del cerebro que controla los impulsos y la moralidad. Entonces, como consecuencia, el ser humano vuelve a unas etapas más primitivas como si fuesen niños actuando. Es decir, no tiene control de los impulsos y tienen pobre juicio.

Detalló que la dopamina es un neurotransmisor que se encarga de dar gratificación, pero más que eso es la memoria de lo que provocó ese placer. Cuando la dopamina se libera en cantidades poco usuales de manera excesiva, se altera el sistema de recompensa; el proceso de obtener gratificación. Aquí entra el uso desmedido y la sensación de cada vez querer más. 

A su vez, la psicóloga clínica Gretchen Casillas Canales explicó que, según varias investigaciones avaladas por la neurociencia, como la de Nora Volkow y George Koob en 2016, los cambios fundamentales de la pornografía en el cerebro son la sensibilización o desensibilización, circuitos prefrontales y mal funcionamiento del sistema de estrés. Por esto, las personas adictas a la pornografía sufren de cambios en las funciones ejecutivas, problemas en el rendimiento de la memoria, problema en la toma de decisiones, cambios en la respuesta fisiológica-emocional, así como en la regulación.

Otras posibles complicaciones provocadas por la adicción son problemas de sueño, insomnio, pesadillas, dijo Alcalá Pérez. Añadió que la adicción al uso de dispositivos electrónicos puede acompañar a este vicio. 

Mientras, la psicóloga Lorena Vázquez Santiago destacó que, desde el campo de la sexología, no se recomienda el consumo de pornografía, más bien el contenido erótico que se puede encontrar, por ejemplo, en la literatura. Precisó que el consumo de la pornografía puede incluir detalles que no representan fielmente la sexualidad. 

Casillas Canales explicó que el fácil acceso a la pornografía y a la cantidad de contenido gratuito existente facilita el desemboque de una dependencia común mediante su uso por internet. Detalló que hoy en día, el uso problemático de la pornografía, afecta aproximadamente del 3% al 6% de la población adulta. Mientras, señaló que 65% de los hombres jóvenes y el 18 % de las mujeres jóvenes informan ver pornografía al menos una vez a la semana. 

Estimó que esta cantidad puede ser mucho mayor, pues en Estados Unidos 40 millones de adultos frecuentan diariamente con regularidad portales de pornografía. De hecho, estableció que, según las estadísticas de PornHub, una de las plataformas más usadas para ver pornografía, hubo un incremento de tráfico de un +10.5% en sus visitas posterior a una avería de las redes sociales Facebook e Instagram en 4 de octubre del 2021. 

Por su parte, según la experiencia profesional de Alcalá Pérez, no hay una incidencia mayor de adicción a este contenido en hombres o mujeres. Sin embargo, aseguró que el hombre lleva una carga un poco más pesada en el sentido de lo que está viendo quiere replicarlo, entonces, se pone una presión innecesaria de que se tiene que presentar tal y como lo hacen en la pornografía. Recordó que en Puerto Rico se hacen investigaciones de abuso de sustancias controladas, pero no se ha hecho ninguna indagación de este tipo de adicciones, factor que limita su estudio y entendimiento.

De acuerdo con Casillas Canales, algunos factores que influyen en que una persona sea más vulnerable a la adicción de la pornografía son genéticos, sociales, fisiológicos, historial de abuso sexual, físico y/o emocional, carencia afectiva, exposición al material pornográfico a temprana edad, repetición de conductas aprendidas, pobre autoestima, ansiedad o  individuos con pobre relaciones interpersonales

Mientras, Alcalá Pérez dijo que la falta de educación sexual también puede ser un factor que hace a las personas vulnerables a generar esta adicción. Además, sostuvo que este vicio puede ser índicio de que la persona se está refugiando en la pornografía para escapar algúna realidad o frustración, ya sea en su vida sexual o amorosa. 

Por su parte, Vázquez Santiago precisó que en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la pornografía no se incluye como adicción. No obstante, pudiera ser considerado como una conducta mal adaptativa si causa algún problema en las áreas esenciales de la vida que incluyen la escuela/trabajo, amigos/familia y recreación, entre otras

Alertó que es importante reconocer cuando la persona presenta una preocupación constante por utilizar material pornográfico. 

Asimismo, Casillas Canales destacó algunas señales de riesgo, como la necesidad apremiante del uso de pornografía, dificultad para dejar de exponerse a ello o búsqueda de prácticas sexuales más intensas, poco de deseo de relacionarse con otros para tener el espacio para su uso continuo o pérdida de interés por tener sexo en la vida real. Mencionó, además, las exigencias a la pareja sexual de prácticas aprendidas mediante del material pornográfico, sintiendo insatisfacción propia al no alcanzarlo, y deterioro de la relación de pareja o infidelidad en la búsqueda del placer no obtenido y desvirtuado. Agregó la posibilidad de manifestaciones físicas debido a tiempo continuo de uso, impacto económico en la búsqueda de material más explícito pagado o dificultad en la regulación emocional. 

Las señales van desde la frecuencia en el consumo hasta el contenido o conductas en el diario vivir, dijo Alcalá Pérez. “Cada vez tiene que verlo por un periodo más prolongado”, puntualizó.