Una relación abierta es un acuerdo en el cual dos o más personas están conscientes en compartir diversas actividades, incluyendo la intimidad sexual, sin el título de novio, novia, pareja, compañero o compañera, definió la psicóloga y sexóloga María Rodríguez Vidal.
Dentro de la experiencia clínica de Rodríguez Vidal hay personas que se inclinan a relaciones abiertas sin responsabilidad de ponerle nombre a la situación y hay otras que sí sienten la necesidad de etiquetarla como una relación abierta.
Por su parte, la también psicóloga Carmen “Nina” Martínez Géigel explicó que una relación abierta, también conocida como una relación no exclusiva, es una relación íntima donde sexualmente no hay monogamia.
Precisó que es esencial diferenciar las relaciones abiertas del poliamor, en donde hay varias relaciones con diferentes personas. Al contrario, en una relación abierta hay una relación primaria entre dos personas pudiendo tener intimidad sexual con terceros.
En los últimos 15 años ha habido un boom de las personas que tienen este tipo de relación, explicó Martínez Géigel. Sin embargo, este tipo de acuerdo siempre ha existido.
Es Mental se propuso discutir con ambas expertas si este tipo de relación funciona. Ambas ofrecieron su conocimiento sobre el tema a base de literatura y experiencia profesional.
Martínez Géigel explicó que, según su experiencia, lo más importante es que la relación primaria sea sólida. Por ende, antes de abrir la relación, es fundamental solidificar este lazo lo más posible y asegurarse de que esté consolidada.
Si la relación no es sólida, permitirle a otras personas entrar no va a resolver el problema, sino que creará más problemas. En consonancia, Rodríguez Vidal afirmó que en muchas ocasiones cuando la formalización de una relación abierta se hace como una muestra desesperada por salvar o rescatar la relación, termina peor.
“Comienza a haber inseguridades, baja autoestima, desconfianza y se puede lacerar la relación porque se crea una dependencia emocional de: ‘A mí no me mira así, a mí no me toca así’”, comentó Rodríguez Vidal.
Si lo que lleva a abrir la relación es la sensación de ya no sentirse lindo o linda ante su pareja y lo que se busca es tener esa apreciación de parte de una persona nueva, al momento en el que la otra parte empiece a salir con otra persona, esta inseguridad se verá agudizada. “El motivo por el que se abrió la relación puede acabar destruyéndola”, subrayó.
Por este motivo, Martínez Géigel explicó que para que una relación abierta funcione debe de haber una confianza absoluta. Otro factor esencial es que las dos personas sean bien honestas consigo mismas y con la otra parte.
Es necesario considerar por qué quieren hacer esto, por nosotros, por uno o por el otro. Si esto se hace para complacer al otro o a la otra, va a provocar resentimiento. “A quién le vamos a abrir el espacio, con quién va a suceder, cuando ocurra nos lo vamos a decir, qué vamos a discutir de lo que pasó, con cuánta recurrencia vamos a abrir la relación”, son todos puntos que se deben discutir previamente, dijo Martínez Géigel.
A esto, Rodríguez Vidal añadió que lo primordial es el consentimiento, aparte de la comunicación, responsabilidad afectiva y honestidad. Opinó que la infidelidad es una construcción social que se asume dentro de las relaciones monógamas. Siempre que haya un mutuo acuerdo y consentimiento de poder tener relaciones sexuales con terceros, no debe de haber problema.
Asimismo, Rodríguez Vidal continuó remarcando que deberían tener comunicación abierta, ser claros y específicos sobre el tipo de relación al que quieren entrar, cuáles son los límites o los niveles de consentimiento que necesitan. Es importante que si la persona toma la decisión de abrir la relación, esté consciente de los riesgos y las posibilidades. Para esto, tienen que poner en perspectiva qué es lo que los lleva a abrir la relación.
Por su parte, Martínez Géigel, expresó que, por su experiencia profesional, casi siempre, una de las dos personas, está más de acuerdo que el otro. En estos casos, uno quiere y el otro lo hace por complacerle. También, destacó que para tener este tipo de relación se requiere un nivel de madurez emocional bien grande, factor que no siempre está presente.
Añadió que en su práctica clínica lo más recurrente es que lleguen parejas con estas relaciones abiertas y después sucedan fallos en la comunicación, cosa que se puede ver como un rompimiento a las reglas o el acuerdo. “En los casos que he visto, no han trabajado correctamente en la relación previo a abrirla”, indicó al expresar que es importante no descuidar de la relación primaria.
Mientras, Rodríguez Vidal opinó que este tipo de relaciones se han demonizado pero también idealizado. Según la experta, estas pueden ser geniales, pero no son para todo el mundo. Por eso, dijo que es importante ser honesto consigo mismo y no acceder o rechazar este tipo de acuerdo por inseguridades o por lo que los demás digan. Muchas veces las personas lo ven como una moda, y si no encajo con esto, estoy mal, mencionó.
Según una investigación de 2017 Trusted Source, aproximadamente 1 de cada 5 adultos solteros en los Estados Unidos ha participado en una relación no monogamia consensuada (CNM por sus siglas en inglés) en algún momento de sus vidas. De manera similar, otro estudio longitudinal de 2020, las personas son tan felices en las relaciones CNM como en las monógamas. La literatura no expresa evidencia que sugiera que las relaciones abiertas fallan más que las monógamas, a pesar de que esa es la suposición común.
“Esta es una modalidad de relaciones que no es nueva, no se trata de moda, se trata de un mutuo acuerdo con límites que no funciona si no hay los elementos mencionados anteriormente”, concluyó Rodríguez Vidal.