Luego de contraer el COVID-19 en abril del 2020 Ana Rojas, de 67 años, no era la misma. Los meses siguientes comenzó a experimentar dolores muy intensos en sus articulaciones y un sorpresivo diagnóstico de diabetes, que asegura también está asociado a la enfermedad.

Pero, Rojas no es la única que reconoce que las repercusiones post-COVID han cambiado su cotidianidad. Ingrid Rivera, mamá de un niño de 8 años, ha visto cómo la enfermedad ha llevado a su pequeño a vivir neumonía y problemas respiratorios todos los meses, a pesar de que antes del COVID-19 el menor no tenía diagnóstico alguno o condiciones que requirieran la visita a un neumólogo. 

Ambos testimonios coinciden en que se trata del COVID-19 persistente. 

El COVID persistente o Long COVID se trata de una serie de afecciones posteriores a la enfermedad que pueden incluir una amplia variedad de síntomas y situaciones de salud, incluyendo enfermedades crónicas, y que podrían extenderse semanas, meses y hasta más tiempo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Algunos de los síntomas incluyen cansancio o fatiga, fiebre, dolores articulares, dificultad para respirar, palpitaciones; tos, dolor de pecho, dolor de cabeza; mareos, alteraciones del gusto u olfato y cambios menstruales.

Pero, en otros casos, puede haber complicaciones mayores en el corazón, los pulmones, riñones, el cerebro, diabetes y afecciones neurológicas. 

De acuerdo con el infectólogo, el doctor Miguel Colón Pérez, las personas que -comúnmente- podrían desarrollar el COVID persistente son aquellas que tuvieron hospitalizaciones y las que no se vacunaron, pero enfrentaron la enfermedad.

En cierto sentido no se ha dado la importancia que merece porque no existen pruebas de laboratorio para diagnosticarlo y tampoco hay terapia”, destacó. 

“No hay una prueba de laboratorio que te diga este paciente tiene Long COVID, agregó.

Un reciente estudio, publicado el mes pasado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA, por sus siglas en inglés), destaca que son las mujeres y las personas de edad avanzada las más expuestas a experimentar las repercusiones prolongadas del COVID-19. 

“Las personas que tengan estos síntomas raros tienen que ir a un centro que se especialice en esto, porque no puede ser en cualquier lugar”, afirmó Colón Pérez.

Actualmente en Puerto Rico solo existe una clínica atendiendo a pacientes con síntomas prolongados de la enfermedad. La misma agrupa una amplia lista de profesionales de diferentes especialidades para asistir al paciente. Se trata de Salud Integral en la Montaña, localizada en Naranjito, y que ofrece sus servicios exclusivamente los sábados. 

Y, aunque muchos creen que el coronavirus ha desaparecido por completo, los profesionales de las ciencias y la medicina vislumbran que el Long COVID dejará una huella tan notable y negativa como la infección inicial sobre los sistemas de salud pública en el mundo.

De acuerdo con el catedrático del Departamento de Ciencias de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, Arturo Portnoy, diversos estudios sugieren que entre el 20 a 30 por ciento de todos los infectados por la enfermedad sufrirá consecuencias a mediano o largo plazo. 

En muchos países ya se están observando descensos importantes en productividad de la fuerza laboral y en disponibilidad de trabajadores en muchos rubros. Esto, en parte, se debe a que hay mucha gente crónicamente enferma con secuelas del COVID”, dijo.

“También se está viendo un resurgimiento salvaje de enfermedades respiratorias de todo tipo. El COVID daña el sistema inmune y cada reinfección te deja más vulnerable a otras enfermedades, y eso es lo que estamos viendo con los ICUs (Unidad de Cuidados Intensivos) llenos en Estados Unidos, Canadá, etcétera”, explicó. 

Ante la poca o ninguna acción sobre el tema en Puerto Rico, el profesor vislumbró un “desastre” de salud pública. 

“Vamos enfilados a un desastre de salud pública, porque si pensamos en que casi todo el mundo se está infectando, y al menos 1 de 5 sufrirá Long COVID, pues la aritmética es aterradora”, dijo.

“Ningún sistema de salud va a poder con la cantidad de enfermos crónicos. Y hoy, por hoy, no hay cura para el Long COVID”, puntualizó.