La disociación o los trastornos disociativos se caracterizan por una desconexión o una discontinuidad en la integración de la memoria, la identidad, la mente consciente y el comportamiento.

Así lo explicó el traumatólogo y psicólogo, David Alcalá Pérez, quien precisó que este es un mecanismo que usa el cerebro y el inconsciente para escapar de la realidad de manera involuntaria. Se puede manifestar de varias maneras, siendo las más reconocidas la amnesia disociativa, el trastorno de identidad disociativo (antes conocido como trastorno de personalidad múltiple) y el trastorno de despersonalización o desrealización, según indicó.

Asimismo, la psicóloga clínica Yazmín Cancel Cruz agregó que este trastorno comprende o reagrupa a varios desórdenes serios de la salud mental que se caracterizan por la separación o ruptura de comunicación entre pensamiento, recuerdos y el entorno. Explicó que sus manifestaciones dependen del tipo de desorden, pero las más comúnmente identificadas son las que aparecen luego de un trauma y los síntomas ayudan a mantener los recuerdos difíciles a un lado de su vida diaria

Respecto a la causa de este desorden, Cancel Cruz dijo que están altamente relacionados a eventos nocivos o traumáticos

La disociación es una reacción a un evento traumático, ayudando a mantener las memorias y los recuerdos difíciles controlados o lejos de la mente consciente”, comentó Alcalá Pérez. 

Compartió que en la mayoría de los casos, según su experiencia, la disociación se desarrolla en edades muy tempranas. Es decir, en niños y niñas que han sufrido un trauma severo como abuso físico, abuso sexual o maltrato emocional, entre otros. En otros casos, se puede manifestar en personas que han estado en escenarios de guerra, hayan sido abusados sexualmente (una violación) o hayan vivido un evento natural catastrófico, entre otros.

Al ser un trastorno provocado por eventos traumáticos, la relación con la capacidad de regular emociones es casi ‘nula’, de acuerdo con Alcalá Pérez, pues es el inconsciente el que hace que se manifiesten los síntomas.

La revisión de literatura y la experiencia en la práctica clínica resalta que existen características de personalidad y predisposición biopsicosocial, expresó Cancel Cruz.  A estas características se le suman los eventos de trauma o maltrato severo durante el desarrollo, y aumenta su vulnerabilidad si se inician en la niñez temprana.

Por su parte, Alcalá Pérez dijo que aquellas personas que han sufrido maltrato físico, emocional, psicológico o abuso sexual durante la infancia, y/o por mucho tiempo, están mas propensas a desarrollar este trastorno. De hecho, alertó que cualquier evento traumatizante para una persona puede ser un factor de riesgo.

¿Cómo identificarla?  

Las dificultades en la identificación responden a que cada persona con signos o síntomas no necesariamente llega a consulta de un profesional de la salud mental por estos indicadores, según Cancel Cruz. De manera similar, ante el alza de eventos pandémicos y el aumento de servicios en las salas de emergencia, la atención se dirige al síntoma físico y se ha limitado la entrevista o toma de historial que se le hace al paciente en citas iniciales, indicó. 

Explicó que desde la pandemia se ha identificado un aumento y mayor conocimiento en atender los síntomas de trastornos disociativos en los proveedores de salud mental. 

Alcalá Pérez añadió que sin el entrenamiento adecuado es difícil identificar las variaciones del trastorno disociativo, pues la mayoría de los síntomas inciden en el comportamiento de la persona o en su manera de procesar la información del mundo exterior. Es un trastorno que tiende mucho a pasar desapercibido, indicó. Explicó que la prevalencia de este trastorno no es muy común, ya que no llega al 2% en los Estados Unidos. 

Recordemos que es un trastorno difícil de diagnosticar, no sabemos cuántos en realidad hay sin ser detectados”, destacó al aclarar que no todas las personas que han tenido eventos traumáticos desarrollan trastorno disociativo, pero sí todas las personas diagnosticadas tienen un trauma en su historial.

Cancel Cruz destacó que considerando el tipo de desorden, entre su variedad de síntomas o signos se puede identificar por la amnesia, que se caracteriza por pérdida de memoria por tiempo de eventos o información personal, confusión de identidad, dificultades en las relaciones interpersonales, como en el trabajo o áreas importantes del día a día, sentirse separado de sus emociones o de sí mismo, percepción de distorsión de las personas y el entorno y otros problemas de salud mental, como ansiedad, depresión, frustración de no poder manejar adecuadamente el estrés, pensamientos o conducta suicida y/o agitación psicomotora.

Alcalá Pérez, por su parte, aseguró que los síntomas varían dependiendo de cómo se manifieste la disociación. En la amnesia disociativa se percibe una incapacidad para recordar información autobiográfica que es incompatible con un olvido catalogado como normal, pudiera existir lapsos de desorientación (fuga disociativa) y la persona tampoco es capaz de recordar detalles o eventos relacionados al evento traumático. 

Mientras, en el trastorno de identidad disociativo se presentan diferentes identidades o personalidades. Es decir, la persona puede experimentar que dos personas o más están dentro de su cabeza y estas personalidades toman control de ella. Cada una de estas identidades puede tener nombre propio, edades diferentes, pensamientos y conductas diferentes, explicó el psicólogo.

En el trastorno de despersonalización/desrealización, la persona puede experimentar una sensación de estar fuera de su propio cuerpo. En este caso, la persona puede verse como un espectador, como si estuviera mirando una película de sí mismo (despersonalización). Otras personas observan las cosas y objetos que les rodea como si estuvieran en un sueño, las ven distorsionadas o con tamaños desproporcionados, incluso sienten que el tiempo pasa muy lento casi detenido (desrealización), agregó.

Alcalá Pérez recordó que la manifestación de estos síntomas puede durar segundos, días, meses o hasta años. Si no se identifica y se trata a tiempo y de manera adecuada, puede resultar en desarrollo de adicciones a las sustancias controladas, al alcohol, desarrollar síndrome de estrés postraumático (PTSD), automutilaciones, asumir conductas de riesgo que pueden poner en peligro la vida y/o seguridad de la persona, pensamientos suicidas, depresión, ataques de pánico y convulsiones psicógenas no epilépticas, entre otras consecuencias.

El traumatólogo aclaró que existe tratamiento psicoterapéutico basado en evidencia científica que puede ayudar a quien padezca de trastorno disociativo. La literatura científica también revela que la hipnosis clínica es de gran ayuda para identificar y tratar este trastorno. También, se puede contribuir educando más sobre el tema, proveyendo material educativo a todos los profesionales de la salud que inciden en la vida del paciente, incluyendo hospitales, salas de emergencias y clínicas especializadas en conducta humana para que puedan identificar rápidamente un posible caso de disociación. 

En cuanto a la literatura disponible sobre este tema y las investigaciones realizadas en Puerto Rico para abordarlo, ambos expertos coincidieron que hacen falta más estudios y expertos que analicen el fenómeno y el impacto de la pandemia en la salud mental de los residentes de la Isla. Por su parte, Alcalá Pérez invitó a los lectores interesados en buscar más información a leer las publicaciones del Dr. Alfonso Martínez Taboas, psicólogo clínico experto en el tema.