Desde que diversas compañías fabricantes de dispositivos de vapeo o conocidos popularmente como vapes, promocionan sus productos como una alternativa menos riesgosa a la hora de fumar, sigue imperando la idea errónea de que estos cigarrillos electrónicos no tienen consecuencias a la salud de las personas, en especial a poblaciones más jóvenes, cuando es todo lo contrario.
En tiempos en los que es accesible la compra de estos dispositivos, en todos los colores y tamaños, los profesionales del campo de la salud y la salud mental siguen reiterando que el uso de estos no es seguro para niños, adolescentes y adultos, y que por su contenido de nicotina y otras sustancias, podría provocar adicciones.
En un estudio reciente de los Centros para el Control y Prevención y Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) se confirma que el 99 por ciento de los cigarrillos electrónicos contienen nicotina, aún cuando algunos son vendidos con etiquetas que niegan su existencia.
El consumo de nicotina puede repercutir en un cerebro en desarrollo y afectar el control de impulsos, la atención, el aprendizaje y el estado de ánimo, advierten los CDC.
Se sabe que empresas como la famosa JUUL, fabricante de los dispositivos, fueron demandadas en el 2022 por diferentes regiones de la nación estadounidense y territorios no incorporados, como Puerto Rico, por fomentar su utilización entre niños y adolescentes.
Billy Santiago Bermúdez, psicólogo clínico y consejero en adicción, explicó a Es Mental que, aunque se tiene la idea de que el vaping es menos dañino, es un error creer que su consumo es inofensivo, ya que podría ocasionar enfermedades pulmonares graves e incluso hasta explosiones.
“Vapear implica inhalar e-juice en forma de aerosol, producido por el cigarrillo electrónico o dispositivo. Muchos de ellos contienen químicos que dan sabor, tales como diacetilo, que ha sido relacionado con enfermedades pulmonares graves, nicotina u otros químicos”, dijo Santiago Bermúdez.
“Se han reportado casos de accidentes con dispositivos que han explotado en la cara a sus usuarios, creando quemaduras de gravedad”, continuó.
El doctor recordó que estos llamados vaporizadores también pueden dar paso a que un joven o adulto esté propenso a utilizar otras drogas, ya que a través del cigarrillo electrónico se pudiera estar inhalando diversas sustancias y ni siquiera saberlo.
“A nivel de cerebro, se pueden obtener niveles altos de nicotina en los vapes que no son regulados por la FDA. Este aumento de nicotina puede acelerar la adicción, dado a mayor estimulación de dopamina, o incurrir en adicciones nuevas o la fase de experimentación a nuevas sustancias”, sostuvo.
Por su parte, Christian Romero Ramos, consejero clínico y especialista en el tema, mencionó que en la Isla, por ejemplo, se ha visto un aumento del vaping entre los adolescentes.
Dijo que en los datos de la Consulta Juvenil del 2018 al 2020, una encuesta escolar para monitorear conductas de riesgos entre estudiantes de séptimo a duodécimo grado de Puerto Rico, un 32 por ciento de los encuestados aseguró haber probado un vaporizador antes de los 14 años.
Mientras que las más reciente versión de esta encuesta de la Administración de Servicios de Salud y Contra la Adicción o ASSMCA, destaca que durante los años académicos del 2021 al 2022, un 26 por ciento de los adolescentes entrevistados utilizaron el vaporizador con sustancias como la nicotina y un 12 por ciento con marihuana.
Asimismo, confirma que la prevalencia de uso de vaporizadores es mayor entre adolescentes mujeres (14.2 %) que entre los hombres (11.6 %).
“Mientras más jóvenes, mayor el riesgo de desarrollar adicciones. Empiezan a consumir nicotina a los 14, 15, 16 años y es más probable que terminen consumiendo tabaco o aumentando el uso de la nicotina a través de los vaporizadores, que en muchos casos tienen más nicotina que los cigarrillos tradicionales”, señaló Romero Ramos.
Por otro lado, Santiago Bermúdez aseguró que es importante también mencionar que en Puerto Rico el consumo de cannabis en las escuelas, entre niños entre sexto y duodécimo grado, ha superado por 1.5 por ciento a la nicotina.
“Este aumento puede estar relacionado a la facilidad de utilizar los vaporizadores para fumar THC (tetrahidrocannabinol, sustancia química que contiene la marihuana), en vez de nicotina o sabores”, apuntó.
Sostuvo, además, que el peligro mayor es que el uso de los vaporizadores está pasando como una “moda inofensiva”, del cual no se tiene control sobre los niveles de nicotina a los que se están exponiendo y que provoca una población de nuevos adictos a la nicotina y la posibilidad de que estos puedan incursionar al consumo de otras sustancias ilícitas.
Ambos especialistas coincidieron en el rol de los padres al hablar del tema y los riesgos al bienestar de los menores.
Romero Santos hizo un llamado al Estado de que, si tiene un interés apremiante sobre la salud pública, reconozca la importancia de intervenir con los lugares que no piden identificación para la venta de los productos.
Asimismo, que se regulen los mercados y que el sistema de educación nacional se enseñe sobre los daños de esta práctica, como en el pasado se ha hecho con el tabaquismo.
“Ahora nos toca hacer frente a las nuevas drogas sintéticas, que van a estar entrando y a los nuevos cambios que van a estar experimentando. ¡Hay que estar listos!”, concluyó.
Finalmente, el doctor Santiago Bermúdez dijo que los daños se pueden mitigar mediante la educación, los datos y la discusión de los efectos a corto y largo plazo.
“Hay una campaña de educación de la Asociación Americana del Pulmón que dice Talk about vaping to your kids (Háblale de vapeo a tus sus hijos) y, precisamente, estas publicaciones buscan que los padres tengan la información más correcta y actualizada sobre este uso, que no está regulado por la FDA”, puntualizó.