Hay unas pautas regidas por los sistemas de derechos laborales que implican un tiempo para el retiro, pero eso no necesariamente tiene que ser la norma, indicó la psicóloga clínica Brenda Ríos Avilés al contemplar que el momento en el que cada persona debe de tomar la decisión de retirarse varía de caso a caso.
Insistió en que los beneficios o las desventajas de este periodo dependen de cómo la persona vea el retiro, su trabajo y esta transición, al igual que, si se ha preparado para esta etapa.
La experta indicó que el centro de la vida de una persona no tiene que ser trabajar indefinidamente. Sin embargo, hay personas que han hecho del trabajo su pasión y parte de su identidad personal.
“El trabajo les define, aspecto que puede ser saludable, pero que también puede convertirse en un sentido de deber que no es positivo para su bienestar”, afirmó.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas de España (INE) en los últimos 15 años, los mayores de 70 que no se jubilan han crecido hasta un 866% en algunos sectores, resaltó un artículo del diario El Confidencial. Mientras, otro estudio de Paychex encontró que aproximadamente uno de cada seis estadounidenses jubilados dicen que están considerando regresar a la fuerza laboral.
Las principales razones citadas en el informe de Paychex fueron «razones personales» (57%), «necesitar más dinero» (53%) y «aburrirse» (52%). «Sentirse solo» (45%) e «inflación» (45%) completaron las cinco razones principales para considerar el empleo.
Lo primero es considerar qué representa para esta persona el estar empleado”, añadió el también psicólogo clínico Emanuel Peña Serrano, al recordar que debido al constante cambio respecto a las condiciones sociales y económicas en Puerto Rico el peso o la importancia del empleo puede variar.
Mientras muchos aprovechan el retiro para cumplir metas postergadas, otros pierden ese sentido de propósito, dijo Ríos Avilés. El retiro implica una reformulación de ese propósito, dijo Peña Serrano.
Peña Serrano comentó que la motivación o la falta de ella para el retiro depende de sus expectativas en cuanto a esta nueva rutina. Expresó que abandonar la vida laboral puede ser similar a las sensaciones de un proceso de duelo. Hay una alta relación del envejecimiento con sentimientos de depresión, aseguró al alertar que las personas pueden experimentar sedentarismo, cambios en el estado de ánimo, en patrones de sueños o alimentación, pérdida de interés a actividades que antes gozaban o a relacionarse con los demás, entre otros comportamientos que sirven de señales de alerta.
Sostuvo que para muchas personas el trabajo puede significar una estabilidad económica con la que puede satisfacer sus caprichos, calidad de vida o cuidado de salud. También, el empleo le otorga a las personas un sentido de pertenencia. “Ya pasaron por esa etapa de nido vacío, es posible que en el trabajo sienten un cierto sentido de familia y una reformulación de ese ‘nido’”, destacó.
En consonancia con Peña Serrano, Ríos Avilés consideró que para muchas personas, el trabajo es donde más comparten con otros. De acuerdo con su experiencia profesional, este es el motivo por el que muchos postergan su retiro, por pensar que van a perder esas relaciones importantes en su vida. Estas personas anticipan que van a estar solas durante su retiro, y, entonces, quieren extender lo que es la etapa del retiro, comentó.
Mientras, subrayó que también hay personas que temen que el retiro implique la pérdida de sus capacidades o el estanco en cuanto al crecimiento. Similar a Peña Serrano, alertó que la situación familiar puede adelantar o postergar el retiro. Si la persona entiende que al retirarse va a desempeñar otros roles de cuidado o una sobrecarga para su estado físico o emocional posiblemente quiera postergarlo. Por otro lado, si la persona concibe que esto puede ser una etapa de disfrute, puede servirle de motivación.
Peña Serrano también recordó que para muchos el retiro implica un proceso de degeneración y mayor riesgo a enfermedades de salud física. Por su parte, Ríos Avilés añadió que si la persona ha situado al trabajo en una posición central en su vida, el terminar con esto, puede implicar sentimientos dolorosos como ansiedad y depresión.
Ríos Avilés consideró que es importante ir planificando el retiro con al menos tres años de anticipación.
Ambos expertos recordaron que la persona no tiene que retirarse si se siente con toda la capacidad para ejercer su trabajo y siente que hace bien sin afectar su salud física o emocional.
No obstante, insistieron en que si la situación es todo lo contrario, es momento de revaluar y terminar con su jornada laboral. Las personas deben de estar listas para retirarse y deben de, con tiempo, prepararse emocionalmente y materialmente para que el momento llegue, ya que la rutina va a ser diferente, sostuvo Ríos Avilés.
¿Cómo hablar sobre el tema con un familiar de manera saludable y productiva? A esto Peña Serrano respondió que es importante expresar la motivación por tener a esta persona más presente y preguntarle abiertamente su postura o pensamiento sobre esa fase del retiro. Subrayó que el acercamiento debe de ser desde un lugar que no sea de juicio, pero tampoco invalidar sus posibles preocupaciones. Es necesario abrirse a entender también el punto de vista de la persona, su desánimo para retirarse y ponerse en su lugar, dijo.
Mientras, Ríos Avilés propuso otras modalidades para enfrentar el retiro. Compartió que, para las personas que se muestran negadas al retiro, es buena idea también hacerlo de manera gradual o paulatina. Puede iniciar a reducir sus días de trabajo u horas de empleo y empezar a experimentar ese tiempo libre sin desvincularse completamente de esa área laboral.
Es importante establecer un plan, cómo desarrollar proyectos, voluntariado, reformular su propósito de vida y darle un giro positivo a esa etapa de la vida sin dejar de ser productivos, propuso la experta. Asimismo, Peña Serrano ideó la posibilidad también de que las mismas empresas ofrezcan talleres sobre cómo prepararse para esta transición al retiro.