No es raro que ciertas frases se popularicen sin tener fundamentos que fortalezcan las mismas. Un ejemplo es la frase, “los datos son los datos”. Pegajosa, pero un estadístico o conocedor sobre evaluación indicará que, si el dato no se recopila ”de manera adecuada”, no sirve.
Una situación similar se presenta en nuestro sistema de educación pública. Existen informes de distribuciones de notas, evaluaciones de ejecución del docente, resultados de pruebas estandarizadas, entre otras. Sin embargo, parecería que los datos que nos presentan estos instrumentos reflejan distintos sistemas educativos. Por un lado, tenemos una proporción significativa de docentes y líderes escolares que tienen excelentes resultados en sus evaluaciones. Mientras tanto, todas las pruebas estandarizadas que se ofrecen nos presentan que tenemos una gran cantidad estudiantes que no logran las expectativas establecidas. Incluso, cada año el resultado es inferior.
Por ejemplo, en el año académico 2018-2019, el cambio en los resultados de las pruebas META-PR en comparación al año anterior en las materia de Ciencias, Español, Inglés y Matemáticas fue de -5.74, -5.51%, -6.23% y -3.28%, respectivamente. En los resultados de las pruebas PISA, se muestra que nuestros estudiantes no cumplen con el desarrollo de las competencias de éxito con posiciones entre países como 64 en Matemáticas, 62 en Ciencias y 59 en lectura, esto en 68 países. En las pruebas NAEP, ningún estudiante logró un nivel de proficiente o avanzado en 4to grado y solo un 0.10% de los estudiantes lograron un nivel de proficiencia en 8vo grado.
Tejedor (2012) define la evaluación docente como un proceso mediante el cual se busca emitir juicios valorativos sobre el cumplimiento de las responsabilidades del maestro en la enseñanza, aprendizaje y desarrollo de sus estudiantes a partir de información válida, objetivo y fiable relacionada con los logros de sus estudiantes y el desarrollo de sus áreas de trabajo. Entonces, ¿cuál de los instrumentos de evaluación está mal, las pruebas estandarizadas, la distribuciones de notas o la evaluación del docente? ¿Habrá uno que esté reflejando la realidad de nuestro sistema? ¿Es el proceso de toma de decisiones que se lleva a cabo en el Departamento de Educación de Puerto Rico adecuado?
En realidad, estas son algunas de las muchas preguntas que me hago como profesional y de ahí parto a la búsqueda de información para presentar respuestas. Algo podemos tener claro, la toma de decisiones basada en datos del DEPR no ha funcionado. Existe una estructura de “cumplimiento federal” que se ha convertido en una enfermedad para el sistema.
La solución podría estar en innovar el sistema desde un currículo enfocado en el desarrollo de competencias, un proceso de transformación digital real y un proceso de recopilación de datos que reflejen una realidad del sistema para la toma de decisiones adecuadas. Además, se necesita de profesionales creativos, pensadores críticos, con competencias tecnológicas y enfocados en crear un sistema de medidas de efectividad de un sistema alineado al Siglo 21. No podemos seguir enfocados en el cumplimiento de un sistema atrasado que ha tenido malos resultados.
En resumen, «los datos son los datos», pero es el proceso de recopilación de los mismos los que nos llevan a reflexionar sobre su calidad para la toma de decisiones. ¿Utilizamos métricas de rendición de cuentas, percepción y efectividad para tomar decisiones? Es tiempo de humanizar los datos, pues cada uno de estos en nuestro sistema educativo representa un niño o niña y las oportunidades que les ofrecemos de tener una educación basada en las competencias para convertirse en ciudadanos globales competentes.
De acuerdo con Kivunja (2014), la misión de los sistemas educativos debe ser que los estudiantes aprendan un contenido específico y adquieran las competencias que necesitan para ser exitosos en la universidad, en el trabajo y en la vida. Por tal razón, ya no debemos esperar más para implementar transformaciones reales basadas en datos. Que cada decisión basada en datos esté sustentada en la elaboración de planes de alta calidad con métricas y acciones que posicionen a nuestros estudiantes en un nivel competitivo. Necesitamos visión de los retos del presente y el futuro.
La voluntad existe para lograrlo. ¿Qué esperamos?
*El autor es profesor universitario.
Referencias:
Kivunja, C. (2014). Do you want your students to be job-ready with 21st Century skills? Change pedadogies: A pedagogical paradigm shift from Vygotskyian social constructivism to critical thinking, problem solving and Siemens’ digital cutticulum. International Journal of Higher Education, 3(3) DOI: http://dx.doi.org:10.5430/ijhe.v3n3 p81
Kivunja, C. (2015). Innovative Pedagogies in Higher Education to Become Effective Teachers of 21st Century Skills: Unpacking the Career and Life Skills Domain of the New Learning Paradigm. International Journal of Higher Education, 4(1) DOI: http://dx.doi.org:10.5430/ijhe.v3n4 p37
Kivunja, C. (2015). Teaching students to learn and to work well with 21st Century Skills: Unpacking the career and life skills domain of the new learning paradigm. International Journal of Higher Education, 4(1) DOI: http://dx.doi.org:10.5430/ijhe.v4nlpl
Tejedor-Tejedor, F.J. (2012). Evaluación del desempeño docente. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa. DOI: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4571151