Existen muchas razones por las cuales una relación -ya sea con un familiar, un amigo, un compañero de trabajo o una pareja- puede terminar. Simplemente, algunas experiencias pueden hacer que una persona sienta que se equivocó, que no debe confiar más en alguien o que necesita un cambio. 

La psicóloga Nery-Jo Fernández considera que “las experiencias podemos verlas desde dos vertientes: está la experiencia que nos lleva a reflexionar y crecer, reconociendo que un cambio es fundamental para una nueva y mejor experiencia o podemos ver la experiencia desde un punto de vista bastante punitivo”. 

En ambos casos, para seguir adelante “queremos un cambio, queremos que [la relación] funcione y que no sea igual a lo anterior. Y ahí es que viene todo el asunto de cómo va la segunda oportunidad, si se puede o cuando no aplica, porque sabemos que no todo el tiempo aplica una segunda oportunidad, aunque todos somos merecedores de un perdón”.  

Según Fernández, antes de perdonar y brindar segundas oportunidades es importante realizar una introspección sobre lo ocurrido, reflexionar sobre cómo mejorar o cómo ver las cosas desde una perspectiva distinta que permita realizar un cambio a nivel personal o colectivo. 

La doctora comenta que los procesos de introspección para dar segundas oportunidades toman tiempo y nos llevan a cuestionar qué queremos en la vida, cómo queremos relacionarnos con los demás, qué esperamos de los demás, qué tipo de intercambio social deseamos tener con otras personas, entre otras preguntas. En el proceso, es importante ser empático, respetuoso y comprensible consigo mismo y con los demás.

“Pero, lo importante es ver que esta expectativa del cambio no debe radicar en el otro, debe radicar en ti mismo. Esto es algo que destaco cuando hablo de segundas oportunidades, porque siempre estamos esperando que los otros cambien, que el cambio venga desde lo externo”, manifestó Fernández a Es Mental.

Para lidiar con el asunto de las segundas oportunidades, la psicóloga recomienda buscar ayuda profesional.

Y es que, “las relaciones humanas, en general, son sumamente complejas, distintas, dinámicas, y siempre [que las establecemos] debemos considerar aspectos personales, culturales y sociales tanto propios como de las personas con las que compartimos”, aseguró la especialista en salud mental, quien es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.

Por ejemplo, Gabriel Rivera, estudiante en la Universidad de Puerto Rico, se molestó con una persona que acaba de conocer por atentar verbalmente contra su identidad puertorriqueña. 

En aquel momento, no se conocían. “Otro amigo me lo acababa de presentar y erróneamente le dio a entender que yo no era de Puerto Rico. Durante la conversación [la persona que le acababan de presentar] comenzó a argumentar sobre por qué los puertorriqueños no eran buenos en matemáticas. Desde esa primera vez entendí que no me caía bien pues me molestó mucho, sobre todo, que lo haya dicho pensando que yo no era puertorriqueño. Sentía que verdaderamente nos subestimaba y que nos creía incapaces académicamente”, comentó Rivera. 

Rivera tuvo un momento de reflexión tras pensar que a esta nueva persona le gustaba hablar mal y criticar a espaldas de los demás. “Mas adelante, luego de cortar la comunicación con esta persona, logramos hacer una buena amistad cuando convivíamos en la residencia universitaria. Luego de muchos meses evaluando la gravedad de lo que dijo sobre los puertorriqueños, entendí que quizás no se había encontrado con los puertorriqueños más brillantes, y que compartíamos otros intereses como la música”. Por tanto, decidió darle una segunda oportunidad y actualmente son mejores amigos. 

No obstante, las segundas oportunidades no siempre se dan bajo las mismas condiciones. 

Luego del huracán María, Carolina Méndez decidió mudarse al estado de la Florida. En medio del desastre que dejó este evento natural, rompió con su novio porque su relación se había vuelto tóxica y continuamente se faltaban el respeto. Ella estaba realmente dolida. Por eso, tomó la decisión de darse una segunda oportunidad a sí misma para comenzar de cero en un lugar y un trabajo distinto, lejos de su expareja. 

“Sabemos muy bien que una segunda oportunidad no se puede otorgar a una pareja que ha sufrido violencia, tanto física como verbal”, manifestó Fernández sobre la decisión de Méndez.

Mientras restablecía su vida, Méndez vivió con sus tíos hasta que consiguió un apartamento que se ajustara a sus ingresos y necesidades. Comenzó a trabajar, pero “el trabajo no era lo que esperaba, trabajaba sola desde la casa, la compañía estaba desorganizada y apenas había comunicación con los compañeros de trabajo”, expresó Méndez, quien decidió continuar trabajando para no desfallecer en su segunda oportunidad. 

Pero, “luego de varios meses me enteré de que me quedaría sin trabajo pues la compañía [para la que trabajaba] decidió cancelar su contrato con el gobierno [de Estados Unidos]”. 

Actualmente, Méndez se encuentra en un proceso de introspección y asegura que “ahora mismo me estoy dando una tercera oportunidad de descansar, atender mis síntomas de salud, volver a estudiar y eventualmente obtener un buen trabajo”. 

Según Fernández, en momentos como los que vive Méndez, “hay que reconocer que cada acontecimiento en nuestra vida es responsabilidad propia y debemos asumir un rol, ese rol va a dictar el cambio”.