El divorcio gris o pasados los 50 años, cuando las canas ya tornan los cabellos de este color y las parejas deberían de estar considerando acompañarse en la vejez, se ha disparado a nivel mundial en las últimas tres décadas.

¿Por qué?

Las causas principales de estos divorcios surgen de la infelicidad y el no sentirse autorrealizado, dijo a Es Mental la licenciada en psicología Jocelyn Morell Casellas.

Asimismo, la falta de comunicación, sensación de estar atrapados, incumplimiento de las expectativas de lo que era el matrimonio, personalidades incompatibles y carencia de confianza. 

La normalización de que “los polos opuestos atraen” también podría ser un factor que ha repercutido en algunas relaciones, ya que los polos opuestos siempre van a chocar o estar peleando, aseguró Morell Caselas y, además, afirmó que esta falsa noción pudo haber facilitado el auge de este fenómeno. 

En muchos casos son ellas las que están tomando la decisión. En España, por ejemplo, el 60 al 70 por ciento de los casos reportados fueron mujeres quienes tomaron la iniciativa de divorciarse, de acuerdo con las estadísticas de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. 

El término divorcio gris fue utilizado por primera vez en el 2004 por la Asociación de Personas Jubiladas de Estados Unidos y Estados Unidos, Europa occidental, Australia, Canadá y Japón son algunos de los países donde más ha aflorado esta tendencia, explicó la experta. En Japón, la tasa de divorcios en los matrimonios que llevan más de 30 años casados se ha cuadriplicado, resaltó. 

En Puerto Rico no hay estadísticas sobre el tema después del 1981, pero se reconoce una tendencia similar a la de Estados Unidos, dijo Morell Casellas.

“Las personas están perdiendo el miedo de tomar grandes decisiones en cuanto al cambio de vida que necesitan y el estilo de vida que quieren enfrentar”, expresó la doctora en trabajo social clínico especializada en familias de alto nivel de conflicto, Hazel Faunde Iglesias. Aseguró que, en gran parte las mujeres, ya no temen perder a la figura masculina. 

Morell Casellas subrayó que fueron los años 70 y 80 los que dieron paso a esta tendencia, pues fue cuando las personas le dieron mayor importancia a la felicidad y a esa búsqueda de la satisfacción en la vida.

Por su parte, Faunde Iglesias contempló que, a nivel de consciencia personal hay preguntas que surgen en esta etapa cómo la confusión entre la posición que la pareja y la familia. “Muchas veces la familia ocupa el plano número uno y se pone a la construcción de la pareja como un factor secundario”, destacó como uno de los problemas principales. 

Faunde Iglesias expuso la problemática de la infidelidad, pues mientras más tiempo llevan juntos, mayor es la posibilidad de que haya surgido un incumplimiento este compromiso. 

Recalcó que los sentimientos pueden ser más fuertes en esta etapa, versus cuando se es más joven. Según su criterio, esto se debe a la idea de los logros que debieron de haber cumplido como pareja para este momento y porque se rompe con los esquemas de lo que tenían pensado.

También consideró que el nido vacío diferencia al divorcio en temprana edad del gris, ya que llega una etapa de reflexión de la vida. Tras un análisis profundo y a veces simple, muchas veces se llega a la conclusión de que la persona con quien compartiste la vida no te aporta y por ende, no vale la pena continuar en este matrimonio, sostuvo Faunde Iglesias.

“Cuando una persona se divorcia ve dividida estructuralmente su vida: en lo tuyo, lo mío, lo que fue de nosotros y lo que será ahora”, comentó Faunde Iglesias al describirlo como una fragmentación estructural de lo que fue la vida. Cuesta mucho recomponerse, aseguró.

Una de las dudas principales es cómo reconstruir esa rutina diaria, qué rol de vida va a tener ahora y cómo se va a ver afectado el aspecto económico, dijo Faunde Iglesias. También ahora se preguntan cómo se van a relacionar con esa familia extendida, cómo los hijos van a manejar la situación, a quienes los hijos van a empezar a visitar más o menos, cómo se van a enfrentar las crisis de la vida diaria, entre otros aspectos.

Todo depende de cómo la persona se encuentre en esta etapa, mientras más económicamente estable esté más viable será el divorcio, añadió Morell Casellas. Estableció que en su práctica privada ha visto a mujeres que se divorcian a estas edades y enfrentan el problema de “¿A quién recurro? o ¿Dónde consigo amistades con quien socializar?”; esta suele ser la parte más difícil después de compartir una vida entera con una persona, describió.

Morell Casellas consideró que en los últimos años se ha visto una mayor compasión hacia estas personas que viven el “divorcio gris”, pues muchas de las personas que le rodean, casi siempre, pueden palpar la falta de funcionalidad de la relación.

Finalmente, Faunde Iglesias destacó que sigue existiendo mucho juicio y estigma cultural al interior de la familia y de las amistades, específicamente a la mujer, por la toma de esta decisión. 

Hay la falsa creencia de que es la mujer quien pierde, criticó. 

“Si ya aguantaste hasta este punto, olvídalo”, es una de las frases que más se dicen en estos momentos, concluyó Faunde Iglesias.