La pandemia del COVID-19 no solo ha dejado a su paso una significativa situación de salud mental en jóvenes a nivel global, también podría ser responsable de cambios estructurales y una aceleración en el envejecimiento del cerebro de algunos adolescentes, sugiere un nuevo estudio publicado recientemente por investigadores de la Universidad Stanford.
De la investigación, en la que participaron 163 jóvenes entre 15 a 18 años, se desprende que, tras el análisis de los cerebros, se pudo notar un envejecimiento cerebral de casi tres años adicionales, cambios en las partes del cerebro responsables de la memoria, la concentración, el aprendizaje, la emoción, la reactividad, así como el juicio.
Asimismo, entre los cambios estructurales del cerebro, se descubrió que los jóvenes evaluados tenían un volumen más grande del hipocampo y la amígdala, estructuras importantes en el sistema límbico y que se vinculan a la memoria.
Según el psiquiatra Dimas Javier Tirado, la amígdala en particular es la que se conoce como la memoria emocional y mientras más sean los niveles de estrés y ansiedad va a verse afectada.
“Como cualquier parte del cerebro, el hipocampo y la amígdala pueden envejecer más de lo esperado porque se está utilizando y está bajo ciertas hormonas del estrés más de lo usual”, explicó el doctor.
Señaló, además, que la investigación hace referencia al estudio sobre el ACE (adverse childhood experience, por sus siglas en inglés) o experiencias adversas en la infancia, que demuestra que, a mayores experiencias adversas en la niñez, mayores trastornos de salud mental y complicaciones físicas.
“Si el niño o el joven está expuesto a muchas situaciones adversas, como, por ejemplo, la pobreza o que sus padres se estén separando, hay un efecto detrimental al cerebro”, sostuvo.
Agregó que lo expuesto en el estudio se ve a diario en la práctica de los profesionales de la salud y salud mental, quienes conocen de primera mano cómo se ha trastocado el desarrollo y la vida emocional de los jóvenes, quienes por los pasados años cambiaron sus graduaciones tradicionales y socialización por el encierro.
“Tenemos muchos pacientes que lo están pasando muy mal, tienen trastornos de ansiedad, de ansiedad social y depresión. Lamentablemente con esto también muchas bajas en las escuelas y las universidades y sobre todo una repercusión a esa etapa de transición”, dijo.
De forma similar, la psicóloga escolar y terapeuta educativa, Minerva Rosado, aseguró que desde comienzos del año académico ha visto los niveles de ansiedad en aumento, pero no solamente en adolescentes, también en niños entre las edades de 8 a 11 años.
“Adolescentes con ansiedad social, temor al contagio de enfermedades y la presión de salir bien en la escuela. Todos estos síntomas han tenido una relación directa con el tiempo que estuvieron tomando sus clases virtuales y con poco o ningún contacto con otros jóvenes de su edad”, compartió la licenciada a Es Mental.
Además, dijo que algunos jóvenes batallan con las lagunas del aprovechamiento académico, lo que ha ocasionado estos altos niveles de ansiedad y estrés, e incluso ataques de pánico, “que han ido en aumento entre esta población”.
“En algunos casos, los adolescentes vienen de hogares donde el manejo de la
ansiedad o el estrés provocado por la pandemia no ha sido del todo manejado adecuadamente”, puntualizó.
Finalmente, el psiquiatra recordó que este estudio también buscará continuar investigando a los participantes, para así evaluar si existen factores que puedan revertir lo que ha ocurrido en sus cerebros.