Se acaba de cumplir un año de mi diagnóstico de cáncer colorrectal y comienzo mi nueva batalla.
Ha sido un año bien pesado por todo lo que he vivido desde que el 13 de noviembre de 2020 me dieron el diagnóstico. Tuve que enfrentar el tratamiento médico de 29 radioterapias, nueve quimioterapias, y una operación -que incluyó la extracción de mi recto y una colostomía- y en el camino el fallecimiento de mi mamá el día después de terminar las radioterapias el 29 de enero de este año.

No ha sido nada fácil, pero aquí seguimos y hay que seguir. Ha sido también un año de mucho aprendizaje, de valorar más la vida y de vivirla lo más sencillo posible, pero al máximo.
Previo a escribir esta nueva columna, buscaba cómo describir cómo se ha sentido físicamente todo el tratamiento médico que recibí y lo encontré.Me he sentido como un toro corriendo por las calles de Pamplona en los Sanfermines.
Aunque el 29 de septiembre pasado toqué la campana como acto y símbolo de haber completado mi tratamiento que duró, al igual que un embarazo, nueve meses y estar oficialmente libre de cáncer, ahora tengo una nueva batalla, y me explico.
Ahora es cuando más debo cuidarme, tanto física como mentalmente y emprender las misiones que me he propuesto y tengo en agenda. Tengo que llevar más a menudo el mensaje de prevención del cáncer colorrectal, tengo seguir preparándome para correr mi primer maratón y, sobre todo, tengo que vivir la vida al máximo como si cada día fuese el último.
Ahora no pasa un día en mi vida en que no me la viva hasta más no poder, pues uno no sabe cuándo será ese último día ni su último suspiro. Por eso la vivo al máximo.
Agraciadamente, durante mi tratamiento, nunca pensé en la muerte, sino en vivir, vivir y vivir, y en dar la batalla hasta lo último. Mucho de eso tiene que ver con la fuerza mental que pueda tener cada persona.
Yo quería vivir, y por eso mismo confié en el tratamiento y en mi equipo médico, el mejor que pude haber tenido. Ellos son parte de mi equipo de héroes que me ayudaron a mantenerme en pie y con vida.

También la fe en Dios y en cuanta deidad exista y junto al apoyo de mi familia, comenzando por mi esposa, mis padres y mi hermano, mis amigos y mis colegas que siempre estuvieron ayudándome y pendientes de mí fueron fundamentales para sobrepasar todo eso.
Ahora el de alcanzar la cúspide para mí lograr un reto personal como es el de prepararme para correr mi primer maratón después de haber pasado un año como este. Ya comencé a entrenar corriendo en la urbanización de mis padres, donde hay varias cuestas muy chéveres para probar mi rendimiento.
El reto de hacer un maratón provino durante mis radioterapias, cuando al analizar todo el tiempo de tratamiento, lo comparé con un maratón. Sin embargo, la comparación es injusta. Un maratón se puede terminar en varias horas, todo depende de la condición física y el rendimiento del competidor. Un tratamiento de cáncer puede durar semanas, meses o años.
Amigo lector aunque no soy motivador profesional, me atrevo a recomiendarle algo: VIVA, pero VIVA AL MÁXIMO
*Jorge Muñiz es periodista y paciente de cáncer colorectal quien comparte las experiencias de su travesía y retos hacia la recuperación de su salud.