Hay relaciones de pareja en las que el amor, la comunicación y respeto nunca faltan, sin embargo, sí la convivencia. Esta dinámica se denomina LAT o conocida en inglés como “living apart together”, que significa parejas que tienen una relación íntima, pero que viven separadas.
Como si se tratara de la famosa frase que dice “juntos, pero no revueltos”, los integrantes de este tipo de relación deciden tener un vínculo amoroso sin necesariamente tener que vivir juntos. No se trata de un fenómeno de moda o actual, pues, según la doctora Mely González, terapeuta de parejas, el concepto fue utilizado por primera vez en el 1978 y desde entonces para algunos es una filosofía de vida.
De acuerdo con González, la dinámica se originó en Holanda, pero continuó expandiéndose por todo el mundo, especialmente en América. Hoy día se estima que más de 2 millones de matrimonios en Estados Unidos suman este concepto a sus relaciones.
Explicó, además, que la decisión de vivir como LAT puede ser tomada por ambos integrantes de la relación. Pero, de igual forma, puede surgir de que uno de los miembros tome la iniciativa y el otro por voluntad, convicción o porque “le toca”, asume este tipo de acuerdo.
“Esta decisión puede ser tomada por conveniencia o factores internos. Por ejemplo, valores personales, gestión emocional, la motivación de no perder el sentido de intimidad, entre otros”, compartió la doctora con Es Mental.
Según la doctora Sheila Justiniano, psicóloga clínica, certificada en terapia de parejas, si una pareja llega al acuerdo de continuar la relación viviendo separados, debe evaluar periódicamente si es un estilo de vida que funciona para ellos o si de alguna manera afecta la relación.
“Los beneficios o el impacto negativo dependerá de la pareja. Puede ser beneficioso una separación y vivir aparte por un tiempo, si la relación se ha afectado por conflictos o problemas de comunicación”, mencionó Justiniano.
En estos casos, explicó, que puede dar paso a la reflexión sobre la relación o darse un tiempo para no estar juntos cuando ambos están a la defensiva y/o las discusiones son constantes.
“También puede beneficiar en casos donde hubo infidelidad y aún no están seguros si continuarán la relación. Si luego de un conflicto la pareja se separa por un tiempo, es altamente recomendable que busque ayuda profesional, para ayudarles así en el proceso de reconciliación o de separación”, sostuvo.
Por su parte, González mencionó que algunos otros beneficios son que, al no vivir juntos, las probabilidades de discutir o de roces pueden ser mínimas, no tendrán diálogos relacionados a las tareas domésticas, marcar distancia ante los conflictos, sentido de libertad e independencia de cada integrante de la relación.
“Esto ofrece la oportunidad de que cada uno pueda seguir disfrutando de su intimidad y soledad. Esto, de manera positiva y fomentando el bienestar. Además, permite a la pareja replantearse el no repetir patrones negativos de relaciones anteriores”, contó.
No obstante, hizo hincapié en que, si la pareja no tiene compromiso de acción para fomentar una relación respetuosa, la dinámica puede representar un impacto negativo sobre la confianza y el vínculo de estos, porque la distancia, en ocasiones, puede crear miedo, ansiedad e incertidumbre.
Un gran reto de este tipo de dinámica es el que haya acuerdo mutuo en la decisión de vivir separados y determina si es por un tiempo o indefinido, estableció Justiniano.
“También, si tienen hijos puede ser un reto explicarles a ellos por qué no viven juntos, por lo que es posible que necesiten ayuda profesional para que los hijos no se afecten. Además, es muy importante la comunicación. Si no vivirán juntos, la comunicación asertiva sería clave para que la relación funcione”, puntualizó.
Otro desafío podría ser el tiempo en la toma de decisiones. A modo de ejemplo, dijo que si el acuerdo de no vivir juntos surge a raíz de un conflicto, no debe pasar tiempo indefinido para resolverlo, pues “la relaciones en las que no existe nada determinado, puede llevar a mucha incertidumbre y mucho estrés de una parte u otra”, concluyó.
Finalmente, González recomendó a las parejas a dialogar y comprender con exactitud en qué consiste la dinámica, establecer límites claros y qué asuntos se compartirán como pareja y cuáles no; tener compromiso con la relación, ser honestos en todo momento y buscar ayuda profesional, si es necesaria.
“El estilo de vida LAT no es recomendable para todas las parejas. Si usted entiende que no puede lidiar con este estilo de vida, no lo asuma solo por complacer a su pareja. Si es posible vaya a terapia de parejas antes de adoptar este estilo de vida”, subrayó.