A pesar de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que los niños y adolescentes acumulan cifras menores que los adultos en trastornos depresivos, la realidad es que la depresión afecta a 3.2% de la población entre las edades de 3 a 17 años, aproximadamente 1.9 millones de niños y adolescentes en los Estados Unidos, según cifras del Centro para el Control de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Esta enfermedad, que según OPS “presenta síntomas como un estado de ánimo deprimido, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar”, además de ser perjudicial para el bienestar de los niños y adolescentes en los distintos roles de sus vidas, puede propiciar conductas inadecuadas como el portarse mal o ser violento en los más pequeños y utilizar sustancias controladas en el caso de los adolescentes, así como empujarlos a tomar decisiones asociadas a la automutilación o el suicidio, según Royal College of Psychiatrists (RCOP) y la psicóloga clínica, Mayra Olavarría.
Sin embargo, en muchas ocasiones estas señales no son tan claras y a algunos cuidadores se les hace difícil detectar que un menor está sufriendo algún tipo de trastorno mental que pudiera asociarse a la depresión.
“Debido a que los comportamientos normales varían de una etapa de la niñez a otra, puede ser difícil darse cuenta si un niño solo está pasando por una ‘etapa’ transitoria o si está sufriendo de depresión”, publicó, por su parte, el Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés).
La atención de los adultos, según NIMH, es crucial ya que la mayoría de los niños y adolescentes no saben a dónde acudir para buscar ayuda y dependen de los cuidadores a su alrededor para acceder al tratamiento adecuado.
Conjunto de causas
Al tratarse de una enfermedad que no tiene causa específica, según enfatizó Olavarría, la depresión puede perjudicar a los menores por un sinnúmero de estresores, ya sean aislados o combinados.
“Es un conjunto de condiciones biopsicosociales, que tienen la cuestión biológica con la que podemos tener niños con enfermedades terminales, niños con enfermedades crónicas… Psico de que su psiquis les puede predisponer a ello, por las razones que sean, porque son menos fuertes emocionalmente, piensan más las cosas que los demás, y sociales porque tenemos niños que viven en sus casas, en un país con un alto nivel de criminalidad, uno alto nivel de inseguridad, de bajo nivel socioeconómico y ellos no están en una burbuja”, aseguró la psicóloga, quien se dedica a trabajar diariamente con adolescentes y niños como coordinadora de la Clínica de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ciencias Médicas.
A pesar de ser un padecimiento multifactorial, los expertos del RCOP identificaron, en una publicación en la revista Mental Health and Growing Up: Factsheets for Parents, Teachers and Young People, que algunos detonantes pueden ser: que el menor sea objeto de burla en la escuela, separación o divorcio de los padres, conflictos con miembros de la familia y amistades, abuso físico, maltrato psicológico, entre otros.
La enfermedad también puede asociarse a la relación del niño o adolescente con un padre o madre que sufra depresión o bipolaridad, la cual el menor tienda a imitar como parte de su modelo a seguir.
En su caso, Olavarría añadió que recibe muchos niños con trastornos depresivos cuyo detonante es el padecimiento de enfermedades terminales o crónicas como la diabetes, el cáncer, la artritis reumatoidea, entre otros.
“Es bien difícil que te den un diagnóstico de cáncer o diabetes en una edad adulta, imagínate cómo impacta eso la vida de un niño”, comentó.
La coordinadora también asoció algunos casos con la inseguridad que se vive en la isla, lo que afecta de sobremanera a los menores. No obstante, relacionado al detonante de la violencia, no es la depresión el cuadro clínico que más diagnóstica, sino los casos de déficit de atención y ansiedad.
En Estados Unidos, la ansiedad también supera la depresión en diagnósticos con cifras de 4.4 millones de niños y adolescentes afectados o 7.1% de la población entre las edades de 3 a 17 años, según el CDC. Los desórdenes mentales más comunes, por otra parte, son los problemas de conducta que afectan a 7.4% de la población entre los 3 a 17 años, para un total de 4.5 millones de menores afectados.

Así se comporta
Desatender los trastornos depresivos en los menores puede generar consecuencias que limiten su diario vivir, según los especialistas del RCOP. No solo les afecta en cómo se sienten, sino en cómo se comportan.
