“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Este es un refrán popular que muchos han escuchado y que puede aplicar en el contexto laboral, educativo o personal. 

Entendida como aquella tendencia que tiende a posponer ciertas actividades que requieren un gran esfuerzo, la procrastinación puede llegar a afectar negativamente las actividades que los individuos deberían realizar, pero prefieren dejar para luego

“Cuando hablamos de la procrastinación es esa acción en la que tú, deliberadamente, pospones algo que debes hacer y que en el momento que lo pospones, tú tienes el tiempo de hacerlo y tienes la oportunidad, pero deliberadamente decidimos posponerlo”, definió la doctora Bárbara Barros, psicóloga.

Sostuvo que los profesionales coinciden en que la procrastinación es un asunto mayormente de regulación de emociones. Esto, parte de que, en ocasiones, esa acción que se debería de hacer envuelve una emoción o tiene algo que  en el momento la persona no se desea enfrentar, explicó Barros. 

En concordancia, un estudio sobre el tema destaca que actualmente existen investigaciones que han identificado la incidencia de procrastinar y se ha conocido también como el arte de “aplazar”.

Asimismo, sostiene que la incidencia radica en la mala organización del tiempo y las actividades a realizar, según su nivel de importancia. También, destaca que la procrastinación es la tendencia de la mente para dar prioridad a necesidades de corto plazo en lugar de las necesidades a largo plazo. 

Por su parte, la consejera y neurocoach, Migna Cruz, sostuvo que la procrastinación es un hábito que puede ser dañino, pues postergar todo va a tener un impacto negativo en la motivación, en la productividad y en el bienestar integral.

La procrastinación muchas veces se asocia con la cuestión del tiempo, pero la realidad es que esta acción se relaciona más con el manejo de emociones, según Cruz. 

Explicó que la procrastinación puede llevarse a cabo de una manera activa o pasiva. Activa cuando no hay más nada que hacer, aún con la fecha límite en los hombros, o sea, trabajar bajo presión. Y del otro lado, la pasiva es dejarlo para después.

Sostuvo que el acto de postergar tiene que ver en cómo los sentimientos pueden hacer que se retrase el trabajo, que se evite hacerlo completamente, y que es importante identificar y abordar las emociones subyacentes relacionadas con procrastinar para poder trabajarlas. 

Explicó que la procrastinación tiene ciertas etapas y la primera sería la negación, con pensamientos como “no quiero hacer esto, es aburrido, mejor veo Netflix”.

“La distracción es tratar de calmar esa incomodidad de esa tarea que no quiero hacer, haciendo otras actividades que me generan placer”, agregó.

Y en este contexto comienzan a desplazarse culpando a otros, y es aquí comienza la automanipulación y la justificación, es decir las excusas, según mencionó la neurocoach.

Por ello, sostuvo que es importante reconocer cuando se trata de manejar lo importante versus lo urgente. 

Cruz mencionó además la procrastinación funcional, que trata de postergar, pero de una manera responsable, de un deber, siempre y cuando el tiempo se utilice para pensar en estrategias que ayuden a ejecutar.

Recomendaciones

Cruz recomendó que cada vez que se sienta esa sensación de posponer, de falta de concentración o dejadez, hacerse la pregunta: ¿Qué pensamiento o sentimiento está generando este comportamiento que me lleva a procrastinar?

Aconsejó además que la persona restructure el diálogo interno, por ejemplo, el tengo o debo, pues esto puede proveer autosabotaje. 

Sobre ello, recomendó cambiar esos pensamientos por “yo decido hacer, yo elijo comenzar a hacer esta tarea…”, y esto, según la especialista, puede ayudar un poco más a evitar postergar.

Cruz ofreció otras recomendaciones para evitar la procrastinación:

  • Establecer horarios.
  • Sacar tiempo para el autocuidado.
  • Aprender a decir “no”.
  • Poner límites.
  • Evitar distracciones como televisión o teléfono.
  • Elegir un lugar tranquilo para trabajar.
  • Dividir las tareas.
  • Ponerse una recompensa.

“Siempre teniendo en cuenta, el pensar cómo estás manejando tus emociones”, sintetizó.

En el mismo contexto, según Ramos, para evitar procrastinar se debe ir a la base de por qué se está posponiendo la tarea que se debería realizar en ese momento.

Explicó que el alivio que puede llegar a brindar el dejar todo para luego y postergar es algo momentáneo, pues va de la mano con regular las emociones. Se hace una acción impulsiva para obtener ese alivio momentáneo, y a la larga no es efectivo, agregó.

Según Barros, nadie está exento a no procrastinar, ya que todos en algún momento de la vida lo han hecho. Aun así, el problema está cuando se cae en lo crónico y el problema se convierte en un patrón o ciclo.

Para trabajar con dicha acción, la especialista recomendó que las personas trabajen con un manejo de emociones efectivo.  Se puede trabajar de forma individual, y en otros casos se recomienda que se busque ayuda profesional. 

Regular las emociones significa llevar las emociones a un nivel en el que pueda estar la emoción, porque no va a desaparecer, pero que la persona pueda actuar de manera efectiva en lo que tenga que hacer, explicó.

Explicó que para poder buscar la raíz del porqué la persona está procrastinando se trabaja en psicoterapia, al igual que las destrezas para la regulación de emociones. Y, cuando se habla de la ayuda profesional no necesariamente se tiene que tener un diagnóstico o estar en crisis, sostuvo Barros.

Recomendó el que las personas tengan claras sus metas y su valor para poder llevarlas a cabo y evitar procrastinar. “Vivir en base de tus valores, lo que es importante para ti, cuando tú tienes eso claro, pues, entonces, tú actúas en base a eso”, puntualizó la psicóloga.