Algunos dicen que la música tiene el poder de sanar cualquier pena, pero, ¿cómo se utiliza para tratar un trastorno de salud mental?
La disciplina detrás del tratamiento de trastornos mentales asociada a la música es la musicoterapia, parte del tratamiento complementario para pacientes de salud mental que sirve como herramienta de mejoramiento a corto y largo plazo, según la musicoterapeuta Marta Hernández, profesora en el Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR).
“La musicoterapia es una disciplina dentro de las profesiones de salud mental. La definición de musicoterapia clínica es el uso de la música para trabajar en la prevención, recuperación, tratamiento de un cliente-paciente, estudiante o participante, basado en evidencia científica por un profesional licenciado. Trabajamos con el expediente (del paciente) y podemos ver las metas y necesidades que se atienden en cada caso particular, y de ahí hacemos un avalúo para diseñar luego un plan de tratamiento, y, finalmente, hacemos las intervenciones, evaluaciones y futuras recomendaciones”, explicó la experta en entrevista con Es Mental.
Aunque a nivel histórico la música se utiliza como parte del bienestar del ser humano, la realidad es que la musicoterapia va más allá de seleccionar una música para hacer sentir mejor a un persona. Incluso, un musicoterapeuta, además de estar certificado por la Sociedad Americana de Musicoterapia (AMTA por su siglas en inglés), debe ser músico y tener conocimientos en psicología.
“Las personas se automedican con música para ciertos propósitos, pero eso no es musicoterapia clínica. Eso es escuchar música para atender una situación”, sostuvo Hernández.
La musicoterapia clínica, en cambio, conlleva un proceso donde se atiende el paciente a través de una sesión con música en vivo o grabada, “pero casi siempre es en vivo, porque buscamos que la persona participe lo más activamente posible”, indicó.
Cuando a activamente se refiere, se habla de que la persona se mueva con la música, que cante o dibuje, pero esto dependerá del paciente pues hay algunos que no tienen la facultad de hacerlo como, por ejemplo, los pacientes encamados a quienes los musicoterapeutas les calculan las reacciones a través de los cambios en el pulso o pequeños gestos como abrir y cerrar los ojos.
A pesar de que ha sido una disciplina un poco ignorada porque aún no existe tanta evidencia científica, según la experta, sí ha probado tener beneficios inmediatos como conexión con las emociones, identificarlas, transformarlas por medio de la música pues afecta el hipotálamo y ayuda a cambiar una emoción, también ayuda a llevarlas a la práctica, trabajar con los sentidos, entre otros.
“(La musicoterapia) es algo que en psicología se hace siempre, porque cuando tú identificas tus emociones, puedes hacer algo con ellas. Pero, si no sabes dónde están, es más difícil, y la musicoterapia ayuda mucho a eso”, aseguró.
A largo plazo, la musicoterapia puede ayudar a mejorar los vínculos con los pares, ayudar con palabras que no se pueden expresar, a la creatividad, autoestima, autorregulación para mejor enfoque y atención plena, lo que muchas personas pierden cuando pasan por un trauma. También, ayuda a desarrollar nuevas destrezas en la música y a lograr estados de conciencia más receptivos, entre otros.
No medicina alternativa, complementaria
Hernández aclaró que la musicoterapia no es parte de la medicina alternativa, sino de la complementaria, que pertenece al equipo multidisciplinario que se encarga del tratamiento del paciente de salud mental.
“Se utiliza como parte del equipo multidisciplinario o interdisciplinario en el tratamiento de una persona y se basa en evidencia”, dijo.
Ya que está basada en la evidencia como cualquier otro disciplina, antes de intervenir con un paciente, los musicoterapeutas deben llevar a cabo ciertas investigaciones sobre el paciente para ofrecerle los mejores servicios, teniendo en cuenta que “las investigaciones sugieren que se utilice música basada en el reportorio de preferencias de música del paciente”.
Al tratar una persona afectada por algún trastorno de salud mental, el terapeuta debe ser muy cuidadoso pues la música no siempre acarrea emociones positivas.
“La música se ha utilizado para torturar personas”, sostuvo la experta.
Para asegurarse de no lastimar el paciente, se debe hacer un estudio profundo de las reacciones de este y si se identifica que una música en particular le hace revivir su trauma, se debe evitar a toda costa.
“Tienes que saber qué música escoger porque si provocas eso en una persona, puede caer en una psicosis, en una situación difícil, y como terapeuta, debes ayudar a la persona en el proceso, a que termine la sesión estable, porque se procesan muchas emociones y situaciones”, explicó Hernández.
Para ser un musicoterapeuta, la AMTA exige el cumplimiento de un bachillerato en musicoterapia de una de las más de 70 universidades y colegios acreditados por la AMTA, para luego tomar un examen que los certifique y obtener las credenciales de MT-BC (Music Therapist-Board Certified). Muchos otros profesionales deciden continuar con sus carreras, tal como es el caso de Hernández, quien completó un doctorado en Educación Musical de la Universidad de Granada, así como dos maestrías.
El CMPR, por su parte, está trabajando en un currículo para preparar más profesionales en esta disciplina, de forma que se puedan quedar trabajando en la Isla.
Esencial tras María
“Los esfuerzos musicales fueron bien grandes”, aseguró Hernández sobre el trabajo de varias fundaciones sin fines de lucro asociadas a la música, acompañadas de algunos profesionales, quienes ofrecieron terapia musical luego del paso del huracán María, en el 2017, para ayudar a restaurar el bienestar de los afectados por el desastre.
En un junte colaborativo, el sector de música de Puerto Rico se dedicó a llevar estabilidad mental a los diferentes municipios de la Isla. Por ejemplo, según datos provistos por la profesora, la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico impactó a más de 10 mil personas en más de 20 pueblos, haciendo presentaciones musicales en residenciales públicos y complejos deportivos. El profesor Samuel Morales, de la Universidad de Puerto Rico, fue otro en involucrarse, llevando improvisaciones de jazz a los que, una semana después del desastre, se congregaban en un vestíbulo para buscar carga para sus teléfonos celulares, así como internet.
Otra persona que destacó en esta jornada fue el profesor Ramón Vázquez quien se dio la tarea de llevar música a las personas que hacían las interminables filas en las gasolineras, entre otros.
La Fundación Música y País, con el apoyo de la Fundación Banco Popular, en conjunto con la red de Albergues, Instituciones y Centro de Menores de Puerto Rico, ingenió un programa para impactar a los damnificados por el desastre que, tal vez, no contaban con el apoyo familiar necesario. En una gira, acompañados de varios musicoterapeutas, incluyendo a Hernández, visitaron más de 25 albergues de niños afectados por la violencia doméstica, los cuales recibieron terapias para primeros auxilios psicológicos, apoyo en la transformación de la experiencia con el desastre, así como apoyo en el desarrollo de destrezas de resiliencia.
Para ofrecer una vista más profunda de cómo la música fue esencial para la recuperación tras el paso del huracán María, la profesora Hernández estará publicando un artículo, basado en la evidencia literaria, sobre lo acontecido, en una revista del CMPR.