(Ilustración por Mya Pagán)

El estigma que existe hacia el envejecimiento y la población de adultos mayores en Puerto Rico podría provocar que algunos vivan en silencio con condiciones que afectan su salud emocional, y calidad de vida, coincidieron profesionales entrevistados por Es Mental

Por tratarse de una etapa de la vida en la que ocurren cambios significativos en la cotidianidad de la persona, como la pérdida de habilidades, dependencia de otros y situaciones relacionadas a la salud, el impacto a la salud mental que experimenta esta población puede ser mayor que en otros demográficos.

La psicóloga clínica Karen Caraballo explicó que entre los factores que influyen al deterioro de la salud mental en la población de adultos mayores se encuentra la muerte de seres queridos y amigos, aspectos económicos que sean de preocupación y la carencia de independencia tras desarrollar algunas condiciones (sintiendo así que pierden su autonomía).

“Todo esto puede ocasionar que ellos y ellas empiecen a aislarse, que se sientan solos y que se sientan más angustiados”, compartió la doctora. 

Y es precisamente el aislamiento una de las señales que podrían alertar de que ese adulto mayor está viviendo depresión, sin que nadie lo note. 

A modo de ejemplo, Caraballo describe a ese alguien “que socializaba y hablaba y de repente comienza a alejarse y dejar de participar en actividades familiares o el vecindario”.

También mencionó las expresiones de desesperanza, que no deben ignorarse y se podrían convertir en una gran bandera roja sobre el peligro en el cual está la vida de la persona

Muchos otros adultos mayores pueden manifestarlo a través de irritabilidad y coraje.

La depresión es más común en personas que tienen otras enfermedades, como condiciones cardíacas o cáncer, o cuya función se vuelve limitada, destacan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Por su parte, la salubrista Paola Denisse Pizzaro, especialista en vejez, señaló que muchos síntomas son “achacados” a la vejez, lo que hace difícil que se promueva la ayuda para trabajar adecuadamente con la salud mental.

“Vemos al adulto mayor que ha bajado de peso drásticamente y decimos: ‘Bendito, por la edad no está comiendo bien’. De igual manera, con el sueño o cuando se está aislando. Todo redunda en que es la edad y eso es peligroso”, afirmó.

“Si el grupo de apoyo que tiene cerca, familiares y vecinos, entiende que esa conducta de cambios en alimentación y cambios en la forma de ser es normal del envejecimiento, pues tampoco va hacer la gestión de buscar ayuda y evidentemente se va afectar la calidad de vida”, añadió. 

La educadora en salud pública y especialista en gerontología, la doctora Yiselly Vázquez, destacó que la sociedad es responsable de fomentar el edadismo, que trata sobre el discrimen y los estereotipos por motivo de edad, pues muchas veces el trato hacia estos tiene como intención hacerles sentir que no tienen valor, y como resultado sentimientos que trastocan la salud mental. 

Por la cuestión del edadismo minimizamos las habilidades, capacidades de las personas viejas y violentamos su autonomía”, sostuvo.

La doctora dijo que otro problema que afecta la salud emocional de la población de adultos mayores es la combinación de condiciones crónicas, que aportan a empobrecer la calidad de vida de estos y, por consiguiente, su salud mental.

“Una persona normal que tenga varias condiciones, tiene que hacer varias visitas a médicos, (tomar) varios medicamentos, (tiene) varios horarios de medicamentos, especificaciones de alimentación; un cúmulo de información que provoca angustia y preocupaciones, que al final descompensa la parte emocional. Es como un efecto dominó”, expuso. 

La psicóloga clínica, la doctora Caraballo, indicó que esto se convierte en otro estresor que provoca que la población de adultos mayores en Puerto Rico, la cual además ha vivido las consecuencias de huracanes, terremotos e implicaciones de la pandemia por COVID-19 y en muchas ocasiones es abandonada por su propia familia, pueda incluso desarrollar ideación suicida. 

“Es complicado y muy triste. Necesitan acompañamiento, programas para socializar y que los servicios de psicología sean más accesibles”, dijo. 

Pero, ¿cómo se maneja la salud mental en esta población?

Caraballo expresó que, para trabajar la salud mental de esta población, se debe apuntar a la psicología comunitaria y cómo ésta debería llegar hasta las comunidades, pero también que las mismas personas alrededor sirvan de herramienta de ayuda, sirviendo de acompañamiento y de escucha sobre necesidades.

Además, dijo que “mientras los adultos mayores estén ocupados y haciendo algo que le dé significado a su vida, esto les ayudará a tener una buena salud mental”. 

Recomendó, de igual forma, programas para el desarrollo de destrezas cognitivas, pues da la oportunidad de llevar a cabo actividades que les hace sentir independientes y útiles. 

Por su parte, Vázquez, recordó que el médico primario debería tener la responsabilidad de identificar sintomatología de ansiedad o depresión (que podría estar ligada a la demencia).

“Los pacientes y sus cuidadores deben estar bien conscientes de cuáles son los derechos en términos de salud mental y reconocer que ir a un psicólogo o psiquiatra no es algo negativo. Debemos validar el sentir de nuestras personas mayores”, puntualizó.