No vivir en comunidad podría deteriorar el desarrollo de relaciones sociales, promover el aislamiento y otras prácticas que afectan directamente la salud mental de las personas, coincidieron profesionales entrevistados por Es Mental.

Según la psicóloga clínica Michelle Ortiz Peña, como todo aspecto del ser humano, las habilidades y necesidades de cada persona dependen de lo social y, por consiguiente, no vivir en comunidad puede dar paso al aislamiento social, depresión y hasta sentimientos de irritabilidad. 

“Nosotros como seres humanos somos sociales, así que toda relación interpersonal nos permite tener un balance en nuestra vida mientras estas sean saludables”, dijo la psicóloga. 

Explicó, además, que los vecinos muchas veces son las personas más importantes en el caso de tener una emergencia o surgir alguna necesidad. Es decir, son el primer canal de intervención. 

La psicóloga mencionó que mientras las relaciones sean saludables, se puede fomentar la seguridad, estabilidad en estados de ánimos, comunicación, entre otros aspectos del diario vivir. 

Por su parte, Alexis Rivera Cuevas, psicólogo clínico, aseguró que “vivir rodeado de vecinos tiene más ventajas que desventajas”, porque promueve la posibilidad de compartir recursos y conocimiento para el bien común, permite una red de apoyo que ayuda a las personas sentirse acompañadas y protegidas; desarrollar habilidades sociales, posibilita de tener un mayor acceso a refuerzo y recursos adicionales, entre otros beneficios. 

Vivir rodeado de otros seres humanos implica relacionarse en un entorno común y compartido, sostuvo el psicólogo.

“Es una oportunidad para compartir opiniones, pensamientos y formas de vida’’, reiteró.

El aislamiento social puede provocar que algunas personas manejen sus problema o situaciones de conflicto en silencio, expuso Ortiz Peña.

Desde ese silencio experimentar pensamientos catastróficos, que sin intervención pueden intensificarse más.

En Dinamarca se busca indagar sobre el tema

Un estudio realizado en Dinamarca encontró que los residentes de edificios de varios pisos tienen mayores riesgos de depresión en comparación a quienes viven en los de los edificios de baja altura. 

La investigación recalca que, hasta el momento, las relaciones entre la densidad de población, el tamaño de la ciudad y el riesgo de depresión todavía se estudian.

De igual forma, hace mención de otros estudios que confirman tasas más bajas de depresión en ciudades con mayores tamaños de población, cuyo hallazgo es justificado por la existencia de redes socioeconómicas más densas.

Rivera Cuevas recordó que aunque vivir en zonas aisladas o remotas es una elección de cada persona, se tiene que buscar un equilibrio entre lo que representa la interacción con otros y estar solos. 

Advirtió que el aislamiento social trae consigo consecuencias emocionales. Pero también recordó que todo dependerá de la necesidad y particularidad de cada individuo, pues hay situaciones de salud mental que, por sus síntomas, es necesario el aislamiento. 

Finalmente, otra indagación sugirió que la molestia por ruidos en la vecindad, además, se pudiese asociar de manera significativa a ocho síntomas diferentes condiciones de salud física y mental, tal como dolor corporal, migraña, fatiga, depresión y ansiedad.