“En cierto sentido, todos los lectores llevamos dentro íntimas bibliotecas clandestinas de palabras que nos han dejado huella”.
Irene Vallejo, El infinito en un junco
Quien se ha formado leyendo, o simplemente ha quedado marcado por una buena lectura, sabe cuánta verdad encierra esta frase. Sé que no estoy sola al afirmar que un libro puede cambiarte la vida.
En mi caso, en uno de los recuerdos más vívidos de mi niñez me encuentro en silencio rebuscando en gavetas, armarios y libreros libros de todo tipo. Hay dos libros de esa etapa que recuerdo con nitidez: una versión infantil de Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes Saavedra) y El niño que enloqueció de amor (Eduardo Barrios). Del primero me encantaban las hermosas ilustraciones y lo curiosa y graciosa que me parecía la historia. El segundo me impactó porque en esas páginas descubrí que un texto puede llevarte a vivir – y a sentir- como si fueras otra persona.
Darme cuenta de esto simplemente me voló la cabeza; me enganchó para siempre. Vivo agradecida de haberme puesto en el lugar de aquel niño enamorado de Angélica- agachado debajo de una mesa con el corazón a mil-. A partir de ese momento, el desfile de personajes a quienes les debo otra perspectiva de la vida -la exploración de mis rincones más íntimos- ha continuado. A veces, soy una lectora voraz. Otras, como es el caso de tantos que balancean su tiempo entre tantas responsabilidades, relego la lectura. En ocasiones no encuentro ese libro que me enganche. Pero algo sí es seguro: siempre regreso a la lectura y es inmenso el placer.
Cuando tuve a mi hija, decidí que el ritual nocturno estaría marcado por los libros. Ella escogía dos libros que yo leía recreando voces, a veces cambiando la trama, siempre dispuesta a convertir el relato en una excusa para reírnos. Uno de los cuentos favoritos de mi hija era Medias apestosas, de Robert Munsch. Este cuento trata de una niña que nunca quiere quitarse su par de medias favoritas. Con mucho ingenio, el autor presenta todas las situaciones insólitas que ocurren alrededor del hedor en los pies de esta pequeña. Vallejo, al recordar la hora de la lectura junto a su madre, indica: … “la suave brisa del relato se llevaba todas las preocupaciones del día y los miedos intuidos de la noche. Aquel tiempo de lectura me parecía un paraíso pequeño y provisional- después he aprendido que todos los paraísos son así, humildes y transitorios”.
No tengo idea de cómo mi hija recordará de adulta el ritual de nuestras noches inmersas en libros de cuentos, pero siento que en cada una de ellas viví y entregué una parte hermosa de mi maternidad. Guardo su biblioteca infantil como un tesoro. Esos libros son pedazos de nuestra historia.
En la serie que iniciamos hoy en Es Mental, famosos de distintos ámbitos contestan la pregunta ¿Qué libro te cambió la vida? Esta idea surge del amor hacia los libros y de la convicción en su poder sanador. Pensamos que los libros empoderan, abren caminos, crean conexiones, motivan conversaciones -a veces difíciles, otras muy hermosas- y tanto más. En su libro, Vallejo narra que en su recorrido por el templo de Amón en Tebas, el viajero griego Hecateo de Abdera encontró en una pared de una biblioteca la inscripción: “lugar de cuidado del alma”. ¿Qué los libros cuidan nuestro interior, y hasta lo mejoran? Yo creo que sí.
“La literatura no sirve para entretenernos ni para embelesarnos. La literatura nos hace humanos”, afirma, por su parte, Jorge Volpi en su libro Leer la mente, un texto que explica -con datos basados en la ciencia- cómo a través de esos escenarios inventados por otros autores crece nuestra conciencia, empatía y sensibilidad.
Con todo lo anterior en mente, decidimos preguntarle a figuras de diferentes ámbitos cuál es el libro que les ha cambiado la vida y por qué. A través de esta pregunta, aspiramos despertar tu curiosidad hacia textos que quizás no conocías o quizás hacerte recordar ese ejemplar que tienes en común con alguien a quien admiras. Iniciar una conversación sobre libros nos parece importante y valioso. Nos gustaría que te unas a este diálogo y también nos compartas cuál es ese texto que siempre recuerdas. ¡Te esperamos!
¿Qué libro te cambió la vida y por qué?
Actriz

“El libro que me cambió la vida es El libro de los abrazos, de Eduardo Galeano. Conocí a Galeano gracias a mi maestra de teatro, Maritza Pérez Otero. Con la provocación por parte de ella empecé a leerlo. Ese texto fue el primero -y después me he leído casi todos sus libros-; han despertado mi conciencia latinoamericana. En la escuela no nos enseñan a pensarnos desde el Caribe y Latinoamérica. Nos enseñan a pensarnos con el ‘chip’ de la colonia”.
Periodista, columnista, escritor

“Gabriel García Márquez dijo una vez que los libros más importantes en la vida de una persona no son necesariamente los que más nos gustan, sino los que logran cambiar nuestra visión de mundo. Ese es justo mi caso con la novela Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato. La leí cuando tenía 19 años. Fue la primera vez que sentí que un libro me miraba por dentro como una radiografía multidimensional y me decía cosas de mí que yo mismo desconocía o temía ver. A esa edad, yo era Martín: tímido, buscando desorientado mi lugar en el mundo y batallando complejos. Tenía que parar de leer a veces del dolor y el éxtasis que me provocaba. El libro, en resumen, hizo desaparecer el filtro de audaz inocencia y miedo con que había visto la vida hasta entonces y me ayudó a enfrentar una realidad más cruda y cruel, pero al mismo tiempo, paradójicamente, más bella y rica. Los que me conocen de antes saben que no fui el mismo después de leer ese libro”.
Actriz

“Para mí fueron tres. El primero fue uno que se llama Platero y yo (Juan Ramón Jiménez), era muy jovencita. Después, El principito (Antoine de Saint-Exupéry) creo que es un libro que nos enseña mucho. Después, quizás porque me interesaba mucho toda la cuestión psicológica, Los hombres del hombre (Eduardo Barrios). Esos tres libros, en las diferentes edades, me marcaron. Uno me enseñó la ilusión, que fue Platero y yo. El principito quizás me enseñó una filosofía de vida. La responsabilidad que tenemos con nosotros mismos, con las cosas que queremos. Y Los hombres del hombre me mostró cómo el ser humano puede cambiar según la circunstancia. Creo que los tres ayudaron mucho en mi formación, aparte de mi mamá. Son libros que recomiendo. Los hombres del hombre no lo recomiendo a una edad muy joven, aunque yo lo leí muy jovencita. Si no me equivoco era lectura obligada en la universidad. Son libros que con los años uno los relee y aprende”.