La sociedad y la cultura han establecido unas expectativas de conducta de acuerdo a la edad de la gente. Sin embargo, cada vez son más las personas que retan estas conductas para hacer lo que realmente les hace felices, sin importar la edad.

Según la doctora Silma Quiñones, directora del programa doctoral de consejería psicológica en el Sistema Universitario Ana G. Méndez, lo que nosotros establecemos como ‘tú a tu edad’ [lo que debe una persona hacer a su edad] usualmente viene de unas expectativas de nuestra cultura y la sociedad”.

En términos cronológicos, “cuando termina la adolescencia y entramos en una edad adulta joven, en ese momento, empieza la juventud. La juventud es un proceso en el que debes experimentar señales de que ya no estás creciendo, desarrollándote, sino que lo que estás manteniendo un nivel de funcionamiento antes de llegar a un deterioro, que es lo que la gente asocia típicamente con la vejez”, expresó Quiñones. 

En cuanto a la conducta, por ejemplo, se espera que cuando un bebé cumple el año comience a ponerse de pie e intente caminar. Asimismo, se espera que la adolescencia se extienda entre los 12 a los 17 años, provocando cambios físicos y de intereses. Después de los 60 años, los individuos se convierten en adultos mayores y se espera que sean personas maduras, estables y, en muchos casos, poco productivas. 

“Para nosotros es inaceptable que un niño trabaje a los once años, pero eso es normal en algunas culturas. En cambio, aquí a los 50 y pico ya eres un viejo, debes retirarte y no estar en el mundo laboral”, manifestó la profesora. 

Cada vez son más los individuos que retan las normas de conducta por edad establecidas. 

Quiñones señala que antes, “si una persona tenía más de 20 años, se esperaba que estuviera casada. Incluso, si las mujeres llegaban a los 28 y no estaban casadas, en Puerto Rico le decían ‘jamonas’”. Lo que estamos viendo ahora es que la tendencia es que los hijos no están saliendo del hogar hasta los 35 años”. 

Los adultos jóvenes no son los únicos que están cambiando la norma. Hay muchos adultos mayores, personas que sobrepasan los 50 años, que llevan toda una vida estable, tienen su casa y de momento dicen ‘pues no, yo quiero venderlo todo, ya quiero mudarme, yo quiero irme a vivir a un apartamento’. 

“Típicamente la gente mira esto como que ‘a estas alturas tú quieres hacer esos cambios’, y [las opiniones] son una mezcla verdaderamente complicada. [Romper con los parámetros establecidos] no es tan sencillo [tiene que ver con] las personalidades, pero lo que estamos viendo es que esos parámetros se están retando, que hay mucha gente que se ha salido del molde, no importa su personalidad”, comentó la psicóloga consejera. 

De igual forma, Quiñones destacó que hay mucha gente adulta que al llegar a una edad mayor sienten que por fin tienen la oportunidad de hacer las cosas que siempre han querido hacer y por estar asumiendo un rol activo de proveedor para otro, han pospuesto sus antojos y por fin se ven liberados. Y dicen, ‘ahora voy a hacer lo que yo quiera’. Eso lo que lo que se ve muchas veces”.  

Por ejemplo, Gory -hace poco más de un año se retiró de su trabajo – es una mujer bastante extrovertida. Actualmente, tiene 53 años y confesó que se siente y actúa como si tuviera 30. A esa edad salía con sus amistades, viajaba y disfrutaba su vida plenamente. Eso no ha cambiado pues cree que, “la edad se lleva en el físico, el espíritu no tiene edad”.

“Fui, soy y seré siempre alegre”, señaló en entrevista con Es Mental. Desde que se retiró se ha dedicado mucho tiempo a sí misma. Incluso, recientemente hizo un viaje de un mes por Europa y asegura que ha sido una de las mejores experiencias de su vida. 

Un artículo titulado “Experiencias en socialización y gestión turística en el adulto mayor valente en Lima” afirma que las personas adultas mayores que gozan de autonomía e independencia “se ha convertido en un segmento muy atractivo para el mercado de las empresas de viajes y turismo. Las estadísticas revelan que este segmento de personas es creciente a nivel mundial, gozan de jubilaciones que les permiten tener estabilidad económica en muchos países. Además, presentan buenas condiciones físicas para disfrutar de sus aficiones a través de los viajes”. 

Por tanto, Quiñones opinó que sentirse joven a pesar de la edad no es un problema. Incluso, piensa que, aunque muchos hombres y mujeres “esconden las canas y las arrugas en la piel eso no tiene que ver con si realmente aceptan su edad”. 

En cambio, un artículo publicado por el medio digital Tribuna señala que “cuando las personas buscan someterse a cirugías estéticas por el ‘miedo a envejecer’ y sobre todo la aceptación social, ahí es donde señalan los expertos que puede tratarse de un problema de autoestima”. A esa crisis de edad, algunos le han acuñado el nombre de midorexia.