La prosopagnosia, también conocida como “la ceguera facial”, es una interrupción de cómo percibimos el rostro: el propio y el de los demás. Este trastorno neurológico le dificulta a una persona el poder distinguir rasgos, pues percibe los rostros como iguales, dijo la neuropsicóloga Alessandra Landrau Sálamo.
Por su parte, la psicóloga Yashira Brito Morales definió a la prosopagnosia como un fallo en el sistema nervioso que implica que la persona sea incapaz de reconocer rostros humanos, incluso el suyo en los casos más severos. Es decir, a pesar de que sus ojos estén bien, esta persona no es capaz de recoger toda la información visual. Entonces, ven las caras pero no las reconocen, explicó la psicóloga clínica, experta en terapia cognitivo conductual.
Según el Centro de Desórdenes Faciales, existen casos en los que una persona con prosopagnosia no puede reconocer ciertas expresiones faciales, juzgar la edad o el género de una persona, o seguir la mirada de una persona. Incluso, la prosopagnosia puede afectar la capacidad de una persona para reconocer objetos, como lugares o automóviles.
Muchas personas también tienen dificultades para conducir, pues este trastorno puede implicar una incapacidad para procesar ángulos o distancias, tener problemas para recordar lugares y puntos de referencia, de acuerdo al Centro.
Por otro lado, un estudio realizado en el Instituto de Neurociencias Cognitivas en Londres, indica que la prosopagnosia existe entre el 2% de la población.
Brito Morales dijo que existen dos tipos de prosopagnosias: aperceptiva y asociativa. La aperceptiva es aquella apenas descrita, en la que no se reconocen los rostros, mientras, en el caso de la asociativa las personas pueden identificar los rostros, pero no la edad.
Landrau Sálamo, por su parte, detalló que en cuanto al desarrollo de la prosopagnosia hay dos modalidades: adquirida y congénita. La adquirida suele ser por una lesión traumática, no traumática o enfermedades neurodegenerativas. Por otro lado, la congénita se da en los primeros años de vida o desde el nacimiento y el paciente no suele reconocer que tiene esta condición.
Por su parte, Brito Morales agregó que puede ser provocado por traumatismo craneoencefálico, accidentes serio vasculares o congénitos, pero mayormente por lesiones que están asociadas al hemisferio derecho de la persona. Sin embargo, Landrau Sálamo especificó que, en la mayoría de los casos se ve afectado el lóbulo temporal en el área de la circunvolución temporal inferior, pero esto va a depender de la extensión de la lesión, ya que puede afectar otras áreas
Las consecuencias
Hay veces que la persona no se reconoce en el espejo ni reconoce las fotos porque perciben los rostros como una imagen borrosa, sostuvo Brito Morales al remarcar que esto puede provocar problemas a la hora de socializar porque no saben distinguir que es una persona o no reconocen el género.
Explicó que las personas con prosopagnosia pueden incluso confundir a personas con un objeto.
“Tal vez no ven los ojos y la nariz donde van, no pueden reconocer las características de la persona”, ejemplificó.
Alertó que esto puede afectar tanto a hombres como a mujeres de cualquier edad y que las condiciones como el alzheimer, la demencia o la esquizofrenia pueden estar relacionadas con este trastorno. Incluso, la prosopagnosia puede afectar el desarrollo de niños con autismo o asperger.
Según Landrau Sálamo, una persona puede identificar que tiene este trastorno al realizar una evaluación con un neurólogo y luego con un neuropsicólogo. Señaló que es importante descartar esta condición de otras patologías como ceguera cortical, problemas de visión y problemas de memoria.
Tratamientos
Ambas expertas en salud mental destacaron que no existe un tratamiento para la prosopagnosia.
Brito Morales dijo que las estrategias que usan son compensatorias, pues si no pueden reconocer a las personas por el rostro las pueden reconocer por la audición y desarrollar más esta capacidad. Asimismo, Landrau Sálamo comentó que la neurorehabilitación es sumamente importante para mejorar el manejo de este trastorno.
Ambas también resaltaron al núcleo familiar como parte clave dentro del proceso. Landrau Sálamo aseguró que es importante tener este apoyo, ya que el paciente se puede sentir más seguro estando rodeado de personas que conoce. Mientras, Morales Brito detalló que existen casos en los que las familias, en forma de apoyo, se recortan de la misma manera y se visten de los mismos colores para que el paciente los pueda distinguir.
En otros casos, Landrau Sálamo explicó que estas personas usan rasgos especiales, como un lunar, una cicatriz o vestidos, para reconocer a las personas. Las señales más usadas pueden ser la ropa, el cabello, las características de la voz, las expresiones emocionales, la edad, el sexo, la forma de caminar u otro objeto, para así distinguir quién es la persona.
Lo más relevante es buscar ayuda lo antes posible para mitigar las secuelas neuropsicológicas que se desarrollan con esta condición, concluyó Landrau Sálamo al comentar que este trastorno, a pesar de ser un tema del que no se habla mucho, se ve bastante entre las lesiones traumáticas y no traumáticas.
Asimismo, Brito Morales advirtió que, según su experiencia, hay personas que usan antidepresivos o ansiolíticos porque, a través del proceso, se deprimen, se sienten aislados, juzgados y ansiosos por la falta de soluciones.
Según el Centro de Desórdenes Faciales, una persona con prosopagnosia puede evitar la interacción social y desarrollar trastorno de ansiedad social, un miedo abrumador a las situaciones sociales. También pueden tener dificultades para formar relaciones o experimentar problemas con su carrera. Especificó que los sentimientos de depresión son comunes.