Los pacientes con trastornos severos de salud mental en Puerto Rico enfrentan múltiples retos para recibir un manejo adecuado de sus condiciones, que van desde la falta de recursos para atenderlos hasta el estigma. 

Las condiciones de salud mental clasificadas como crónicas o severas son aquellas en que el paciente no solo sufre episodios, sino que es de manera continua, según definió el psiquiatra Dimas Javier Tirado

Manifestó que los pacientes con esquizofrenia, abuso de sustancias, trastorno bipolar, depresión clínica y severa, así como los niños con autismo y discapacidad intelectual, son las poblaciones con mayor necesidad de recursos. 

Según el estudio más reciente del 2016, liderado por la doctora Glorisa Canino, en la isla el 18.7% de la población entre 18 y 64 años presenta un trastorno psiquiátrico. No obstante, si se le suman a personas con trastornos de sustancias, la cifra alcanza un 23.7%. De estos, el 7.3% presenta un trastorno mental serio e incapacitante, como puede ser la esquizofrenia.

“El deterioro general de la sociedad la ha hecho más intolerante y agresiva, lo que hace más difícil el atender a la comunidad con trastornos severos. Aquí se ve representada la exacerbación en casos de trastornos afectivos y de la personalidad, ambas condiciones que han sido normalizadas”, añadió el psiquiatra Raúl López Meléndez al opinar que los trastornos de la conducta surgen en la vida diaria de la mayoría de los puertorriqueños, pero son a menudo invisibilizados. 

Ante estas múltiples situaciones, los entrevistados apuntaron a la prevención como una de las mejores prácticas para el manejo de los trastornos severos.

Según Tirado, este objetivo se puede alcanzar a través de la educación, erradicación de la pobreza y el acceso a alimentos nutritivos. La meta es que las personas puedan tener una dieta saludable, hacer ejercicio, mantenerse conectados con su comunidad y la red de apoyo que toda persona requiere. Estos pasos van a evitar el desarrollo de una condición e incluso impedir que, de ya tener un trastorno, se vuelva severo, aseguró.

Es bien complicado manejar los trastornos psiquiátricos en el mundo de hoy en día”, advirtió López Meléndez al indicar que el sistema de salud de Estados Unidos y de Puerto Rico pone muchos obstáculos en la atención de estos trastornos. Subrayó que debería  surgir un cambio en el sistema que permita que la enfermedad mental sea reconocida como parte de todas las demás necesidades que tiene el individuo, como lo es la salud física. 

López Meléndez apuntó a países como los europeos,que invierten grandemente para lograr remunerar bien a los profesionales de salud mental y garantizar el acceso a todos los pacientes al mejor cuidado, con el objetivo de mantener una constante supervisión de los ciudadanos y su salud mental. 

Por su parte, la psicóloga clínica Yazmin Cancel Cruz mencionó que otra de las mejores prácticas para el manejo de los trastornos severos es el acceso a un equipo de profesionales multidisciplinarios.

La especialista resaltó que es esencial que el paciente con el diagnóstico severo tenga profesionales relacionados al área que puedan ir atendiendo diversos sistemas de funcionamientos de la persona de manera integral y simultánea. “No deberían ver los síntomas o las dificultades de una manera aislada, sino que contextualizada y enfocada en todo tipo de funcionamiento”, sugirió.

Por su parte, Tirado agregó la importancia de tener acceso a tratamiento de calidad e interdisciplinario que incluya una psicofarmacología accesible, pues ante la falta de estos recursos, muchos pacientes deciden abandonar el tratamiento.

Todos los profesionales de salud mental entrevistados hicieron hincapié en los obstáculos enfrentados para llevar a cabo estas prácticas recomendadas. El estigma que hay hacia las condiciones de salud mental, el ambiente familiar o social, la distribución de los profesionales de salud mental, el seguimiento y los accesos a servicios, específicamente aquellos multidisciplinarios, figuraron entre los retos mencionados por Cancel Cruz.  

“Definitivamente ahora mismo se están viendo muy pocos escenarios clínicos que integren la diversidad de profesionales necesarias para atender adecuadamente a los pacientes, así como un cuidado personalizado, pues no todos los trastornos de salud mental se manifiestan de manera equitativa entre los pacientes”, se lamentó Cancel Cruz.

Por su parte,  Tirado detalló que los retos se repiten entre trastornos severos y no severos, la única particularidad es que sus secuelas son más agudas en en el caso de una persona con una condición de salud crónica. Indicó que, específicamente, por la pandemia hubo una flexibilización en cuanto a cuáles personas podían recibir el plan médico del gobierno, pero ahora que se eliminó ese privilegio y muchas personas vuelven a estar vulnerables a la falta de acceso a los servicios. 

En cuanto a la continuidad de los servicios, opinó que se debe mayormente por la falta de proveedores, acceso de tratamientos, servicios de calidad o medicamentos, pues no todos son cubiertos por el plan médico. 

Respecto al factor del acceso a servicios multidisciplinarios, Tirado resaltó que, a pesar del esfuerzo del gobierno federal y local para proveer estos servicios, los recursos han sido fijados únicamente para los envejecientes pacientes de Medicare. Entonces, dejan atrás a los menores de edad y a otros pacientes con las mismas o mayor número de necesidades. 

“La realidad del caso es que nuestro sistema de salud es uno fragmentado, donde se fomenta que los profesionales sean proveedores particulares o privados y, entonces, esa integración con otros es muy difícil”, describió Tirado. Sin embargo, señaló que hay muchos proveedores que se esfuerzan por compartir información y referir a los pacientes a otros colegas para hacer ese tratamiento multidisciplinario.

Por su parte López Meléndez destacó que los pacientes con trastornos severos se ven impactados porque actualmente en Puerto Rico hay un número de profesionales de salud mental inferior a la demanda. Asimismo, destacó que hay pocos profesionales especializados en los trastornos severos.

“El hecho de que cada vez haya una escasez más grande de profesionales de salud mental, hace que falten profesionales y que, en ocasiones, el peso caiga bajo un tipo específico de profesional. Mientras, hace que el psiquiatra lo encajonen en la caja de prescribir medicamentos. Esto hace que los esfuerzos de cada uno no puedan llegar al máximo”, dijo.

Asimismo, indicó que las poblaciones que implican el mayor riesgo son aquellas con trastornos no diagnosticados o confundidos por conductas normalizadas que forman parte de las estadísticas de la violencia familiar. Otra consecuencia que destacó de los obstáculos mencionados, es el abuso físico, emocional y financiero de la población de adultos mayores.