Una conducta fuera de la norma y promovida por los trastornos depresivos puede conllevar dificultades en el hogar del menor, en la escuela, así como en todas sus relaciones con familiares y amigos, a tales grados que su rutina cambie.
En niños más pequeños pueden surgir cambios repentinos de humor en los que de pronto sientan mucha energía y ya luego se sientan desganados, de acuerdo a RCOP. Niños más cercanos a la adolescencia pueden intentar resolver sus sentimientos depresivos relacionándose con prácticas de alto riesgo como cortarse, uso de las drogas y alcohol, sostener relaciones sexuales inapropiadas que podrían terminar en embarazos no deseados, ausentarse a la escuela y, en casos extremos, suicidarse.
“No atender una depresión a tiempo implica que seguirá complicándose… En ocasiones llegan a edades en las que podrían recurrir, que lo hacen muchos adultos y ellos lo ven, a las a sustancias controladas para empezar a utilizarlas. Entonces, tenemos un adolescente utilizando sustancias para automedicarse porque no puede manejar la situación. También podemos tener adolescentes que se autoagreden y en los casos más extremos, niños que se suicidan”, explicó Olavarría sobre casos que también surgen en la isla.
Una problemática, asociada al suicidio, que le preocupa a la experta es que hoy día algunos estresores, como el bullying, que promueven la depresión y otros trastornos mentales en los menores, se pueden encontrar en todas partes.
“Hay unos fenómenos mediáticos que hacen más propensos a que, por ejemplo, se dé el bullying hasta en el seno del hogar. Me refiero a que antes uno iba a la escuela, allí lo molestaban, uno llegaba a su casa que era su hogar seguro y se sentía mejor. Ahora el niño se va a su casa y está en la tableta, en el teléfono celular, en la computadora, en los juegos de vídeo que se conectan por internet y a través de todos esos medios te pueden alcanzar y burlarse de ti”, explicó.
Otras señales que se podrían asociar a la depresión en un menor, según RCOP podría ser:
- Pérdida de interés en actividades que anteriormente disfrutaba
- Pérdida de apetito o consumo de alimentos en exceso
- Problemas de concentración, problemas de memoria o indecisión
- Automutilación o pensamientos suicidas
- Trastornos del sueño como la pérdida de este o dormir en exceso
- Sentirse cansado todo el tiempo o desganado
- Quejarse de dolores como dolor de barriga o de cabeza
- Tener baja autoestima
- Expresar sentimientos de culpa sin ninguna razón
La doctora Olavarría agregó que también pueden presentar conductas inapropiadas que muchas veces están asociadas a la violencia física y psicológica, así como sufrimiento visible e ideas asociadas a querer morir o desaparecer.
En el caso de los adolescentes, a quienes la psicóloga catalogó de más propensos a padecer la depresión, otro síntoma podría ser estar molesto la mayoría del tiempo. Ya que estos tienen más responsabilidades, este grupo también puede enfermarse mentalmente cuando no consiguen la aceptación de sus pares o se les exige que se comporten de acuerdo a un parámetro social específico.
Ahora bien, los trastornos depresivos, si se atienden a tiempo y con los tratamientos correctos, puede pueden ser revertidos, de acuerdo a RCOP.
Para ello, se debe referir al menor de modo que los terapeutas le evalúen, diagnostiquen de ser necesario y recomienden las mejores estrategias para superar el trastorno, dependiendo del caso. Por ejemplo, los afectados que atiende Olavarría en la clínica son sometidos a distintas terapias que pueden incluir juegos, pero sobre todo, que se enfatizan en darle la importancia a la palabra del niño para tomar en cuenta sus consideraciones.
Por otro lado, como herramienta de prevención, ante cualquier situación de estrés en el hogar o en la escuela, la comunicación es clave, según Olavarría. Los niños a veces no cuentan las situaciones por iniciativa propia, por lo que es primordial que los padres se interesen en la vida del menor fuera del seno del hogar y, ante cualquier eventualidad, actúen de inmediato para ayudar a sus hijos a resolver los problemas que estén enfrentando.