Cuando un niño o niña no cuenta con los recursos internos necesarios para reestablecer el sentido de seguridad a raíz de ser expuesto a eventos traumáticos o una amenaza emocional, su sistema de supervivencia se mantiene activo de forma crónica, provocando así una mayor dificultad para establecer relaciones seguras y otras tantas repercusiones al convertirse en adultos. 

Así lo expuso la doctora Dalissa Nevarez, psicóloga clínica y especialista en trastornos relacionados con traumas o Trauma-Related Disorders

Y esto es tan solo uno de los ejemplos de cómo es vivir en carne propia un trauma complejo o también reconocido como complex trauma C-PTSD, que según la profesional, se desarrolla en un contexto interpersonal (mayormente durante la etapa de desarrollo) y hay una exposición prolongada a diferentes formas de abuso o negligencia a manos de otra persona.  

“En el mayor de los casos estas heridas surgen a manos de los cuidadores primarios o personas cercanas al menor, que tienen algún tipo de influencia significativa, creando rupturas en el apego del menor con estas figuras importantes. Cuando nos referimos a C-PTSD puede combinar una serie de eventos agudos y crónicos, en donde ha existido una ruptura en las bases de apego que nos ayudan a navegar el mundo interno y con los demás”, explicó la psicóloga y cofundadora de Feelthentic Therapy Group. 

Coincidiendo con esto, la doctora Valeria Rivera, psicóloga clínica e integrante de Skills 4 You Psychology, detalló que el C-PTSD puede darse a raíz de diferentes situaciones, como abuso emocional, abuso sexual, negligencia, violencia doméstica; vivir en una zona de guerra, un secuestro y tráfico humano, entre otros. 

Señaló que usualmente los sobrevivientes del C-PTSD pueden experimentar en el transcurso de su vida un sentido de vergüenza, culpa, que tienen poco valor y problemas controlando sus emociones y reconociendo las cosas que pueden ser peligrosas para ellos. Pero, sobre todo, se les dificultan los vínculos con amistades y/o familiares.

“Se les hace difícil conectar con otras personas. De hecho, se les hace complicado confiar. El proceso de confianza puede parecer peligroso”, sostuvo la doctora. 

Por esta razón, el proceso de crecimiento de muchas de estas personas se ve afectado, y algunas de las repercusiones pueden incluir el desarrollo de otros traumas o desórdenes de salud mental durante el transcurso de su vida, falta de confianza en sí mismos, autopercepción negativa, obstáculos al establecer límites propios y entender y respetar los límites de otros.

De igual forma, pueden ser hipersensibles a la crítica, al rechazo, a las pérdidas, cambios o abandono y recurrir a pensamientos de “todo o nada”, idealización y devaluación de otros para protegerse. 

En otros casos el CPTD podría manifestarse en abuso de sustancias, desórdenes de la conducta alimentaria, desórdenes de personalidad, disociativos, depresión y ansiedad, de acuerdo con Nevarez. 

Agregó que puede darse, de igual forma, estados de ira, preocupación constante, miedo, conductas de autolesión, impulsividad, ideas suicidas, ataques de pánico o un estado de constante hiperalerta. 

“Otro dato importante es que cuando nos referimos a traumas que ocurren en las etapas del desarrollo o developmental trauma es importante saber en cuál etapa del desarrollo fue el trauma o a través de qué etapas, ya que la presentación en síntomas y manifestación va a variar dependiendo de las áreas cerebrales que estaban en desarrollo en dicha etapa”, dijo. 

Para explicar esto mencionó como ejemplo un evento que haya ocurrido en la adolescencia, en el cual el lóbulo frontal aún estaba en desarrollo y, por tanto, “se verá una presentación predominante en dificultades controlando impulsos”

“Se entiende que cuando el evento traumático ocurre, hay una parte de la víctima que va a preservar esa edad, y cuando se detona la persona va responder, desde esa parte, con las actitudes o recursos que utilizó en esa edad en donde el trauma surgió”, agregó.

Recordó, que mientras más temprano el trauma, más memorias implícitas y pre-verbales serán almacenadas, lo que podría desencadenar estados disociativos más frecuentes.

Pero, entonces, ¿cómo se podría salvaguardar el bienestar emocional y física de estos menores? La respuesta es la ayuda profesional por parte de los integrantes del campo de la salud mental. 

Las doctoras coincidieron en la importancia del apoyo profesional, pues por tratarse de etapas de desarrollo en las cuales no se cuenta con las habilidades internas para lidiar con situaciones, se crea una percepción distorsionada -a través del lente del trauma- de cómo deben ser las relaciones y/o los apegos, como lo son el evitativo, ansioso o desorganizado. 

Si por el contrario se trabaja con un apego seguro, este podría ser la clave para reestablecer el sistema de alerta, ya que se le atribuye el rol de mitigar el impacto psicológico, detalló Nevarez. 

“El apego seguro es como el mapa que ayuda a regresar a un espacio psicológico seguro, en donde esas emociones puedan regularse efectivamente”, tildó. 

Por su parte, Rivera subrayó que, si no se trabaja con la situación, ya siendo adultos estas personas cuidadoras o padres pueden arrastrar consigo lo vivido y replicar conductas dañinas a una próxima generación. 

El cuidador que tiene un trauma sin resolver puede de forma inconsciente estar modelando y replicando conductas dañinas, abusivas y de negligencia. Puede ir de generación en generación, si no se trabaja”, finalizó la doctora.