“Así no se comportan las damas’’, ‘‘Si no aprendes a cocinar, nunca te vas a casar’’, “Date a respetar’’, “Deja de llorar, pareces una nena’’, son ejemplos de frases sexistas que repiten cotidianamente algunas mujeres y ponen en manifiesto ciertos sesgos machistas internalizados.
Prácticas y acciones sexistas que son aprendidas por niñas y niños desde tempranas etapas a través de los estereotipos de género impuestos por el entorno social y cultural, según la doctora Irma Lugo-Nazario, coordinadora del Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico.
“¿Qué se le dice a las niñas desde pequeñas? Las nenas no juegan con carritos, son los nenes. Las nenas juegan con muñecas. Entonces, desde pequeños se nos va socializando, diciendo y estableciendo cuáles son las cosas aceptadas para las niñas y para los niños’’, explicó.
La educación en las escuelas, las creencias espirituales de los familiares y los medios de comunicación (industria televisiva, noticias y el cine) son otras herramientas de enseñanza para los menores y que, a su vez, fomentan creencias erróneas sobre roles y conductas.
“Todo eso forma parte del proceso de socialización y construcción social. Por lo tanto, la sociedad tiene una mirada patriarcal, que responde al sistema del padre (hombre) y que nos regula como mujeres’’, dijo en entrevista con Es Mental.
Este sistema del patriarcado, según Elithet Silva Martínez, catedrática de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, históricamente ha establecido cuál es el lugar de cada persona y perpetúa las diferencias por género.
“La realidad es que el patriarcado tiene unos alcances tanto para hombres, mujeres y otras personas con diversidad sexual. Estas puestas de ‘primero hay que ser madre, que mujer’, que ‘las mujeres son histéricas’, que ‘nos buscamos lo que nos pasa’ o ‘que los hombres no lloran’, responden al impacto del sistema’’, comentó.
“A veces pensamos que los mandatos culturales machistas son naturales o normales, pero cuando miramos los alcances de las violencias machistas, nos damos cuenta de que hay todo un andamiaje’’, agregó.
La creadora del proyecto SIEMPRE VIVAS Metro manifestó, asimismo, que con el tiempo la mujer ha sido vista como enemiga de otra mujer y que aún en la actualidad se continúa promoviendo esta idea machista.
“En ocasiones decimos: ‘esto fue culpa de otra mujer’, se hace que nos veamos como enemigas. Tenemos buenos ejemplos, si nos vamos a la época de las novelas, siempre había villana. La realidad es que sigue la perpetuación de las mujeres como enemigas’’, explicó.
Dio como ejemplo otra frase cargada de machismo. La cual sostiene que: «las que crían hombres machistas y violentos, son las mismas mujeres’’.
«En el caso de esta constante acusación hay que ver un asunto muy importante, el elemento macroestructural, en donde todo está acomodado para que existan esas divisiones. Desde las esferas sociales, políticas, culturales, hasta los propios espacios físicos’’, puntualizó.
Por su parte, la activista feminista y comunicadora, Alexandra Figueroa, añadió que, pese a que nadie nace machista, las personas son socializadas en una cultura “altamente machista’’.
“Desde el momento en el que nacemos nos recuerdan que somos mujeres, no somos hombres y pareciera ser, cuando ganamos consciencia, que estamos intentando luchar para ser lo más cercano al estándar, que es el hombre blanco, el que supuestamente guía las sociedades. Entonces, ahí replicamos violencia contra nosotras mismas, contra personas de la comunidad queer y no binarias, al igual que replicamos violencia hacia los mismos hombres’’, comentó.
Claves para desarmar conductas machistas
La doctora Lugo-Nazario apuntó a la educación con perspectiva de género como instrumento para derribar sesgos machistas y destacó la importancia de reconocer la violencia hacia la mujer como un tema de salud pública.
“El tema se debe trabajar desde la prevención y la educación. La perspectiva es esa herramienta sociológica y metodológica que va a entender y reconocer las diferencias culturales a través del tiempo’’, sostuvo.
Mientras que la profesora Silva Martínez invitó a cuestionar los mandatos culturales del patriarcado y preguntarse: “¿Quién dijo que es así?’’. También, evaluar y resignificar las prácticas habituales.
“Juzgar todo. Cómo nos comportamos, cómo nos vemos, cómo nos escuchamos, cómo nos percibimos. Hay que resignificarlo’’, aseguró.
Hizo mención de lo significativo que es asumir posturas tras acciones que pueden perjudicar a otras mujeres.
“Hay que asumir posturas y preguntarnos por qué herir o por qué odiar a la otra. Comenzar a pensar en el mundo que queremos para la niñez’’, dijo.
En relación con esta etapa de vida, recomendó el diálogo enfocado en el respeto a la diversidad.
Con estas claves las expertas proponen derribar los componentes que demuestran la violencia del día a día y apuestan a acciones más conscientes con la finalidad de lograr una sociedad equitativa y en la que todos los seres humanos puedan vivir dignamente.