La sexualidad es una parte natural de quienes somos y, en cada etapa de la vida, nos ayuda a comprender el género con el que nos identificamos, cómo funcionan nuestros cuerpos, cuáles son nuestros valores, actitudes, a identificar sentimientos de amor y decidir cómo los expresamos.
Sin embargo, el interés por la expresión de la sexualidad evoluciona y, según van llegando las distintas etapas de la vida, algunas personas deciden dejar de disfrutar los beneficios de tener relaciones sexuales.
Según José Pando, psicólogo clínico con más de 45 años en la práctica profesional, esto no tiene por qué ser así. “La sexualidad no es un adorno de la vida. La sexualidad es esencial. Su función es esencial para la vida humana”. Gracias a la sexualidad, llega una etapa de la vida en que los seres humanos se reproducen y aprenden a disfrutar de una conexión íntima con su pareja.
Pero, hay que reconocer que existen factores que pueden llevar a una persona a dejar de disfrutar plenamente su sexualidad. Algunos de ellos son físicos, como sufrir un accidente o condición que imposibilite tener una vida sexual normal. Otros tienen raíces en el historial emocional de la persona. Por ejemplo, ser víctima de un abuso sexual, padecer depresión, tener una baja autoestima y la incapacidad de aceptar los cambios naturales en el cuerpo.
También, de acuerdo a su experiencia, Pando comenta a Es Mental que una vez las mujeres experimentan la menopausia muchas de ellas, normalmente sienten una indiferencia hacia la expresión sexual, dejando de tener sexo. Esa indiferencia puede llegar a ser súbita, contrario a los hombres que van perdiendo el deseo sexual paulatinamente.
Sin embargo, dejar de tener sexo no es bueno para la salud. “Cuando dejan de tener sexo, las personas dejan de disfrutar todos los beneficios físicos, emocionales, sociales que pueda ofrecer una relación”, manifiesta Pando, quien también es terapeuta sexual certificado.
Un artículo publicado por Planned Parenthood Federation of America, en colaboración con la Sociedad para el estudio científico de la sexualidad, lo confirma.
En primer lugar, la publicación reveló que tener sexo promueve la longevidad. La evidencia surge luego de que condujera un estudio en Caerphilly, Gales para examinar la relación entre la frecuencia del orgasmo y la mortalidad.
El estudio incluía el análisis del historial médico de una muestra de 918 hombres entre los 45 y 59 años. También, incluía exámenes de presión arterial, colesterol y electrocardiogramas y solicitud de información sobre la frecuencia de sus orgasmos. Durante los 10 años que duró la investigación, se encontró que el riesgo de mortalidad era 50 por ciento menor entre los hombres que tenían dos orgasmos o más por semana, que entre los hombres que tenían orgasmos menos de una vez al mes.
Un análisis más profundo del mismo estudio, reveló que los hombres que tenían relaciones sexuales frecuentemente, tenían un riesgo menor de padecer problemas cardiovasculares y diabetes tipo 2.
También, se demostró que la producción de testosterona, hormona importante para el deseo sexual tanto en mujeres como en hombres, ayuda a reducir el riesgo de ataque cardíaco y a reducir el daño a los músculos coronarios cuando ocurre un ataque al corazón.
La investigación reseñada en el artículo, que lleva por nombre “Los beneficios para la salud de la expresión sexual” y fue publicado por la Biblioteca Katharine Dexter McCormick en Nueva York, demostró que la estimulación vaginal y del clítoris tiene un efecto analgésico que ayuda a controlar la migraña, alivia la tensión muscular, combate los calambres menstruales y ayuda a regular el ciclo menstrual.
El documento también afirma que tener relaciones sexuales frecuentemente fortalece el sistema inmune y puede reducir el riesgo de padecer cáncer de seno y cáncer de próstata.
Por su parte, Pando añadió que tener relaciones sexuales ayuda a mejorar la calidad del sueño, rejuvenece y ayuda a quemar calorías. De igual forma, la actividad sexual tiene un efecto positivo en el manejo del estrés, la liberación de hormonas que previenen la depresión, las relaciones interpersonales de las personas y otros factores que influyen en la calidad de vida en general.
Por tal razón, el especialista en salud mental, manifestó que es importante encontrar la manera de continuar disfrutando los múltiples beneficios que la práctica de la sexualidad proporciona a la salud del ser humano.
En vez de poner fin a la vida sexual, “hay que adaptarse a la realidad que va pasando por la vida”. No podemos ver la sexualidad como algo estático. La virilidad y el deseo no serán igual en todas las etapas de la vida. Adaptarse puede incluir prácticas como las caricias, la estimulación en pareja y la autoestimulación.
A pesar de los beneficios del sexo, “la sexualidad siempre ha estado total y completamente definida, avasallada y controlada por factores religiosos, políticos y sociales”, opinó Pando, quien considera que los mitos y estigmas sociales sobre la sexualidad han hecho que este aspecto de la vida humana no haya sido estudiado con la atención con que se debería.